La Alianza volvió a ganar la conducción, mientras la izquierda no pudo unirse y el peronismo se convirtió en segunda fuerza. |
Por Javier Lorca Estudiantes
discutiendo bajo el sol del fin de semana santafesino; estudiantes
bailando y golpeando bombos y redoblantes durante toda la noche y hasta el
amanecer, gritando incansables el folklore de la militancia universitaria.
Con debates que más bien fueron monólogos de las diversas agrupaciones y
con una votación que ratificó la conducción de la Alianza (ver Los números...),
el XXI Congreso de la Federación Universitaria Argentina (FUA) dejó como
saldo una reiteración de viejos reclamos (la derogación de la Ley de
Educación Superior, el aumento del presupuesto universitario) y la crónica
incapacidad de la izquierda para conformar un bloque opositor. Pero, entre
tantas recurrencias de la historia, también hubo lugar para las
sorpresas: las agrupaciones peronistas se consolidaron como segunda
fuerza, como la principal oposición dentro de la FUA. El día
Muchos de los 5000 estudiantes
que participaron del congreso nacional discuten en varias comisiones temáticas,
sentados en rondas, al aire libre. Otros pasean, comen sus viandas, o
entonan sus cantos. Es sábado y el escenario es "el pozo", como
llaman los locales al complejo de la Universidad del Litoral, en Santa Fe.
Un estudiante con ritmo cordobés se acerca a una de las rondas:
"Perdoname --le dice a otro--, ¿sabés cuál es esta comisión?".
"Sí, se llama puteemos a la Franja Morada, capítulo cinco",
sonríe un rubio, enfundado en un prolijo jean azul y una remera bordó
que identifica a algunos porteños de esa agrupación radical. En el
centro de la ronda, un miembro de la izquierda despotricaba contra el
gobierno nacional de la Alianza, tal como ocurría en las demás
comisiones, cualquiera fuera el tema previsto: realidad universitaria,
plan de lucha, rol del movimiento estudiantil, o política nacional e
internacional.
"La Franja es cómplice de
un gobierno que reprimió en Corrientes, sacó una reforma laboral
esclavizadora, y pactó con Rico", enumera un militante de la Unidad
Opositora, con su pelo largo y su barba rala, con sus bermudas negras y
una remera oscura que honra a los Redonditos de Ricota. En defensa de la
Alianza, se levanta un chico con anteojos, de Franja: "No se puede
cambiar de golpe la herencia que dejó el menemismo. En tan poco tiempo no
se puede evaluar al gobierno". Y Patricia, también de Franja, dice:
"Tenemos que generar propuestas, no oponernos a todo. Hay que
repudiar la Ley de Educación Superior, pero también proponer una nueva.
Sea el gobierno que sea, vamos a dar la lucha que dimos siempre".
Sin acordar posturas comunes,
las comisiones sacaron despachos por la mayoría y por la minoría. Las
primeras fueron las impulsadas por la Alianza y, entre otras cuestiones,
se destacan los proyectos de lograr la personería jurídica de la FUA
para fortalecerla institucionalmente; comprometer al movimiento
estudiantil con tareas solidarias que repercutan sobre los grupos más
carenciados de la sociedad; elaborar una propuesta de ley alternativa para
la educación superior; y de reclamar un aumento presupuestario para el
sector junto con un nuevo sistema de distribución. La
noche
Ese mismo sábado, en el
gimnasio de la UTN, comienza el fin del congreso que se había abierto la
noche del viernes. Pasadas las 20, las huestes de la Franja ocupan su
lugar en las tribunas y más tarde se suma el Frepaso universitario, con
su principal fuerza, el MNR, a la cabeza. "Ahí viene la Franja que
loca que está", gritan los radicales. "El día que me muera yo
quiero mi cajón pintado de morado como mi corazón", siguen.
Mientras bailan, los aliancistas esperan que los dirigentes de todas las
agrupaciones cierren los acuerdos que luego sellarán los votos de los más
de 800 delegados de todo el país. Recién a las 4 de la madrugada entran
en el microestadio los militantes de izquierda, por un lado la Unidad
Opositora, por el otro la CEPA. "Aquí están estos son, los que
dieron el perdón", les espetan a sus rivales. Un rato después,
entra el peronismo.
El congreso terminó cerca de
las 9 del domingo, cuando la energía casi no hacía sonar más bombos.
Los votos estaban puestos y, más tarde, los agotados dirigentes
estudiantiles hacían sus balances. "Estamos muy satisfechos porque
participó todo el abanico ideológico. Esto fortalece al movimiento y a
nuestros proyectos para transformar la universidad", dijo Ernesto
Brunetto (MNR-Alianza). También contentos, los justicialistas agitaban su
segundo puesto: "Siempre fuimos la segunda fuerza, sólo nos ganaban
cuando se juntaba la izquierda --se ufanó Rubén Torelli, que el mismo sábado
fue elegido secretario general de la JUP--. Ahora estamos decididos a
meternos de lleno en la FUA", avisó. "El dibujo general no es
bueno para la izquierda. Pero igual está muy claro que la verdadera
oposición somos nosotros. El PJ no existe en las universidades",
retrucó Alberto Vivanco, de la Unidad Opositora, que no logró acordar
con la CEPA un frente común como en 1998.
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