Por Cristian Alarcón
Los
fieles de la parroquia Cristo Redentor de Villa Ramallo no sabían por
qué entre los habituales devotos esta vez resaltaba el uniforme de un
jefe policial de la Bonaerense. Lo sospecharon apenas el cura pidió, en
la misa en la que cada mes ruega por las almas de los muertos en la
masacre, que se dieran la paz. Liliana Perret, la esposa del contador
asesinado Carlos Santillán, en la ceremonia junto a sus dos hijos, casi
no tuvo tiempo de asimilarlo. Sintió que alguien le tocaba la espalda, y
al darse vuelta, el uniformado, recién designado jefe de la Departamental
San Nicolás, le entregó una carta y le dio un abrazo. En la misiva
dirigida �a una madre y sus hijos�, pedía perdón en nombre de la
fuerza, por �el inmenso dolor que el uniforme les ha causado�. Se
espera que en los próximos días varios de esos uniformados sean
procesados por el homicidio de los dos rehenes y un delincuente. �Quiero
que por favor se entienda �le dijo ayer a Página/12 Liliana Perret�
que yo sólo agradezco el gesto de quienes no estaban ahí y quieren
limpiar su imagen. Pero yo no estoy perdonando a aquellos que tiraron y
mataron, no voy a tener paz hasta que digan �yo maté, yo me equivoqué,
fulano me mandó�. Pedir perdón es fácil, hacer una verdadero mea
culpa no�.
�Queremos decirle que a partir de esta tragedia, sentimos que no somos
los mismos, ya que hasta nuestras familias nos miran con otros ojos, pese
a que prácticamente la totalidad de la fuerza se hallaba muy lejos del
lugar de los acontecimientos.� Así reza uno de los párrafos centrales
de la carta, firmada y entregada por el comisario inspector José Ferrari,
quien asumió la jefatura policial de San Nicolás el 6 de este mes.
Ferrari, en diálogo con Página/12 explicó: �La idea de escribir esa
carta es algo que nació en mí desde el primer día después de ocurrido
Ramallo�. El 17 de setiembre de 1999, cuando los tiros de la policía
mataron a uno de los delincuentes, Javier Hernández, al contador
Santillán y al gerente Carlos Chávez, Ferrari era director de
investigaciones de San Martín. �Ese día me acosté a dormir cansado,
preocupado por lo que pasaba y a la madrugada me despierta mi mujer más
temprano de lo normal y muy mal: �ustedes son todos unos asesinos�, me
dijo.�
Ferrari dice que le �costó mucho explicarle que no tenía nada que ver
y que formaba parte de una fuerza que había actuado de esa manera�.
Cuando fue trasladado a San Nicolás y se enteró de que se haría una
marcha y una misa por las víctimas en el pueblo, decidió concretar su
idea. �La hicimos entre cuatro o cinco, cada uno hizo su versión y
después acordamos. Mis propios compañeros me dijeron te van a escupir,
te van a tirar piedras�, contó. El texto final de la carta dice: �Desde
lo más profundo le decimos que habríamos estado orgullosos de haber dado
la vida para que el luctuoso episodio que hoy causa un dolor irreparable
en la familia no hubiera ocurrido. Sabemos que esto puede ser creíble o
no, pero le juramos por Dios, que es el Ser Supremo, y por nuestros hijos
que son terrenales, que lo habríamos deseado�.
Ferrari no elude hablar sobre los policías que dispararon contra los
rehenes: �Somos conscientes de que hay responsables sin lugar a dudas,
pero estamos convencidos de que no lo han hecho con intencionalidad, pero
esto será juzgado en este mundo por la ley de los hombres y con el
tiempo, que es inclaudicable, por el Señor�. La carta termina: �Desde
ya, y entendiendo el inmenso dolor que el uniforme les ha causado, pedimos
perdón�.
�Es fácil entregar una carta hecha por computadora y pedir perdón �le
dijo ayer a este diario la viuda de Santillán�. Yo agradezco ese gesto
pero no puedo dejar de estar muy enojada. No tengo armas sanas para luchar
contra esta gente, estos tiradores, contra el poder, contra el juez.� En
la misa en la que recibió además de una carta para su familia, una copia
para la familia Chávez �que todavía no fue recibida en San Nicolás,
donde viven ahora la esposa y las hijas del gerente�, Liliana estaba con
sus hijos. �Hay que entender que somos personas diferentes y en mi casa
la carta a nadie le cayó bien. Ellos ni siquiera se muestran
reconfortados por esto�, contó.
�En mi caso que quede claro �pidió� que no porque dije �disculpo�,
no tengo dolor con los que dispararon, que lamentablemente son
uniformados. Que por favor se entienda que sólo agradezco el gesto de los
que no estaban ahí, que querían limpiar su imagen. Pero yo no estoy
perdonando a aquellos que tiraron y mataron, no voy a tener paz hasta que
digan �yo maté, yo me equivoqué�, o quién los mandó�. Yo no sé
si cuando los tenga en frente voy a decir los perdono, pero que alguno se
haga cargo. Con esta carta puedo tener un alivio, pero no voy a tener paz.
Le hablo de la paz de los hombres, porque paz espiritual tengo de sobra.�
LA POLICIA DEFINE DONDE
PODRAN ESTAR LOS PERIODISTAS
Qué hacer cuando hay rehenes
Con el fin de
controlar y poner orden en las coberturas periodísticas en casos de tomas
de rehenes, el jefe de la Policía Federal, comisario Rubén Santos,
recomendó a los medios que desalienten �cualquier intento
individualista que ponga en riesgo la vida de los periodistas o de
terceros�. En una circular dirigida a los directores de los medios, el
jefe policial anunció que de aquí en más, en casos de este tipo, se
dispondrá �un anillo de seguridad�, ubicado a no menos de cien metros
del lugar del hecho, donde podrá trabajar la prensa, y advirtió que
quienes no respeten las indicaciones serán �desplazados� por personal
policial. La decisión implica un giro de 180 grados respecto de la
anterior gestión policial, durante la cual hasta se autorizó a dos
periodistas a llegar con sus cámaras hasta el lugar donde un captor
había tomado rehenes, para negociar con el asaltante, en un caso ocurrido
en noviembre en las oficinas del Conicet.
A través de una circular, Santos informó de qué manera se delimitará
la zona de conflicto, conformando tres anillos de seguridad:
Una zona de
control absoluto, delimitada por inmuebles, vehículos o cualquier otro
ámbito ocupado por los captores y los rehenes. En ese área, la policía
procurará evitar que los delincuentes logren desplazarse con sus rehenes.
La zona sólo será penetrada por el grupo táctico como último recurso
�para ejecutar un asalto de emergencia, cuando la actividad negociadora
no permita disuadir a los captores y corra riesgo la vida de los rehenes�.
Una zona de
control relativo, que consiste en un anillo con un radio de 100 metros
desde la zona anterior, aunque podrá ampliarse a criterio del personal
policial. Esta área estará delimitada por cintas o un vallado policial,
y sólo podrán tener acceso los grupos tácticos y los negociadores.
Una zona
segura, tercer anillo de seguridad donde se establecerá el centro de
operaciones policiales, los equipos sanitarios y de apoyo, y el centro de
información a los medios, �desde el cual cumplirán su cometido los
periodistas�. Este perímetro se ubicará a no menos de 100 metros del
anterior. El lugar estará vedado para los curiosos: no podrán entrar
allí vecinos ni transeúntes.
De acuerdo con la comunicación, las previsiones tienen como objetivo �asegurar
la zona de conflicto para preservar vidas humanas, no sólo de los rehenes
sino también de vecinos, transeúntes, periodistas, personal policial y
de los propios delincuentes�. �Los medios periodísticos deben
respetar fielmente las zonas delimitadas�, exhorta la resolución. Y
advierte que �el personal policial se encontrará facultado para
desplazar a aquellos periodistas que no respeten los límites demarcados o
las indicaciones que se efectúen�.
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