The Guardian de Gran Bretaña
Por Suzanne Goldenberg desde Jerusalén
En un momento
cargado de sentimiento, el Papa llegó anoche a Tierra Santa en un
peregrinaje que combinará su deseo particular y privado de reflexión
espiritual con un mensaje público de reconciliación. �Es con profunda
emoción que pongo un pie en esta tierra que Dios eligió para �levantar
su carpa�, dijo Juan Pablo II después de descender de un avión de la
aerolínea real jordana en la húmeda pista del aeropuerto de Tel Aviv.
�En este año del 2000 aniversario del nacimiento de Jesucristo, fue mi
mayor deseo personal venir aquí y orar en los lugares más importantes en
los que, desde tiempos inmemoriales, han visto las intervenciones de Dios
y los milagros que El hizo,� dijo. El Papa ha soñado con este viaje
desde los comienzos de su papado en 1978. Pero ayer no había ninguna
forma de confundirlo con un humilde peregrino. Aterrizó mientras sonaban
las trompetas de una guardia de honor militar. Fue saludado por los
dignatarios israelíes, incluyendo al presidente, el primer ministro y el
alcalde de Jerusalén, a los que se sumaron los líderes religiosos
cristianos, musulmanes y drusos. La pompa de la recepción remarcaba la
importancia política de esta primera visita de estado a Israel por un
primer mandatario del Vaticano, obispo de Roma, y sumo pontífice de la
Iglesia Católica Apostólica Romana, y también los esfuerzos del Papa
para reconciliar siglos de desconfianza entre católicos y judíos.
Pero la breve ceremonia de bienvenida también contenía un augurio del
tortuoso trayecto que tiene por delante el Papa mientras sigue los pasos
bimilenarios de Jesús, el judío que fundó la Iglesia Católica. Durante
los siguientes seis días cada palabra que diga será mil veces analizada
en su significado. Y no sólo por los judíos comunes, sino también por
los funcionarios palestinos e israelíes que buscan apoyo para sus
respectivas aspiraciones políticas. Inmediatamente después de que la
banda tocó los himnos de Israel y del Vaticano, siguió con Jerusalén de
Oro, un himno que proclama estentóreo el reclamo histórico de los
judíos sobre la ciudad santa. Hasta el alojamiento del Papa se ha vuelto
motivo de conflicto. Los activistas palestinos izaron clandestinamente su
bandera nacional cerca de la residencia apostólica en el Monte de los
Olivos, en el este de Jerusalén, y los funcionarios israelíes la bajaron
después con la misma rapidez.
La última visita papal, en 1964, fue un asunto furtivo, durante la cual
el papa Pablo VI jamás mencionó la palabra �Israel�. El Papa actual,
Juan Pablo II, reconoció que esa etapa había pasado. Dijo que los �judíos
y los católicos deben hacer juntos valientes esfuerzos para eliminar toda
forma de prejuicio�. �Y los esfuerzos de reconciliación deben ir aún
más lejos, abarcando la tercera fe de la Tierra Santa, el Islam�,
agregó.
Las del Papa fueron palabras dulces para el presidente del país, Ezer
Weizman, quien dio la bienvenida oficial. Pero Weizman no pudo resistirse
a sacar el mayor partido posible de la presencia del Papa. Mencionó el
reclamo de Israel por Jerusalén, un reclamo no reconocido por la
comunidad internacional. �Usted está llegando esta noche a Jerusalén,
la ciudad de la paz, la capital del estado de Israel, el corazón del
mundo judío,� dijo. �Jerusalén ha estado en el corazón del pueblo
judío durante todas la generaciones, es lo que nos da nuestra
inspiración espiritual. Jerusalén es la ciudad de la eternidad.�
Los palestinos tendrán su oportunidad de responder hoy a las maniobras
políticas de Israel, cuando el Papa visite Belén, la ciudad natal de
Jesús hace dos mil años, y uno de los puntos que las sucesivas Cruzadas
cristianas quisieron reconquistar a los musulmanes en la Edad Media.
Belén está bajo el control de la Autoridad Palestina.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
Claves
El eje
de la visita papal a Jerusalén es la internacionalidad que la Iglesia
reivindica para la ciudad como capital de las tres grandes religiones
monoteístas (judía, cristiana y musulmana).
Eso choca
con la posición israelí de que Jerusalén es su capital indivisible,
y favorece el reclamo palestino de la parte este como su futura
capital. |
Desbloquean negociaciones
Tras dos meses de bloqueo, israelíes y palestinos reanudaron ayer
en la base del ejército norteamericano de Bolling, en el Estado de
Washington, las negociaciones de paz. El israelí Oded Eran y el
palestino Yasser Abed Rabbo, bajo la mirada del mediador Deniss Ross,
tratarán de establecer un programa de trabajo y un calendario �acuerdo
marco� que deberá permitir luego iniciar, en otro lugar, las
verdaderas y definitivas negociaciones, bautizadas con el nombre de
Estatuto Final, en el que se contemplan multiplicidad de problemas que
incluyen entre otros el futuro de Jerusalén, la definición de
fronteras, distribución de agua, retorno de refugiados y sobre todo
aprobación de un posible Estado de Palestina.
Las discusiones sobre este acuerdo-marco, que se prolongarán durante
una semana, deberán efectuarse a contrarreloj, ya tienen un retraso
de más de un mes sobre el calendario inicialmente previsto, puesto
que ambas partes se habían comprometido a tenerlo listo para el
pasado 13 de febrero, con la intención de poder alcanzar un acuerdo
final para el 13 de setiembre.
Las negociaciones se iniciaron ayer en Washington pocas horas después
de que el ejército hebreo se retirara del 6,1 por ciento de
Cisjordania, entregando a la Autoridad Palestina el control efectivo
de todo este territorio, que supone unos 300 kilómetros cuadrados.
Con este repliegue Yasser Arafat detenta el control sobre el 42,9 por
ciento de Cisjordania, aunque en su mayor parte son territorios
calificados de B, en los que Israel tiene aún potestades de tipo
militar y policial, aunque no de orden administrativo. El repliegue
del ejército hebreo, como suele suceder en estas ocasiones, estuvo
precedido de un incremento de la tensión entre las dos comunidades.
Esta vez el escenario escogido fueron las cercanías de la ciudad de
Hebrón, donde en la noche del lunes al martes tres colonos judíos,
estudiantes de un seminario rabínico, fueron heridos por balas,
disparadas sobre el coche en que viajaban. Horas más tarde un soldado
israelí disparaba a su vez, desde un control militar de la misma
ciudad, sobre un coche palestino, matando a una mujer e hiriendo al
conductor. |
TENSION ISRAELO-PALESTINA A
FLOR DE PIEL EN CIUDAD SANTA
Preparan una �revuelta de
banderas�
El País de Madrid
Por Ferrán Sales desde Jerusalén
La llegada del Papa
a Jerusalén ha hecho estallar con toda virulencia las tensiones
políticas entre israelíes y palestinos sobre el control de la Ciudad
Santa. La policía hebrea detuvo ayer a varias decenas de jóvenes
palestinos cuando festejaban la venida del Pontífice, lo que ha provocado
la enérgica protesta de dirigentes de la OLP, que han manifestado la
firme determinación de hacer ondear su bandera en lo alto de los
mástiles en el sector este de la ciudad. �No toleraremos infantilismos
por parte de los palestinos�, ha afirmado en tono amenazador el ministro
israelí Haim Ramón, encargado de las relaciones con el Parlamento y
responsable de la organización de la visita del Papa.
Ramón se refería a la explosión de alegría popular de centenares de
jóvenes palestinos, que celebraron la llegada del Pontífice, agitando al
mismo tiempo sus banderas nacionales y carteles con la fotografía del
presidente Yasser Arafat, en el sector este de la ciudad. La policía
israelí actuó con determinación y detuvo a varias decenas de estos
jóvenes manifestantes, acusándolos de haber instigado disturbios y de
haber asimismo arrancado banderas israelíes de sus mástiles,
reemplazándolas por enseñas de Palestina. Ocho de los arrestados fueron
puestos en libertad inmediatamente después de que firmaran un documento
en el que se comprometían a abandonar Jerusalén mientras dure la visita
papal, pero otros tres pasaron a disposición judicial, al encontrárseles
una pistola y balas con las que según ellos pretendían �matar judíos�.
La represión policial sobre los palestinos en Jerusalén ha provocado la
reacción airada de los dirigentes de la OLP, quienes han reclamado el
derecho a �celebrar la visita del Papa en nuestra ciudad, en nuestra
capital�, refiriéndose a Jerusalén oriental, e incluso a politizar la
estancia del Pontífice, ya que como explicaba a la prensa la diputada y
ex ministra cristiana Hanan Ashrawi: �Juan Pablo II no viene únicamente
a ver las piedras sino para ver también las realidades humanas en
Palestina, y en Jerusalén en particular�.
Los seguidores de Yasser Arafat confiesan estar preparando en Jerusalén
una verdadera �revuelta de banderas�, mientras desde Casa de Oriente,
sede oficiosa del gobierno palestino en la ciudad, se repartían ayer
enseñas nacionales, con un orden clara: �Esconderlas en casa, hasta que
llegue el momento adecuado�. Ayer se entregaban también gratuitamente
camisetas en las que se podía leer �Jerusalén la eterna capital de
Palestina da la bienvenida a Su Santidad el Papa�. Por su parte un grupo
de medio centenar de imanes y sacerdotes árabes ultimaban ayer al
mediodía los detalles de un documento en el que se reivindica la
intervención del Pontífice para �defender el derecho del pueblo
palestino sobre la ciudad de Jerusalén�. El texto del documento,
escrito en árabe, inglés e italiano, que está siendo firmado por
centenares de ciudadanos, será entregado a Juan Pablo II el próximo
domingo, el último día del peregrinaje papal a Tierra Santa. La ofensiva
palestina sobre Jerusalén ha hecho reflexionar a los dirigentes
religiosos judíos, quienes ayer inesperadamente decidieron bajar la
guardia y mitigar tensiones, divulgando un comunicado, firmado por el Gran
Rabinato de la capital, en el que se aceptan las disculpas que el Papa
había presentado al pueblo hebreo desde el Vaticano el pasado 12 de marzo
y que un amplio espectro de los rabinos había considerado �insuficiente�
ya que no hacía referencia ni condenaba la actitud del Papa Pío XII con
respecto al Holocausto nazi.
La bienvenida de los rabinos de Jerusalén escondía además otro
objetivo: desautorizar a los sectores radicales judíos, que han
desencadenado unacampaña contra la visita, organizando todo tipo de
manifestaciones, incluida un exorcismo �Pulsa Denura� que como mandan
los rituales tuvo como escenario un cementerio, el de la ciudad de Safed
en el norte de Israel, donde un grupo de diez ultraortodoxos se conjuraron
para pedir y rezar por la muerte del presidente palestino Yasser Arafat,
del presidente sirio Hafez El Assad y sobre todo del papa Juan Pablo II,
al tiempo que eran filmados por la televisión de Tel Aviv.
opinion
Por Amos Oz * |
En la ruta del rabino Jesús
Los miembros más ancianos de mi familia, refugiados judíos del
este de Europa, miran hacia otro lado cada vez que pasan por delante
de una iglesia. Algunos se ponen tensos cuando ven una cruz o si
oyen el sonido lejano de campanas de iglesia. Cuando era niño
solía hacer muchas preguntas sobre Jesús, pero no recibía más
que respuestas reticentes. En presencia de algunas de mis tías,
hablar de Jesús y hablar de sexo provocan la misma reacción: ¿por
qué no hablamos de algo agradable? Cuando tenía ocho o nueve
años, un día, al volver del colegio, le dije a mi abuela que
Jesús era judío. Pensé que se apresuraría a negarlo, pero se
limitó a responder con tristeza: �Ojalá no lo fuera. Desde hace
miles de años, todos los judíos cargamos con la culpa de los líos
que él solo se buscó�. Pasé mis años de crecimiento con una
extraña mezcla de emociones sobre �ellos� y �nosotros�, y
descubrí que me sentía más cercano a Jesús y los judíos �los
más desvalidos� que a la Iglesia y mis tías.
Muchos años después, viajé en un compartimento de segunda clase
de un tren nocturno francés con dos jóvenes monjas católicas.
Charlamos para pasar el tiempo y salió a relucir que yo era de
Jerusalén. En cuanto lo dije, se intercambiaron una mirada alarmada
y una de ellas me preguntó, tímidamente: �¿No está Jerusalén
lleno de judíos ahora?�. Le respondí que, de hecho, yo era
judío. Silencio. Entonces, la más joven dijo: �Era tan bueno;
¿cómo pudieron hacerle eso los judíos?�. Había una tristeza y
un dolor tan profundos en su voz que me dieron ganas de decirle que
yo no había sido, que aquel viernes concreto precisamente tenía
una cita con el dentista. De pronto, quizá por primera vez en mi
vida, este judío nacido en Israel empezó a comprender de qué no
hablaban mis tías y mi abuela.
Y, sin embargo, cuanto más leo sobre Jesús, más estoy de acuerdo
con la monja, por lo menos en un aspecto: era verdaderamente bueno.
El hecho de que su nombre evoque tanto resentimiento entre los
miembros de mi familia, en millones de judíos, está relacionado
con sus discípulos, no con él. En primer lugar, está relacionado
con la Iglesia Católica, que durante milenios se dedicó a
calificar a los judíos de asesinos de Dios. Qué temibles y
horripilantes debían de parecer a generaciones de sencillos
creyentes cristianos: unas gentes capaces de haber matado a un Dios
tenían que ser sobrehumanos y, al mismo tiempo, infrahumanos. Pero
mi Jesús no es ninguna de las dos cosas. Es completamente
humano.
Cuando el papa Juan Pablo II viaje a Nazaret y Belén, al mar de
Galilea y a Jerusalén, seguirá los pasos de uno de los judíos
más genuinos que jamás han existido. Yo lo llamo, con frecuencia,
el rabino Jesús. A algunos amigos míos, tanto judíos como
cristianos, les incomoda este título, pero los seguidores
originales de Jesús le llamaban muchas veces eso: �Rabino�, una
palabra hebrea que no significa �padre�, ni �profeta�, ni
�santo� sino sencillamente �maestro�. Y un maestro es lo que
fue; un maestro judío no ortodoxo que quería devolver el judaísmo
a lo que consideraba sus puros orígenes, o empujarlo hasta lo que
le parecían sus consecuencias irrenunciables. Ni tiene que decir
que no era cristiano: enseñó y debatió en muchas sinagogas, pero
nunca pudo poner el pie en una iglesia, ni se santiguó, ni se
arrodilló ante una cruz, icono o imagen; jamás en su vida. En
términos modernos, tuvo una vida de judío reformista y una muerte
de judío no conformista.
A menudo me pregunto cómo se habría sentido el rabino Jesús
dentro de una catedral o en medio de las manifestaciones terrenales
del poder católico. Me pregunto qué le habría parecido a aquel
sincero e irónico joven poeta descalzo de Galilea el vicario de
Cristo si se lo hubiera encontrado en sus viajes por la Galilea
actual, con su séquito majestuoso y rodeado de miles de guardias
armados judíos. ¿Se consideraría Jesús uno de los invitados? ¿O
uno de los anfitriones? ¿Estaría entre las multitudes aclamadoras?
¿Se arrodillaría? La visita del Pontífice a Galilea, ¿le haría
sentirse como mis tías y mi abuela, o más bien como las monjas
francesas? Durante miles de años, los judíos han sido el blanco
del amor cristiano. Les han dicho sin cesar que debían cambiar. Que
tenían que amar a Jesús tanto si lo amaban como si no. Como, en
general, a los judíos les costaba mucho amar a Jesús, los
inquisidores españoles, los cristianos responsables de los pogroms
o los antisemitas de la casa de al lado estaban siempre dispuestos a
ayudarles a encontrar el amor. En el vocabulario de la Iglesia, �la
conversión de los judíos� llegó a ser sinónimo del segundo
advenimiento y la salvación del mundo. Al rechazar tercamente a
Jesús y negarse a la conversión, los judíos han sido los
culpables de posponer la redención y, por consiguiente, han
prolongado el sufrimiento del mundo. Por tanto, deben ser
crucificados.
La única de mis tías que sigue viva (aunque ya muy anciana) no
está satisfecha. Insiste en que la petición de perdón no basta,
que la Iglesia Católica �y el mundo cristiano en general� tiene
que hacer todavía un serio examen de conciencia y una labor de
autocrítica con respecto a su tratamiento histórico de los
judíos. En su opinión, lo mínimo que pueden hacer ahora los
cristianos para expiar sus numerosos pecados contra los judíos es
ponerse del lado de Israel en su disputa con los árabes. Mi tía
cree que, aunque este conflicto no es más que una escaramuza
pasajera a propósito de los derechos sobre el territorio, el
conflicto judeocristiano tiene un aspecto oscuro y teológico que no
puede resolverse mediante negociaciones diplomáticas: al fin y al
cabo, los árabes sólo nos acusan de robarles sus tierras, no de
traicionar a su Dios. Al hablar de la inminente visita del papa Juan
Pablo II, mi tía comentó, en parte para sí misma: �Quizá está
bien que sea polaco. Yo también soy polaca. Los dos sabemos lo que
de verdad les hicieron los católicos a los judíos. El Papa
debería contárselo a Arafat�.
�Perdónales �dijo el rabino Jesús� porque no saben lo que
hacen.� Bueno, estoy dispuesto a asumir la tradición cristiana
del perdón, pero no con el �no saben�. Aunque debamos intentar
perdonarnos unos a otros por las injusticias pasadas, no podemos
hacerlo basándonos en el infantilismo moral o la imbecilidad
ética. Todos sabemos lo que hacemos cuando infligimos dolor,
causamos humillaciones o cometemos agravios, porque en alguna
ocasión a todos nos ha tocado ser víctimas de ello.
Mi abuela lo sabía y, al menos por lo que respecta a los santos
lugares que tanta ira despiertan, creo que su propuesta es la única
realista. Pero, ¿estaría dispuesto el Papa a apoyarla? ¿Pueden
vivir con ella judíos y musulmanes? ¿Podemos sobrevivir todos sin
ella?
* Escritor y periodista |
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