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La música para la eternidad de un
puntual oficinista de la música

Johann Sebastian Bach posiblemente nunca imaginó que su música perduraría más allá de cada domingo. El Volumen 9 de la integralde sus cantatas demuestra por qué Bach es, hoy, un músico "absoluto".

Johann Sebastian Bach compuso más de doscientas cantatas.
Ya se editó el Volumen nueve de la integral que dirige Ton Koopman.

Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) Las preguntas son: ¿Bach sabía que era un genio? ¿Alguna vez pensó que lo suyo se trataba de otra cosa que de ser el puntual oficinista de la música que de hecho fue durante toda su vida? ¿En algún momento ese compositor provinciano, alejado de los grandes centros culturales de la época (Venecia, Nápoles, Dresde, Londres, Postdam) se atrevió a fantasear acerca de cuál podría haber sido su destino de haber nacido en otra parte? Johann Sebastian Bach, ya ciego, con diez hijos y unas 2000 obras en su haber, ¿fue capaz de pensar en lo que le depararía la historia de la música, en una época en la que la historia de la música todavía no se había inventado?
Las preguntas, por supuesto, no tienen respuesta. Y no importa. El mundo cambió definitivamente, la idea del arte se encumbró y se derrumbó, la figura del artista se construyó y se cayó abajo, y ya poco puede interesar qué es lo que Bach pensaba de sí mismo en un momento en que ninguna de las categorías actuales acerca de la valoración del arte estaban vigentes. Ayer se cumplieron 215 años de su nacimiento y el próximo 28 de julio habrá transcurrido un cuarto de milenio desde su muerte. Y sin embargo, Bach sigue siendo el dios y custodio de la tradición musical de Occidente. De hecho, Bach es hoy el símbolo más acabado de la música absoluta, aunque sus obras sean misas, cantatas en las que les hablaba a los fieles de los temas religiosos de cada domingo, piezas didácticas y composiciones de entretenimiento para príncipes y nobles. Por eso es que la deslumbrante integral de sus cantatas que está dirigiendo el holandés Ton Koopman y de la que acaba de editarse el noveno volumen tiene un valor musical que va mucho más allá (o más acá) del escueto fin para el que estas obras fueron escritas.
Esta edición completa (de la que ya van 37 CDs publicados, agrupados en 9 cajitas, y que se completará con el volumen 20) es la primera que no sigue el número de catálogo (que obedece sobre todo a similitudes en las instrumentaciones) si no lo que se sabe sobre sus fechas de composición. Los primeros 3 volúmenes cubrieron las cantatas sagradas y profanas del período de Arnstadt, Mühlhausen, Weimar y Köthen (1706-1723). Los volúmenes 4 y 5, las cantatas profanas de Leipzig (1723-1750), entre ellas las famosas �del café� y �Nupcial�. Desde el volumen 6 hasta el 20, la colección cubre las cantatas religiosas de ese mismo período, cuando Bach fue maestro de capilla de Santo Tomás y componía una cantata para cada domingo.
Las cantatas agrupadas en esta novena entrega de la integral tienen la característica de estar escritas para medios particularmente ricos: oboes, trompeta y fagot para la BWV (Bach Werke Versainig, o sea el catálogo de obras de Bach) 48 �una de las más hermosas de todas las que compuso�, BWV 70 y BWV 66, oboes d�amore (oboes graves más tarde caídos en desuso) en la BWV 154, 138, 37 y 86, dos flautas traveseras en la BWV 173a, oboes da caccia en la BWV 166. La variedad de texturas es asombrosa y la detallista dirección de Koopman, al frente de un grupo de instrumentistas excelentes, un coro magnífico y muy buenos solistas �entre ellos el tenor Christoph Prégardien y el bajo Klaus Mertens�, logra que estas 12 cantatas brillen con luz propia. La excepcional calidad y realismo de la grabación es un atractivo más.

 

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