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EL NUEVO PROGRAMA DE JAIME BAYLY SE VERA POR CANAL á
�A mi, aún me fascina el riesgo�

El animador y escritor peruano inicia en abril una nueva etapa de su show televisivo, que llegará aquí en vivo por una señal de cable dedicada a la cultura. En esta entrevista cuenta por qué seguirá apostando a generar polémicas.

Jaime Bayly dice que ya tiene 35 años, por lo que ha dejado de ser un niño terrible.


Por Cecilia Bembibre

t.gif (862 bytes) Camila Bayly tiene tres años. Hace poco le preguntaron en el colegio cuál era la profesión de su padre. �Es famoso�, respondió, y él está convencido de que eso lo resume todo. Pero la fama de Jaime Bayly no es sencilla. La suya es una celebridad adquirida con un premio de la noche a la mañana. En el proceso de ser famoso, Bayly, que se presenta a la entrevista con Página/12 con media manzana en la mano y pide con voz infinitamente amable un jugo de naranja, dio vuelta el elegante traje de la alta sociedad limeña y mostró todo. Y lo peor, lo hizo en primera persona. Pero las cosas son aún más complejas: mientras tanto, y en un ejercicio voluntario de esquizofrenia, se hizo famoso también como un joven gentil y cholulo que cada noche recibía a otras personalidades en su programa de entrevistas desde Miami. A la Argentina, los libros de Bayly llegaron puntualmente, las ediciones de su programa sólo a veces, y la película sobre la primera novela, No se lo digas a nadie, nunca se estrenó. Moderado por definición propia, pero siempre famoso, Bayly reaparece con �El show de Jaime Bayly�, su nuevo ciclo televisivo, que aquí estrenará Canal á el 2 de abril a las 21. �Es un nuevo estilo, un programa un poco más juguetón, travieso, irreverente. No es estrictamente de entrevistas, las incluye, pero presenta además rutinas de humor, números extravagantes... soy el presentador y el productor del programa y tengo un gran equipo. Es una especie de late show a la manera norteamericana, claro que con un presupuesto tercermundista�, describe.
�Hay géneros televisivos norteamericanos que son difíciles de adaptar, como las sitcom. ¿Se encontró con esta dificultad en este nuevo ciclo?
�Sí. Por eso creo que es bien importante no copiar, no imitar a nadie. Estamos tratando de que este programa sea un reflejo más o menos fiel de mi personalidad. El humor cuando es forzado no es gracioso. En el primer programa los invitados son dos gemelas peruanas conejitas de Playboy, un clarividente argentino, una travesti cubana, un vendedor de hierbas afrodisíacas... no sé si es delirante o qué, pero creo que ha salido bastante divertido. Me han dicho que si sale bien me dan dos horas: lo terrible es que compito con Don Francisco (N. de R.: el equivalente mexicano a Mateyko, y el personaje televisivo que Bayly ha señalado en el pasado como aquel en quien nunca querría convertirse). Yo siempre dije que no quiero ser como Don Francisco, y ahora todo apunta a que voy camino de.
�¿Cree que será cuestión de retirarse a tiempo?
�O de tomárselo con calma, engordar, comprarse un yate y no tener remordimientos...
�La industria televisiva en Miami genera productos con una identidad �latinoamericana� tan eficaz como artificial. ¿Cómo es su experiencia con un programa de habla hispana cuyo público es toda América latina?
�Bueno, es cierto que a veces es algo artificial, pero también he percibido que hay productos muy artificiales hechos en México DF o en Caracas o en Lima o en Buenos Aires. No es la ubicación geográfica la que determina que el producto sea bueno o malo. Se puede hacer un muy buen programa de televisión en Miami: depende de quién esté definiendo el contenido y el espíritu. Yo soy, aparte, un defensor de Miami. Sé que tiene mala fama en Latinoamérica, porque la vemos como una ciudad sin historia, sin cultura, y es frivolona y la gente va de shopping. Pero conmigo siempre ha sido amable.
�¿Cuál cree que fue su idea más radical en televisión?
�He hecho algunas cosas arriesgadas en televisión. Por ejemplo, en mi país, más de una vez me han preguntado por algunas experiencias turbulentas de mi vida personal, y yo he tratado siempre de contestar con bastante franqueza y hasta con un cierto atrevimiento. A veces también he hecho algunas preguntas subidas de tono. Pero hay que arriesgar, creo que el público lo aprecia aunque a veces transgredas el límite. A mi aún me fascina el riesgo
�¿Se ha moderado?
�Mucho, mucho. Me he moderado y me he purificado, ahora soy un chico muy sano y llevo una vida muy ejemplar, como verás: frutas, zumos de naranja, no fumo, no bebo, no uso drogas, todo eso quedó atrás. Y voy al gimnasio regularmente, todos los días.
�¿Sigue en pie su proyecto de abandonar la televisión a los cuarenta, para dedicarse solamente a escribir?
�Acabo de cumplir 35 y ya no estoy tan seguro de eso. Vamos a posponerlo para los 45... Mi sueño es escribir únicamente, vivir de mis libros y no tener que hacer televisión; pero tengo una familia, estoy acostumbrado a vivir más o menos cómodamente, no tengo ninguna vocación de ser... pues, pobre. Y la televisión ayuda, eh.
�¿Qué clase de críticas hace a su propio trabajo?
�Creo que alguna página puede salvarse. Supongo que no soy muy buen crítico porque al final del día soy blando y complaciente conmigo mismo; pero desde luego no he escrito ninguna obra maestra ni la escribiré y no quiero ganar el Nobel, sólo pienso que algún que otro párrafo mío se puede salvar. Vamos a ver cómo me trata el tiempo.
�¿Era un chico popular cuando iba a la universidad en Lima?
�Cuando yo estaba en la universidad ya trabajaba en la televisión, salía todas las noches y por eso tenía una cierta notoriedad, aunque eso también provocaba ciertos celos.
�Su imagen pública es dual: el Bayly presentador televisivo es prolijo y complaciente; el Bayly escritor es excesivo y sumamente cínico ¿el tiempo borra o acentúa su esquizofrenia?
�No lo sé. Por lo pronto ambos conviven en una muy precaria armonía; a veces se enojan, se pelean e incluso se agreden físicamente uno al otro (ríe). Yo soy un chico bueno, soy un chico suave, tengo buenos modales... pero a veces me posee el demonio. No lo puedo evitar.



Los políticos en televisión

Antes de cumplir los veinte años, Jaime Bayly era columnista político en el diario más conservador de Perú, como cumpliendo un mandato familiar. Poco después, una pregunta audaz al por entonces presidente Alan García lo desterró de la televisión peruana, donde había comenzado una carrera importante. Ahora, asegura que entrevistará a políticos en su nuevo ciclo sólo �si se atreven� a enfrentar sus preguntas picantes. �En general, los políticos son aburridísimos, aunque he visto que se han hecho aquí algunos intentos por sorprenderlos y descolocarlos, en �CQC� y �Día D�. Pero eso es difícil. Los políticos son como actores de provincia. En su mayoría no tienen nada que decir, y suelen dar muy malas entrevistas�.

 

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