Caminos del Cóndor
Por Juan Gelman |
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Los caminos del Plan Cóndor siguen transitados y cruzan ámbitos
inesperados de la esfera civil. El juez uruguayo Juan Carlos Contarini, un
letrado entendido .-se espera� en materia de Derecho, bloquea la
rogatoria del juez argentino Gustavo Literas en que se le solicita que por
su intermedio se pregunte al Ministerio de Defensa del Uruguay si el
teniente coronel (R) José Nino Gavazzo, el coronel Jorge Silveira, el
mayor (R) Manuel Cordero y el comisario Hugo Campos Hermida desempeñaron
alguna misión en la Argentina desde 1976 a 1982, en qué ámbito y con
qué grado militar. Que la desempeñaron, la desempeñaron: todos esos
militares uruguayos revistaron en el centro clandestino de detención
Automotores Orletti, polo argentino del Plan Cóndor, y eso es notorio. El
Dr. Carlos Menem los indultó a pedido del entonces presidente uruguayo,
Dr. Julio María Sanguinetti �favor con favor se paga� y también eso
es notorio. Curiosas, en cambio, son las características del decreto que
los indultó, que vino acompañado de otro que otorgaba la misma gracia a
represores argentinos.
�Cuando el juez Literas pidió al Poder Ejecutivo copias autenticadas de
los decretos 1002/89 y 1003/89 �señaló el Dr. Alberto Pedroncini a
Página/12�, sin expresar el objeto de cada uno de ellos, pues basta
individualizarlos por su número y fecha, el entonces Secretario General
de la Presidencia Alberto Kohan contestó que, puesto que el requerimiento
del magistrado no mencionaba el tema de cada decreto, le hacía llegar
copia autenticada de cuatro decretos del Ejecutivo que respondían a esos
números y a esa fecha: los decretos 1002 y 1003, ambos del �89,
firmados por el presidente Alfonsín, y los decretos 1002 y 1003, también
del �89, firmados por el presidente Menem. Del texto de esas copias
resulta que los dos primeros se refieren a créditos para pequeñas y
medianas empresas, y los dos últimos a los indultos mencionados. La
existencia de decretos �mellizos� del mismo año y con el mismo
número vulnera el principio de consecutividad e individualidad que hace a
la presunción de legitimidad de todo acto administrativo o de gobierno.�
El Dr. Pedroncini es figura destacada del grupo de juristas distinguidos
que impulsa lo que yo llamaría �causas de la memoria�: investigan la
responsabilidad de represores en el robo de niños bajo la dictadura
militar �y, desde luego, también en el marco del Plan Cóndor� con el
objeto de penalizarlos.
Otro rasgo notable diferencia entre sí a los dos decretos de indulto.
Mientras el atinente a los argentinos registra su estado militar, grado y
cédula de identidad, el otro no: sólo se menciona el nombre y apellido
del personal uruguayo que se desempeñó en Orletti. Para el inadvertido,
serían unos señores más y no lo que realmente son: miembros de las
fuerzas de seguridad de otro país indultados por crímenes que cometieron
en el nuestro. El silencio sobre la coordinación represiva en el Cono Sur
es una constante de los gobiernos civiles elegidos en las urnas y, al
parecer, habita todavía ciertos rincones judiciales. El Dr. Literas
envió la rogatoria en mayo del año pasado y el Dr. Contarini dio
muestras de que medita largamente sus decisiones: la devolvió en
diciembre �siete meses después�, considerando que incumplía normas
de cooperación y asistencia judicial entre ambos países que no
indvidualizó, normas que estarían vigentes en virtud de un tratado que
no mencionó. El juez uruguayo reclamó además al argentino un �testimonio
de la causa�, es decir, copias certificadas de la totalidad de las
actuaciones y documentos anexos �cintas, grabaciones y cualquier otro
elemento que no figure por su naturaleza en los expedientes por escrito�,
exigencia por cierto inusitada. Es verdad que el Dr. Contarini es yerno
del brigadier general (R) Raúl Bendahan, uno de los ex comandantes en
jefe de la Fuerza Aérea del Uruguay durante la dictadura cívico-militar
que imperó en el país. Pero no es concebible que un magistrado decline
su observancia de los derechos humanos por una situación familiar. ¿O
sí? La Justicia es la Justicia y la justicia es la justicia, pensaba
Shakespeare.
Resultan más entendibles �aunque igualmente inaceptables� las
respuestas del Estado Mayor del Ejército argentino y de la SIDE a la
misma rogatoria del juez Literas: ambos organismos contestaron que no
había antecedentes de la actividad en nuestro país de esos represores
uruguayos y, finalmente, entre bueyes no hay cornadas. ¿Pero un juez
civil? ¿Doctorados en Derecho como los ex presidentes Carlos Menem y
Julio María Sanguinetti? ¿Senadores como los que aprobaron el ascenso de
seis militares argentinos acusados de graves violaciones a los derechos
humanos? Me pregunto qué parte de la humanidad de un ser humano está
definitivamente clausurada cuando no le repugnan crímenes como el
secuestro, la tortura, la violación, el asesinato y el robo de niños, y
además los encubre.
O qué parte de su raciocinio. Hace un par de siglos Georg Lichtenberg
habló de un personaje que: �Cuando tenía que usar su razón era como
si alguien que siempre ha usado la mano derecha tuviera que usar la
izquierda�. La tipología se repite.
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