Por Andrés Glass
Hay un problema grave con Todos al diván (los lunes, a las 23 en Azul): su éxito o fracaso dependen exclusivamente de los conductores. Aquí no hay animales, premios, juegos, prendas insólitas o chistes sobre sexo (como sí los hay en los otros ocho programas del género talk show con famosos que hay en tevé abierta) . En Todos..., la charla es una deriva sin sentido que corona una interpretación pseudo analítica a cargo del licenciado. El desafío no es menor para Karina Mazzocco en su debut en la conducción espontánea. Ya no puede paladear los libretos que le escribían en D a 2 hasta marzo del año pasado. No basta con decir bonito y con mohínes a cámara, como seguramente hará con mejor suerte el domingo, al conducir la entrega de los Oscar junto a Fernando Bravo (a las 21, por Azul). Todos al diván le pide a gritos algo de carisma, ser el contrapeso que el desbordado Roberto Pettinato necesita para no perderse en el monólogo o llamarse a silencio. En esa cruzada, está desprotegida. Y en la comparación sale perdiendo. �No vengo a reemplazar a Elizabeth Vernaci. Tengo un estilo diferente�, aclaró al comenzar el ciclo. Pero, ¿cómo evitar el contraste?
Si en su temporada inicial Todos al diván era el duelo de dos ácidos (Pettinato y Vernaci) contra sus invitados, hoy es una charla cordial entre amigos. Mazzocco juega a ser la anfitriona amable que protege a �las figuras�. La ex profesex hoy prefiere el tono de una maestra de primer grado. En el camino, el programa ya no causa gracia. ¿Hasta dónde son capaces de llegar?, fue la pregunta que sostuvo la etapa anterior del ciclo. Dos conductores desatados disputándose protagonismo, con la alusión sexual como eco de fondo. Es que se trata de escarbar en la infancia y la intimidad de las estrellas, puede haber tela para rato. Pero si la propuesta es adularlos (�Tengo un carácter muy sencillo, como una bambi�, se excusa Mazzocco), el interés decae muy pronto.
Jorge Guinzburg demuestra en La biblia y el calefón que el género exige un showman a cargo. Una vez, al principio, alguien acusó a Todos... de plagiar al producto marca Guinzburg. ¿Hoy, alguien se animaría a hacerlo? Mazzocco es una conductora clásica, de voz impostada y gutural, con buenos backgrounds y tono neutral. Cómo de las de antes. �Me había cansado de ser la chica sexo�, explicó en su momento. El problema es que, salvo por sus vestidos, quedó descafeinada al máximo. Con certeza, no fue, además, una buena idea para el nuevo Todos al diván agregar �el momento de los chivos�. Tarea poco grata que, como no podía ser de otro modo, queda a cargo de la recién llegada Mazzocco. Entonces, imposta aún más y sonríe, también, para promocionar cosméticos y cremas de limpieza.
Para Vernaci y Pettinato, el público no existía: lo de ellos era divertirse, y se notaba que lo hacían. Dirigían sus guiños y cinismo contra los actores de reparto y las modelos poco conocidas que recibían en el estudio. La fauna entrevistada es la misma: en el último programa fueron Susana Roccasalvo, Lorena Ceriscioli, Guido Kaczka y Sergio Goycochea .-por cierto, un extraño rejunte�, pero... �Contame de tu infancia..., ¿Las mellicitas te cambiaron la vida? ¿Por qué seguís viviendo con tu mamá?�, fueron algunas de sus preguntas.
Con certeza, hacia el final es el turno del psicoanalista Gabriel Rolón. Se supone que para llegar a eso hablaron los personajes invitados al programa de una hora. Pero lo amistoso y solemne de la nueva etapa inhibe hasta al mismísimo analista, que sólo derrocha bondades. �Es un chico tímido y muy afectuoso�, dice de Kaczka. �Es una mujer familiera y muy sensible�, describe a Roccasalvo. Alguna vez, Rolón perturbó hasta a Alfredo Casero, al decirle: �Es un hombre que hace todo lo que puede para esconder su personalidad�. El nuevo formato no admite tonos implacables. Por eso, Rolón prefiere sumarse a esos elogios que nunca terminan, y son parte de la esencia de la televisión.
|