Por Silvina Friera
A 24 años del golpe militar que inauguró la dictadura más sangrienta de la historia argentina, la apropiación de menores permanece como una herida intacta en el cuerpo de la sociedad argentina. �Cuando estrené Potestad, en 1985, el tema de los raptores de niños no se veía como problema, no tenía una subjetividad en la gente, pero actualmente presenta una vigencia escandalosa. Estas funciones las hago con mucho entusiasmo por los jóvenes, porque es algo que conviene recordar siempre�, cuenta el dramaturgo, actor y médico psiquiatra Tato Pavlovsky. En su doble condición de autor y protagonista, Pavlovsky repuso Potestad a comienzos de marzo, con el detalle de que los menores de 25 años pueden ingresar gratuitamente. Hoy y mañana serán las dos últimas funciones.
Estrenada hace 15 años en el Teatro del Viejo Palermo, bajo la dirección de Norman Briski, Potestad representó a la Argentina en cuarenta festivales internacionales y fue premiada en el Festival de Teatro de las Américas (Montreal, 1987), Time Out (Londres, 1987) y Moliére (París, 1989). El debut estadounidense de la obra fue en 1992, en el teatro las Palmas (Los Angeles), con el actor francés Jean-Louis Trintignant y la dirección de Paul Verdier.
El protagonista se muestra como un hombre profundamente desesperado frente a lo que considera una �injusticia�: unos desconocidos le arrebataron de sus brazos a su hija Adriana y sumergieron su vida en una infinita tristeza. Transita con indignación el dolor de esa ausencia a través de un largo monólogo, frente a una mujer, Tina (interpretada por la actriz Susana Evans) que se limita a escucharlo. El espectador que se conmueve con el sufrimiento de este hombre se sorprenderá al descubrir que la supuesta víctima es el victimario: un médico que durante la represión ilegal de la dictadura vio agonizar a los padres de Adriana. Sin inmutarse robó la beba, para darle a su mujer la hija prometida que la esterilidad les venía negando sistemáticamente.
�Los criminales y raptores de niños podían ser tiernos. Precisamente eso es lo que los convierte en individuos muy complejos�, opina Pavlovsky. �Para hacer un personaje de estas características hay que meterse en la lógica del represor. El personaje ampara a la nena, la educa con mucho amor, le da lo mejor de sí, pero le roba la identidad, le modifica el nombre y le niega su historia. Esto es un acto criminal. Muchos chicos, aún cuando se enteran de la verdad, prefieren quedarse con quienes mataron a sus padres. ¿Cómo se explica que los mellizos Miara quieran seguir viviendo con sus apropiadores?� La ternura y la monstruosidad conviven en la psicología del torturador. �En definitiva, la represión me interesó desde la perspectiva de su ambigüedad�, sostiene en una entrevista con Página/12.
Al igual que docenas intelectuales y artistas, Pavlovsky sufrió en carne propia los gestos perversos de la represión, que intentaba camuflarlos bajo la casualidad. En marzo del �78 un grupo armado, con capuchas y disfraces (se hacían pasar por gasistas) llegó al edificio donde Pavlovsky estaba en plena sesión de psicoterapia, con varios pacientes. Logró escaparse milagrosamente por la terraza, y se exilió en España durante dos años. Unos meses antes había estrenado Telarañas en el teatro Payró, una obra en donde irrumpían en escena dos falsos gasistas (¿las casualidades no existen?) que eran, en realidad, torturadores. La complejidad de la represión fue abordada también en textos como El Señor Galíndez (1973) y El Señor Laforgue (1983).
Pavlovsky sintetiza la génesis de Potestad: �Nuestro país sufrió durante la dictadura una de las patologías sociales más graves y difíciles de diagnosticar. No había antecedentes en la psiquiatría mundial de este fenómeno social. Un grupo de hombres y mujeres dedicándose a raptar niños considerándolos botín de guerra. Una nueva secta de hombres �normales� sededicaba a raptar a los niños de padres asesinados y cambiarles la identidad original por otra. Potestad surge como una necesidad de hablar de este fenómeno, de este nuevo tipo de monstruosidad que nació en la dictadura. De esta falla �ética� que contó con tantos cómplices�.
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