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EL PAPA EN EL MONTE DE LAS BIENAVENTURANZAS
Sermoneando en Israel


Juan Pablo II pronunció su Sermón de la Montaña frente al lago Tiberíades, para luego tener su encuentro formal con Barak.
 

Por Lola Galán
Desde Corazín, Israel

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Siguiendo los pasos de Jesucristo en la peregrinación que le ha traído a Israel, el papa Juan Pablo II pronunció el viernes ante 100 mil jóvenes de 80 países del mundo una versión renovada del Sermón de la Montaña en el Monte de las Bienaventuranzas, en Galilea, frente al lago Tiberíades. Un lugar lleno de resonancias bíblicas, que permitió al Pontífice trazar un paralelismo entre el mensaje transmitido por Jesús en las Bienaventuranzas y el que ofrece a los jóvenes la sociedad actual, que bendice "a los violentos y a los que prosperan a cualquier precio". Tras la ceremonia, el Papa se entrevistó con el premier laborista israelí Ehud Barak, para quien ese lago Tiberíades es precisamente el primer obstáculo para llegar a la paz con Siria.

  Juan Pablo II apareció en excelente forma durante la homilía de la misa que celebró con representantes de los seis ritos católicos que existen en Israel: greco-melquita, maronita, caldeo, sirio, latino y bizantino. Los cardenales lo acompañaron en el altar, instalado sobre una plataforma cubierta con una enorme tela oscura, que simulaba una tienda de pescadores. Antes de comenzar la ceremonia, el Papa acudió a bendecir la "Domus Galilea", un Centro de Formación y de ejercicios espirituales edificado por el movimiento ultraconservador Neocatecumenal en la ladera de la montaña de las Bienaventuranzas, mirando al Mar de Galilea (lago Tiberíades). Un enorme complejo de cemento, edificado en tres niveles escalonados sobre el lago, que no consigue integrarse en la naturaleza casi intacta de este simbólico lugar.

  Juan Pablo II llegó al Monte de las Bienaventuranzas a bordo del "Papamóvil", entre los gritos de delirio de una audiencia completamente entregada. Estimulado por los aplausos de los miles de jóvenes, el Papa, que cumplirá 80 años en mayo, pareció recobrar parte de la energía que le caracterizó durante los primeros años del Papado. Refiriéndose a las ocho Bienaventuranzas pronunciadas por Jesús ("Bienaventurados los pobres de espíritu, los limpios de corazón, los mansos, los pacíficos", etcétera), Wojtyla dijo a los jóvenes: "Las palabras de Jesús son extrañas porque exaltan a aquellos que son normalmente considerados como débiles. Bendice a los que parecen ser perdedores, e incluso les promete el Reino de los Cielos. Pero frente a la voz de Jesús oís otra", añadió el Papa con voz insospechadamente clara, "una voz que dice: benditos sean los orgullosos y los violentos, los que prosperan a cualquier precio, los que no tienen escrúpulos, los despiadados, los deshonestos, los que hacen la guerra y no la paz y persiguen a los que se cruzan en su camino".

  Entre los jóvenes que escuchaban al Papa, bajo la atenta vigilancia de la policía israelí que hizo un impresionante despliegue de fuerza, había un grupo de unos 500 cristianos maronitas, del sur del Líbano, que portaban pancartas reclamando paz para una zona castigada por los guerrilleros de Hezbollah y el Ejército israelí. El Papa volvió a tratar el tema de la convivencia difícil entre árabes y cristianos en el encuentro protocolario que mantuvo tras la misa con el primer ministro Barak, en el santuario católico que se alza en el Monte de las Bienaventuranzas. Un Barak satisfecho confesó después a los periodistas que la visita de Juan Pablo II a Israel "representa un gran paso adelante hacia la reconciliación completa entre el pueblo judío y la Cristiandad". Un paso que ha contribuido "a mejorar mucho la atmósfera" en Medio Oriente y "favorecerá, por tanto, el proceso de paz árabe-israelí".

 

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