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En abril, se realizará (o no) un congreso neonazi en Chile, al que irán (o no) delegados de todo el mundo, Argentina incluida. El gobierno lo prohibió, pero en realidad nadie sabe si es real o una brillante maniobra de propaganda.
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Por Sergio Kiernan
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En Chile no son �nacionalistas�, �nacionales� o (una etiqueta a la que pocos se le animan de este lado de los Andes) �fascistas�. En Chile son nacionalsocialistas, todo junto y con todas las letras. Son pocos y están tan divididos como el resto de la derecha radicalizada del continente, pero encontraron una bandera que los tiene en la tapa de los diarios desde hace tres años y que inquieta a muchos: la realización de un congreso neonazi internacional en abril de este año. Lanzada en 1997, la iniciativa se transformó en un mito elusivo, tomada en serio por varios gobiernos, levantada por grupos neonazis de toda América latina y de Europa, repudiada por organizaciones de derechos humanos y de las comunidades judías de medio mundo. El único problema es que, en rigor de verdad, nadie sabe si el mes que viene los neonazis del mundo se reunirán realmente en Santiago de Chile o si todo es una brillante maniobra publicitaria.La historia comenzó en la revista Pendragón, un prolijo pasquín fotocopiado dirigido a �los Nobles de Espíritu, a los Hijos de la Nueva Era, a los Peregrinos en la Senda del Superhombre�, cuyo logo es un caballero andante con lanza y escudo, que se dirige a un sol brillante. Editada desde 1993 con una frecuencia accidental, la revista se define como �de doctrina y filosofía nacionalsocialista� y como �órgano oficial del Primer Encuentro Ideológico Internacional Nacionalsocialista, Chile 2000�. El cerebro atrás de la revista �y hasta donde se puede determinar en una cuestión deliberadamente confusa� del Encuentro, es Alexis López Tapia, �entomólogo, andinista y publicista�. López Tapia es un nazi que escapa del figurín. Joven, articulado, capaz de escribir un libro �algo que en general les cuesta a sus correligionarios� parece más un músico que un político extremista y se hace fotografiar en pose romántica en la cumbre de una montaña. Pendragón debe ser la revista mejor escrita en su tipo, por momentos hasta resulta legible y se anima a temas poco frecuentes hoy en día, como el triunfo �de la voluntad�. A fines de 1997, la �voluntad� se concentró en el encuentro mundial, convocado para abril de 1999, pese a que ya se llamaba Chile 2000.Por canales múltiples, que incluyen la herramienta favorita del neonazismo actual, Internet, la convocatoria se difundió por todos los rincones del continente y de Europa. Probablemente porque a nadie más se le ocurrió la idea, comenzaron a llover respuestas. Ya a fines de 1998, Pendragón publicaba la adhesión del Partido Nuevo Triunfo, liderado por el argentino Alejandro Biondini, a la que se sumaron para diciembre pasado las de grupos españoles, peruanos, brasileños, ecuatorianos, colombianos, mexicanos, venezolanos y bolivianos, todos aunados en un comunicado que comenzaba �nos vemos en Chile en abril�. No pudo ser: sin mayores explicaciones, Pendragón anunciaba que el encuentro quedaba suspendido para abril del 2000. Como para recuperar la iniciativa, el publicitario López Tapia entregaba en octubre del año pasado a la disgustada embajada austríaca en Santiago una invitación para Joerg Haider.Paralelamente a las adhesiones, comenzaron las reacciones. La pequeña comunidad judía chilena hizo sonar la alarma por �la intensificación de los preparativos y la nula respuesta de las autoridades para impedirlo�, como definió Yoram Rovner, director de la revista Der Ruf. En Buenos Aires, la oficina latinoamericana del Centro Simon Wiesenthal mandó, ya en enero de 1998, una carta al entonces presidente chileno Eduardo Frei explicando que un encuentro semejante �contradice el espíritu de fraternidad internacional que conllevará la celebración del nuevo milenio�. Firmada por el representante local del Centro, Sergio Widder, la carta señalaba el daño que haría el encuentro �a la imagen de Chile frente al mundo democrático� y se ponía a disposición del gobierno chileno para colaborar en �programas de educación para la tolerancia�. La carta nunca fue respondida. El 22 de febrero, El Mercurio publicó un editorial titulado �Discriminación inaceptable� que mencionaba la carta del Centro Wiesenthal. El Mercurio definía duramente al encuentro neonazi como �de connotación racista� y citaba a líderes nazis locales hablando en �una patria basada en la etnia�, �básicamente antijudía� y donde se enseñara, al decir de Miguel Serrano (�un destacado personero del nacionalsocialismo local�), que �el Holocausto no existió y la persecución a los judíos fue una pugna contra el interés del dinero�. El diario chileno criticaba duramente a los organizadores del congreso e informaba que el gobierno había decidido �evaluar severamente el ingreso al país de toda persona que tenga antecedentes de violencia en su país�.Para mediados del año pasado, el gobierno chileno ya no trataba la iniciativa como una crisis de imagen, sino como un problema político. El Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile recibió del Centro Wiesenthal una serie de documentos con los antecedentes legales de las leyes antidiscriminatorias de Argentina, Uruguay y Brasil, y un argumento de peso: la integración regional no es sólo económica, también es legal y ética. Chile simplemente no podía seguir sin tener los instrumentos legales que permitieran evitar congresos y encuentros nazis. En agosto, una delegación de instituciones chilenas y Sergio Widder entregaron al secretario general de la Presidencia chilena, José María Insulza, un juego completo de los documentos.Lo curioso del asunto es que el ya famoso encuentro no tiene ninguna identidad material. Tanto Pendragón como su editorial Excalibur y su Centro de Estudios Culturales Arcania, confesos organizadores del encuentro, revelan apenas casillas de correo, direcciones de e-mail, un sitio de Internet, un teléfono y una cuenta bancaria para girar los 250 dólares que cuesta inscribirse y asistir. Los profusos documentos, temarios y fichas del congreso (ver recuadro) no dan el menor indicio de la sede de las sesiones. Para algunos, esto indica que todo es un invento de López Tapia, �que es publicitario, no se olvide�, al decir de un periodista chileno. Para otros observadores, la existencia del congreso es estrictamente mediática. �Todo esto es un invento de la prensa�, explicó a Página/12 un encumbrado miembro de una institución judía chilena. �Los medios tratan el tema como un Colo-Colo/Universidad de Chile, un judíos versus nazis.� ¿Hay manera de saber si realmente existe el encuentro? �Esperen a abril�, dice el representante comunitario. �Si se hace, se hace, sino, no. Es ridículo, pero es la única manera.� Por las dudas, el nuevo presidente chileno, el socialista Ricardo Lagos, anunció el jueves que prohibía terminantemente la realización del encuentro y que ningún nazi �conocido� entrará en Chile.