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PUTIN GANO LAS ELECCIONES RUSAS EN PRIMERA VUELTA 
El espía que vino del frío


 

Ex jefe de la KGB, actual premier, yvencedor de Chechenia, Vladimir Putin, esel amo del botón nuclear por cuatro años.

 

El presidente interino de Rusia Vladimir Putin vota en Moscú.

Por Ian Traynor
Desde Moscú

t.gif (862 bytes) Vladimir Putin es hoy uno de los hombres más poderosos del mundo. Prometió reconstruir el poderío ruso en el país y en el exterior, y establecer un Estado fuerte como el último árbitro y garante de la economía y las libertades civiles. Pero la victoria que lo consolidó en el Kremlin como el segundo presidente de Rusia elegido en forma directa por el voto ciudadano deja más preguntas que respuestas después de una campaña que falló a la hora de proveer incluso las claves políticas más elementales. Con el 77 por ciento de los votos escrutados, Putin superaba el piso del 50 por ciento necesario para evitar la segunda vuelta del 16 de abril, y se imponía con el 51,51 por ciento de los votos sobre el comunista Guennadi Ziuganov, que alcanzó un 30,22 por ciento, y el liberal Grigori Yavlinski, que apenas consiguió 5,8 puntos. A pesar de los pronósticos iniciales, la participación fue alta: un 68,58 por ciento, poco menos que el 69,81 por ciento de las primeras presidenciales postsoviéticas de 1996. 

Con 47 años, Putin conquistó los corazones de la nación siendo todo para todos los rusos a través de un sofisticado marketing político deliberadamente carente de sustancia. Putin plantea soluciones terminantes, pero también es extremadamente calculador y cauto. En sus tres meses como presidente interino, su única política fue llevar adelante cruelmente la guerra en el Cáucaso. Explotando Chechenia como su vehículo hacia el poder, Putin podría dirigirse ahora hacia la búsqueda de una estrategia de salida y el logro de un acuerdo político. Aunque ayer Moscú realizó más de 190 salidas aéreas contra la ciudad de Nozhai-Yurt, recapturada ayer por guerrilleros chechenos mientras miles de refugiados chechenos y soldados rusos elegían presidente en la república caucásica. 

Pero a pesar de que Chechenia es el asunto más apremiante en su orden del día, Putin debe enfrentar además un formidable conjunto de problemas, al tener que manejar los desacuerdos de una década de disturbios poscomunistas. �El refuerzo de la ley y las relaciones entre las regiones rusas y el centro son los problemas centrales�, explica Vladimir Mau, un economista estrella y colaborador de Putin para un plan de desarrollo de 10 años. La publicación del programa fue retrasada hasta después de la elección de ayer, y se espera que sea revelado en mayo. Mau pronostica que los primeros dos años del nuevo régimen evitarán las reformas estructurales radicales en la economía, y que el presidente Putin se concentrará en la consolidación de su poder: �Será un período de baja inversión y vulnerabilidad para la economía rusa�. 

Putin parece dispuesto a intentar ampliar los amplios poderes de los que gozan los presidentes rusos. Deslizó la sugerencia de que el mandato presidencial sea extendido de cuatro a siete años, y que los poderosos gobernadores de las regiones rusas deberían ser designados por el presidente en lugar de ser elegidos por el pueblo. El nuevo presidente, un antiguo oficial de la KGB, asegura que recurrirá a sus amigos de la policía secreta para combatir la penetrante corrupción y que reforzará los poderes policiales. Pero todo giro anticorrupción carecerá de credibilidad pública a menos que al mismo tiempo ponga freno a las �oligarquías�, los magnates que hicieron fortunas a través del desmantelamiento de los bienes del ex Estado soviético.

Esas oligarquías, encarnadas en el magnate del petróleo y de los medios de comunicación Boris Berezovsky, también ejercen una enorme influencia política, y Putin debe su ascenso entre las filas a ellos. ¿Morderá ahora la mano que lo alimentó? ¿Tiene la autoridad y el coraje para ponerles un freno? �Putin realmente entiende los problemas que enfrenta Rusia. El hará lo que se necesita hacer sin la ayuda de las oligarquías financieras, haráposible que todo ciudadano viva decentemente, no sólo los oligarcas�, dice Vladimir Litvinenko, un amigo del presidente de sus tiempos de San Petersburgo y jefe del Instituto de Minería de esa ciudad.

Pero Berezovsky es optimista. �El rol de las oligarquías aumentará. Jugarán un papel aún más grande �asegura�. Yo sé lo que Putin no quiere. No sé lo que quiere. No sé si es un estratega o no�. Berezovsky dispara que �no hay una sola nueva idea� en los planes diseñados por Mau y otros. Moscú está repleta de rumores de que Putin podría deslizarse lentamente hacia un gobierno modernizado. A diferencia de Boris Yeltsin, él tiene la fuerza para esa purga, y puede recostarse en un parlamento mucho más complaciente a darle su apoyo. �El presidente Putin será un demócrata en el grado que sea necesario�, predice, en una fórmula ambigua, Vitaly Tretyajov, editor de Nezavisimaya Gazeta, un periódico que apoya a Putin.

 

OPINION

Por Jacques Amalric *

El exorcismo por las urnas

Si las palabras tienen verdaderamente algún significado, resulta difícil calificar el acontecimiento que se realizó ayer en Rusia. ¿Elección? ¿Plebiscito? ¿Manipulación? ¿Tiene que ver con la política? ¿No se trató, más bien, de una gigantesca sesión de exorcismo gracias a la cual los rusos aspiran a expulsar los demonios que los asaltan, a disipar las dudas que los habitan y la desesperación que los acosa, a abolir la nada que los rodea?Por supuesto, no es conveniente evaluar globalmente a una población entera. ¿Cómo dudar, sin embargo, de la enfermedad que corroe al pueblo ruso? Sabemos cuánto pesa la historia en esta afección: siglos de infantilización colectiva vía el zarismo y la ortodoxia religiosa, sucedidos por más de setenta años de nacional-totalitarismo. Y, desde hace diez años, las falsas promesas, los espejitos de colores de Occidente, los sueños hechos añicos, las nuevas mentiras �tan desconcertantes como las anteriores�, brújulas enloquecidas que perdieron el norte apuntando un día al oeste y otro al este. De premio, la humillación, la pauperización galopante de la mayoría, el enriquecimiento de los piratas más astutos, la corrupción generalizada. Sometido a un régimen de estas características, cualquier otro pueblo hubiera perdido todos sus referentes. Engañados, robados y despreciados por quienes los han malgobernado desde hace una década, los rusos son hoy víctimas de una última ilusión. La del hombre providencial al cual se abandona el destino, del autócrata severo pero justo, del sacrificio salvador que fue la muerte del chivo emisario checheno, del repliegue sobre sí como preparación para un gran salto hacia adelante. Y como tienen horror del presente, pero temen más el futuro, miran con nostalgia el pretérito imperfecto que se les aparece como un paraíso perdido. Un pasado tan zarista como soviético, que Putin suele exaltar entre dos elogios de la KGB. Un Putin, no hay que olvidar, cuya candidatura fue fabricada y puesta en escena gracias a la guerra de Chechenia y a los atentados, de origen dudoso, que le sirvieron de pretexto. 
* Editor del diario francés Libération.

 

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