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El día que el Papa pidió perdón ante el Muro de los Lamentos

El Papa visitó ayer Jerusalén. A la noche regresó al Vaticano, sin mencionar la reivindicación palestina de Jerusalén Este. 

Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén

t.gif (862 bytes) El papa Juan Pablo II se paró humildemente ante el Muro de los Lamentos e introdujo en una de sus grietas una plegaria en la que pedía perdón por los pecados de generaciones de cristianos. Esta visita de ayer al lugar más sagrado del judaísmo �los restos de un templo destruido en el año 70 d. C.� duró tan sólo unos momentos. Pero es indudable que su presencia allí, en el ocaso de su papado, será la memoria más resonante de su viaje a Tierra Santa, que concluyó ayer.

�Padre de nuestros padres, Tú elegiste a Abraham y a sus descendientes para llevar tu nombre a las naciones. Estamos profundamente entristecidos por la conducta de aquellos que durante el curso de la historia causaron sufrimiento a tus hijos, y pidiendo tu perdón queremos comprometernos a una genuina hermandad con el pueblo de la Alianza.� Ese era el contenido de la plegaria de Juan Pablo II. El papel fue inmediatamente sacado del Muro y enviado al Yad Vashem, el monumento y museo israelí del Holocausto. La visita del Papa a Jerusalén atravesó los lugares más sagrados del cristianismo, el Islam y el judaísmo. Fue la más dura prueba para su habilidad de mantenerse sereno y por encima de los conflictos, a la vez que procuró, de alguna manera, dejar satisfechos a los grupos enfrentados de la región.

Alrededor de 7000 agentes de seguridad israelíes se desplegaron en las serpenteantes callejuelas de la Ciudad Vieja. Todos estaban alertas en caso de que estallaran las pasiones encendidas por la visita del Papa. Lo que más se temía eran conflictos por las reivindicaciones a Jerusalén de palestinos e israelíes. Pero el último día de la gira papal concluyó sin episodios de violencia. Sólo se registraron algunos pequeños altercados. Cuando los prelados católicos del entorno papal pisaron la Cúpula de la Roca musulmana �donde se cree que el profeta Mahoma ascendió al cielo�, activistas islámicos les gritaron �vuelvan a casa, homosexuales�. El sábado, la máxima autoridad musulmana de Jerusalén, el mufti Ikrema Sabri, había enfurecido a los israelíes al negar la existencia del Holocausto: �Es cierto, el número fue menor a los seis millones e Israel está utilizando ese tema para obtener la simpatía mundial�. Ayer el mufti aprovechó su audiencia con el Papa para pedir el respaldo del Vaticano a la reivindicación palestina por Jerusalén. Con esto buscaba el apoyo papal al fin de la ocupación israelí de Jerusalén Este, conquistada durante la Guerra de los Seis Días de 1967. Hubo además algunas pequeños altercados en el Muro. Una judía ortodoxa se paró en el centro de la plaza antes de la ceremonia y empezó a gritar: �Con tantas iglesias en todo el mundo para visitar, ¿por qué tiene que venir aquí?�.

Unas horas después el Papa celebró misa en el Santo Sepulcro. Declaró que aceptar la existencia de Dios era �un reto radical dejado a la libre decisión de todas las personas. Es una elección entre la vida y la muerte�. Un poco más tarde realizó una misteriosa segunda visita al Santo Sepulcro �cuya reconquista era el objetivo de las Cruzadas�, no programada en el itinerario. Juan Pablo II partió entonces hacia el aeropuerto de Tel Aviv. Allí, escoltado por el presidente israelí Ezer Weizmann y el premier Ehud Barak, caminó lentamente por una alfombra roja hasta llegar al avión brindado por El Al, la línea aérea estatal de Israel, para su retorno al Vaticano. La aeronave se llamaba �Jerusalén�. Era un último recordatorio de parte de un gobierno israelí que ha explotado implacablemente la visita papal para abogar por su derecho de que la Ciudad Santa sea su capital indivisible.

 

 

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