Por Suzanne Goldenberg
Desde Jerusalén
El
papa Juan Pablo II se paró humildemente ante el Muro de los Lamentos e
introdujo en una de sus grietas una plegaria en la que pedía perdón por
los pecados de generaciones de cristianos. Esta visita de ayer al lugar
más sagrado del judaísmo �los restos de un templo destruido en el año
70 d. C.� duró tan sólo unos momentos. Pero es indudable que su
presencia allí, en el ocaso de su papado, será la memoria más resonante
de su viaje a Tierra Santa, que concluyó ayer.
�Padre de nuestros padres, Tú elegiste a Abraham y a sus descendientes
para llevar tu nombre a las naciones. Estamos profundamente entristecidos
por la conducta de aquellos que durante el curso de la historia causaron
sufrimiento a tus hijos, y pidiendo tu perdón queremos comprometernos a
una genuina hermandad con el pueblo de la Alianza.� Ese era el contenido
de la plegaria de Juan Pablo II. El papel fue inmediatamente sacado del
Muro y enviado al Yad Vashem, el monumento y museo israelí del
Holocausto. La visita del Papa a Jerusalén atravesó los lugares más
sagrados del cristianismo, el Islam y el judaísmo. Fue la más dura
prueba para su habilidad de mantenerse sereno y por encima de los
conflictos, a la vez que procuró, de alguna manera, dejar satisfechos a
los grupos enfrentados de la región.
Alrededor
de 7000 agentes de seguridad israelíes se desplegaron en las
serpenteantes callejuelas de la Ciudad Vieja. Todos estaban alertas en
caso de que estallaran las pasiones encendidas por la visita del Papa. Lo
que más se temía eran conflictos por las reivindicaciones a Jerusalén
de palestinos e israelíes. Pero el último día de la gira papal
concluyó sin episodios de violencia. Sólo se registraron algunos
pequeños altercados. Cuando los prelados católicos del entorno papal
pisaron la Cúpula de la Roca musulmana �donde se cree que el profeta
Mahoma ascendió al cielo�, activistas islámicos les gritaron �vuelvan
a casa, homosexuales�. El sábado, la máxima autoridad musulmana de
Jerusalén, el mufti Ikrema Sabri, había enfurecido a los israelíes al
negar la existencia del Holocausto: �Es cierto, el número fue menor a
los seis millones e Israel está utilizando ese tema para obtener la
simpatía mundial�. Ayer el mufti aprovechó su audiencia con el Papa
para pedir el respaldo del Vaticano a la reivindicación palestina por
Jerusalén. Con esto buscaba el apoyo papal al fin de la ocupación
israelí de Jerusalén Este, conquistada durante la Guerra de los Seis
Días de 1967. Hubo además algunas pequeños altercados en el Muro. Una
judía ortodoxa se paró en el centro de la plaza antes de la ceremonia y
empezó a gritar: �Con tantas iglesias en todo el mundo para visitar,
¿por qué tiene que venir aquí?�.
Unas horas después el Papa celebró misa en el Santo Sepulcro. Declaró
que aceptar la
existencia de Dios era �un reto radical dejado a la libre decisión de
todas las personas. Es una elección entre la vida y la muerte�. Un poco
más tarde realizó una misteriosa segunda visita al Santo Sepulcro �cuya
reconquista era el objetivo de las Cruzadas�, no programada en el
itinerario. Juan Pablo II partió entonces hacia el aeropuerto de Tel
Aviv. Allí, escoltado por el presidente israelí Ezer Weizmann y el
premier Ehud Barak, caminó lentamente por una alfombra roja hasta llegar
al avión brindado por El Al, la línea aérea estatal de Israel, para su
retorno al Vaticano. La aeronave se llamaba �Jerusalén�. Era un
último recordatorio de parte de un gobierno israelí que ha explotado
implacablemente la visita papal para abogar por su derecho de que la
Ciudad Santa sea su capital indivisible.
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