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LA CARAVANA DE LA MUERTE CONTADA AL JUEZ POR SUS PROTAGONISTAS
La ruptura del pacto de silencio

Las declaraciones del general (R) Arellano Stark al juez Guzmán, el "Garzón Chileno", ponen a Pinochet más cerca que nunca de un juicio en Chile. Página/12 revela cómo fue el careo del jefe de la Caravana.

Pinochet festeja solemnemente en 1985 el golpe de 1973

Aquí, con su sucesor Izurieta: una lealtad militar que aún no se rompió


Por Pedro Vega 
y Jorge Escalante 
Desde Santiago de Chile

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Después de dos años de investigación judicial de la Caravana de la Muerte, el caso por el cual el ex dictador Augusto Pinochet podría ser desaforado y procesado en Chile, los protagonistas rompieron el silencio. Esta "caravana" militar fue enviada por Pinochet al sur y norte del país en octubre de 1973 y asesinó a 75 prisioneros políticos. Y por primera vez, desatendiendo la lealtad impuesta por la ex policía secreta de la dictadura, reconocieron que la misión era, simplemente, matar prisioneros.

La revelación la hizo el coronel retirado Sergio Arredondo el 27 de enero pasado en un careo con quien fue entonces el jefe de esa misión y que actuó como "Oficial Delegado" de Pinochet, el general en retiro Sergio Arellano Stark. Aunque la actuación está bajo secreto de sumario, Página/12 accedió en forma exclusiva al documento.

  La diligencia judicial fue practicada en el regimiento de Telecomunicaciones bajo estricta reserva por el juez del fuero Juan Guzmán Tapia, que investiga las 76 querellas presentadas hasta ahora en contra del ex dictador. Y constituyó la primera vez que ambos militares se enfrentaron en el proceso. Durante 5 horas, cara a cara y en presencia del magistrado Guzmán, Arellano y Arredondo se contradijeron y acusaron mutuamente de los asesinatos perpetrados.

  Arredondo le dijo al juez que él sabía que la misión era ejecutar

prisioneros y que eso le fue comunicado al inicio de la partida el 30 de setiembre de 1973 por el propio oficial delegado de Pinochet. En esta confrontación entre los dos más altos oficiales que integraron la Caravana de la Muerte, el coronel (R) Arredondo también le reveló al juez que el general (R) Arellano siempre estuvo en conocimiento de todas las ejecuciones ocurridas al paso de su comitiva. A continuación las partes más relevantes de estas confesiones, hasta ahora nunca difundidas.

  "¿Sabía que precisamente usted iba a cumplir ejecuciones?", le preguntó a Arredondo el juez Guzmán. "Sí sabía, tomé conocimiento a través de mi general Arellano", contestó Arredondo. "Es una aberración lo sostenido por el coronel Arredondo. Me da vergüenza que un oficial de su trayectoria falte a la verdad en forma descarada", reaccionó Arellano. La contrarrespuesta de Arredondo no se hizo esperar: "Mi general dijo que él estaba consciente de que la responsabilidad era del mando, del más antiguo y de la verticalidad del mando".

  Respecto de doce de las 15 ejecuciones en La Serena del 16 de octubre de 1973, el general (R) Arellano dijo al juez: "Tomé conocimiento de esas muertes en 1986, cuando el general Gordon (Humberto), en presencia de mi hijo Sergio y el abogado Víctor Gálvez, me exhibió la sentencia que condenaba a muerte a esas personas, la que estaba sin firmar".

  Sin embargo, respecto de los hechos de Calama donde el 19 de octubre de 1973 a las 17 horas fueron fusilados 26 prisioneros, el general afirmó que "tomé conocimiento a mi regreso de Chuquicamata el día 19 de octubre de 1973, a las 20 horas, del fusilamiento de 26 detenidos que habían sido sacados desde la Cárcel de Calama. Hablando con el teniente coronel Arredondo, reconoció su participación en los hechos y le ordené que elaborara un acta dando cuenta de estos hechos". El coronel Arredondo lo contradijo: "Mi general estuvo siempre informado de las ejecuciones y el número de ellas, en La Serena, Antofagasta y Calama. En La Serena le di cuenta de la ejecución de 15 personas. Estaba acompañado del comandante de La Serena, señor Lapostol Orrego". Y agregó que "como jefe del Estado Mayor del general Arellano, mi obligación era comunicarle todas las acciones sin apartarme de la verdad. El no hacerlo significaría faltar al más elemental principio de la ética de un oficial".

  Respecto de las ejecuciones de Antofagasta, Arredondo manifestó al juez: "Se produjeron durante la noche, y al día siguiente antes de embarcarnos hacia Calama le comuniqué al general Arellano que se habían fusilado a 14 personas. Quisiera agregar que, si se mantiene la tesis de que el comandante Pedro Espinoza no habría participado en estos fusilamientos, mal podría haberle informado al general Arellano".

  El general (R) Arellano también debió desistirse de la acusación de "conducta brutal y cruel" que le formuló --también en el proceso-- a Arredondo y a su subordinado Marcelo Moren. "Esa frase debe quedar sin efecto porque nunca la dije. En este acto manifiesto que no es verdad lo expresado en dicha frase", admitió. Pero a pesar de las duras acusaciones que el general Sergio Arellano le ha formulado a Arredondo desde el fin de su misión al sur y al norte, acusándolo de actuar a su espalda y de cometer él los crímenes, en 1978, sin embargo, le manifestaba su amistad con grandes sentimientos. En otro punto del careo, y ante evidencias documentadas que presentó Arredondo, Arellano debió admitir que Arredondo y el entonces capitán Marcelo Moren Brito sí fueron designados por él mismo para integrar la comitiva.

  Como los dos principales jefes de la Caravana de la Muerte, Arellano Stark y Sergio Arredondo se encuentran procesados y detenidos, al igual que el subjefe de la DINA, brigadier (R) Pedro Espinoza y otros tres altos oficiales retirados por dictamen del ministro de fuero Juan Guzmán por el delito de secuestro calificado de 19 personas que fueron ejecutadas en el norte del país en octubre de 1973 y que aún permanecen desaparecidos.

 

Vetar la superinmunidad

El sábado un pleno del congreso chileno aprobó con mayoría abrumadora una reforma constitucional que podría darle al ex dictador Augusto Pinochet (en calidad ex mandatario) un fuero indestructible si decide abandonar el senado. Pero ayer aumentó la presión para que el presidente socialista Ricardo Lagos utilice su derecho a veto para detener la reforma. La secretaria general del Partido Comunista Gladys Marín denunció una "inmoralidad política y presión indebida" a la Justicia chilena --que está procesando un pedido de desafuero contra el ex dictador--. La presidente del Parlamento Europeo, Nicole Fontaine, condenó la reforma por ser "un engaño y una provocación". Un veto de Lagos no es del todo seguro: el mismo sábado el gobierno impulsó la aprobación de la reforma, aseguró ayer La Tercera. 


"¡Los trece fueron ejecutados, mi general!"

Por J. E. y P. V. 
Desde Santiago

Dos días después de la confrontación Arellano-Arredondo, otro careo del juez Juan Guzmán confirmaba las acusaciones de Arredondo sobre las responsabilidades en la Caravana de la Muerte. Esta vez, era entre Oscar Haag Blaschke, ex comandante del regimiento Atacama de Copiapó, al norte de Santiago, y el ex capitán del mismo cuartel, Patricio Díaz Araneda. Ninguno de los dos integró la Caravana. Pero dieron muchas precisiones sobre el horror de las ejecuciones, las listas que designaban a las víctimas, y cómo se respetaba la cadena de mandos. 

  "Por orden de Arredondo nos dirigimos al hotel donde se alojaba el general Arellano Stark, quien nos recibió en bata. Entonces Arredondo le dijo textualmente: 'Cumplida su orden, mi general. Las trece personas fueron ejecutadas y lo he confirmado personalmente'", le reveló Haag al juez Guzmán.

  Media hora antes, cerca de la 1.30 hora del 17 de octubre de 1973, la orden de ejecutar a los trece prisioneros había sido cumplida por el capitán Díaz. Lo habían acompañado el capitán Ricardo Yáñez Mora y los subtenientes Waldo Ojeda Torrent y Marcelo Marambio Molina, todos del Atacama. El comandante Haag reconoció que le encargó el cumplimiento de las ejecuciones a su capitán Díaz. Y dijo a Guzmán que "el general Arellano ordenó el fusilamiento de trece personas que estaban en una lista". Según Haag, la lista fue elaborada por el mismo Arellano y "tenía unas marcas que había hecho el general".

  Haag contó que debió llevar en su jeep a Arredondo para confirmar que efectivamente los trece prisioneros estaban muertos. Y esto también lo había ordenado Arellano. "Encontramos el camión militar que venía de vuelta con los fusilados en su carrocería, tapados con una carpa y chorreando sangre. Nos detuvimos y Arredondo, para verificar, se bajó del vehículo, se subió al camión, levantó la carpa que cubría los cuerpos, y los contó para comprobar la muerte de las trece personas", afirmó Haag ante el magistrado Guzmán.

  Fue después de esa confirmación ocular y numérica que Arredondo le ordenó a Haag llevarlo al hotel Copiapó, para informarle a Arellano.

El atardecer del martes 16 de octubre de 1973, cuando Arellano llegó con su Caravana a Copiapó, le mostró al comandante Haag el documento firmado por Pinochet, donde lo nombraba "Oficial Delegado" para "acelerar procesos" de los prisioneros. Haag recuerda que Arellano se lo pasó y luego le preguntó: "¿Está claro el contenido, comandante?", "Sí mi general, está claro", dijo Haag que le respondió.

 

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