Velocidad
Por Antonio Dal Masetto |
Desconcierto y mar de fondo en el bar. Yo
antes estaba mal y ahora también estoy mal, dicen los parroquianos. Antes
estaba seco al amanecer del 15 del mes, ahora estoy seco cuando baja el
sol del mismo día, lo único que varió es la posición del astro rey.
Antes estaba repodrido de que mi mujer me dijera: vos lo votaste. Ahora
estoy repodrido de que otra vez me diga: vos lo votaste. ¿Qué hago
señores, voy a la Pitman y hago un curso para aprender a votar o me busco
otra mujer? ¿Cómo puede ser que las cosas cambien y todo siga igual?
Esta noche nos visita Tusitala, el tamborilero negro que supo ser cocinero
en una tribu africana de antropófagos reflexivos.
�La confusión que ustedes tienen me recuerda extraordinariamente a la
que me ocurrió cuando
estuve embarcado en el Pinguinia �dice.
�Cuente �pedimos todos�. Ilústrenos con su larga experiencia, don
Tusitala.
�El azar quiso que me hallara varado en un puerto perdido del Océano
Indico. Atracó el Pinguinia, un carguero que andaba necesitando un
cocinero. Me contrataron, revisé la despensa y le dije al segundo
oficial: �En el inventario de comestibles figuran 36 jamones y hay uno
solo�. �Antes de llegar al último puerto estaban los 36, los conté
yo �me dijo-. El capitán es muy rápido.� Cuando quise cocinar me di
cuenta de que faltaban las cacerolas. �Antes de llegar a puerto las
cacerolas estaban -me dijo Abdul, mi ayudante�. El capitán es una luz.�
Me dediqué a echarle un vistazo general al barco. En cada lugar que
miraba faltaba algo, picaportes, ojos de buey, faroles, cuchetas,
instrumental de navegación. Estaba lleno de vacíos ese barco. Donde
debería estar la rosa de los vientos había un agujero. Esa noche noté
que el Pinguinia crujía mucho y consulté con el contramaestre. �En el
mar Indico el kilo de bulones, el bronce y las planchuelas de hierro se
pagan bien �me contestó�. El capitán es muy veloz.� En el puerto
siguiente descargamos, cargamos y cuando volvimos a zarpar hubo alboroto
en cubierta: faltaba un tercio de los botes salvavidas. Ahí fue donde la
tripulación se reunió y dijo: �Basta de velocidades�. Relevaron al
capitán, lo bajaron en una isla, le desearon buena estadía y nombraron
al primer oficial para que se hiciera cargo del Pinguinia. Le presentaron
un listado: �Este es el estado en que dejó la nave su antecesor y estas
son las reparaciones que debemos hacer con más urgencia. La estructura
del barco está en peligro, de los bulones y remaches deben quedar la
mitad, corremos el riesgo de zozobrar. A los motores les faltan piezas,
cada vez hacen más ruido a sonajeros. Estamos haciendo agua y las bombas
de achique desaparecieron. La cadena del ancla y el cabrestante volaron.
El ancla está atada con alambre, en cualquier momento la perdemos�. El
nuevo capitán era un marino de carrera muy meticuloso. Para decidir un
nudo a babor o un nudo a estribor se encerraba a meditar en su camarote.
Se pasaba horas con el libro de bitácora, una caligrafía que daba gusto,
un lujo. �No soy hombre dado a la improvisación ni al apresuramiento
�dijo�, estudiaremos cuidadosamente cada detalle en particular y se
tomarán las medidas adecuadas y con los elementos más sólidos y
perdurables. Las mejores cadenas de anclas se hacen en Japón, así que
pongamos proa a Okinawa. Para la bulonería, el mejor acero es el de
Toledo, navegaremos hacia allá. En cuanto a los motores, los mejores
astilleros son los de Kiel, en Alemania.� �Pero todo eso queda muy
lejos, capitán. El Pinguinia sigue navegando gracias a que Neptuno es un
dios muy generoso.� �A mal tiempo buena cara �dijo el capitán�.
Mantengamos alta la moral, pintemos el barco y que nuestro querido
Pinguinia sea el orgullo de la marina mercante, así que todo el mundo a
las rasquetas y a los pinceles.� No se pudo avanzar mucho en la tarea,
porque las espátulas, los pinceles y la pintura no estaban más. Esa
misma noche perdimos el ancla, además de una chimenea. A la segunda
noche, se nos fue una parte de la borda de la banda de estribor. A la
tercera partió el portalón de babor.Cuando al cuarto día se desprendió
la roda y por consiguiente la proa quedó totalmente mocha y ya no cortaba
las aguas, me acordé de mi abuelo que me decía: Querido Tusi, la vida es
una cuestión de hornallas, ollas y sartenes. Para un buen chef lo primero
es saber manejar la velocidad. Si cocinás con fuego muy rápido
achicharrás la comida, si cocinás con el fuego demasiado lento, la
sancochás. En ambos casos el banquete se arruina.
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