Por Luis Matías López
Desde Moscú
Ajeno
aparentemente a las cábalas dentro y fuera de Rusia sobre el rumbo que
impondrá en Rusia, el presidente electo, Vladimir Putin, se esfuerza en
dar la impresión de que pretende un cambio firme pero tranquilo, ajeno a
los traumatismos que caracterizaron la era de Boris Yeltsin. Su mensaje a
los ministros es que no deben preocuparse por el tiempo que les queda en
el cargo, sino que deben seguir trabajando normalmente porque el país no
se puede permitir el lujo de echar a perder por culpa de las intrigas
políticas el mes largo que queda hasta la toma del nuevo presidente, que
se producirá en torno al 5 de mayo. Las únicas conmociones ocurrieron en
el exterior a causa del lanzamiento el lunes de misiles balísticos, que
ayer se precisó que fueron �sólo� dos para �celebrar� la
victoria de Putin, quien ayer confirmó a su ministro de Defensa.
Con la enigmática cara de póquer que le caracteriza, Vladimir Putin
sigue sin mostrar todas sus cartas. Como durante la campaña, no promete
nada concreto, pero da a entender que satisfará todas las expectativas:
las de los �demócratas� partidarios de continuar las reformas
económicas liberales (en un marco de libertades formales) como las de los
estatistas y las de quienes piensan que sólo una involución autoritaria
puede imponer orden en el caos. Putin no da demasiadas pistas. A la
madrugada del lunes decía que �no hay que esperar milagros�. Y el
martes se mostraba aún más difuso al dirigirse en el Kremlin a un
auditorio formado por militares y personalidades de la ciencia y la
cultura: �Debemos consolidar nuestros esfuerzos y acometer juntos las
tareas a las que se enfrenta la patria�. No cabe esperar grandes
conmociones en las próximas semanas sino continuismo, como el que
manifestó el martes al extender el mandato de su ministro de Defensa,
Igor Sergueyev, acosado por generales más radicales como el jefe del
Estado Mayor, Anatoli Kvashnin. Pese a todo, la olla hierve, y se suceden
las especulaciones sobre quién será el primer ministro de Putin. El
actual vicejefe de Gobierno, Mijail Kasianov, que ya ejerce en la
práctica las funciones de �número dos�, es el principal favorito,
pero se habla también del jefe del equipo que prepara el programa
presidencial, Herman Greff, del viceministro de Finanzas Alexei Kudrin y
del viceprimer ministro responsable del complejo militarindustrial Ilia
Klebanov. Incluso se menciona la posibilidad del ex primer ministro
Serguei Stepashin. Curiosamente, todos ellos proceden de San Petersburgo,
igual que el propio Putin, que tiene en su patria chica su gran punto de
reclutamiento. Como lo son los servicios secretos, de los que fue máximo
responsable antes de llegar al Kremlin, él mismo fue espía del KGB
durante 16 años. También se habla de cambios en la administración
presidencial. El jefe de esa especie de gobierno paralelo, Alexandr
Voloshin, considerado un hombre del oligarca Boris Berezovski, dijo el
martes: �Por supuesto que voy a dimitir, pero no sé cuándo�. Tal vez
nunca, si el presidente electo le renueva su confianza. Según Voloshin,
que mentía al decirlo, los ceses y nombramientos en su departamento no
son noticia. Lo cierto es que, con Boris Yeltsin en el Kremlin, sí lo
eran: es ahí donde se maquinaba una gran parte de los sorprendentes
golpes de mano del primer presidente de Rusia.
Por cierto, no parece que la Duma surgida de las elecciones de diciembre
vaya a oponerse a Putin. Pero ayer hubo un indicio de que tampoco le va a
poner una alfombra de rosas. El Consejo de la Cámara decidió someter a
debate el primer decreto que firmó el entonces presidente interino cuando
Boris Yeltsin le cedió el poder la pasada Nochebuena, con el que
garantizaba la inmunidad a éste. El Partido Comunista (todavía el mayor
de Rusia) lo denunció como ilegal ante el Tribunal Constitucional.
Mientras, el equipo económico ruso tiene estos días un grave motivo de
preocupación: la evolución a la baja del precio internacional del
petróleo. Si unacuerdo de los países productores lo hace descender de
los 25 dólares por barril, la burbuja de recuperación económica podría
perder gas.
LA FAMILIA REHUSA ASEGURAR
LA ENTREGA DE ELIAN
Lo que se encuentra no se
devuelve
¿Lo secuestrarán,
tal como advirtió Fidel Castro? Peor aún, ¿lo harán �desaparecer�?
Todas estas posibilidades pueden hacerse realidad después de que la
familia cubano-norteamericana de Elián González se negara ayer a
comprometerse sobre la forma de entregar al balserito a las autoridades
migratorias, en caso de que pierdan la apelación para darle asilo
político en Estados Unidos.
Los abogados del tío-abuelo Lázaro acelerarán el procedimiento de
apelación, pero �no aceptaron garantizar por escrito que cumplirán con
las instrucciones del Servicio de Inmigración y Naturalización (INS) si
no ganan en el Tribunal de Apelación�, reconoció Carole Florman,
portavoz del Departamento de Justicia. El 3 de abril, la familia y las
autoridades migratorias deberán hacer su presentación ante la Corte de
Apelaciones de Atlanta, y esperar una semana para conocer la decisión del
tribunal. Si los parientes de Elián reciben un �no� en su apelación
en segunda instancia para pedir judicialmente el asilo político del
niño, el permiso de residencia temporal del balserito será revocado
inmediatamente, lo que lo convertiría en �inmigrante ilegal�. Pero
después de conocer la resistencia familiar a llegar a un compromiso
escrito, el INS aceleró las cosas y amenazó con dejar sin efecto el
permiso migratorio a las 9 de la mañana del jueves si hoy no llegan a un
acuerdo. Por lo pronto, sin que esté claro si es por resignación o por
motivos más dudosos, Lázaro decidió que Elián deje de asistir a la
escuela en Miami.
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