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El último disco del saxofonista
más joven de la escena del jazz

A los 72 años, Lee Konitz sigue siendo, como en los 40, un adelantado. Su último CD se llama, claro, �Sound of Surprise�.

Konitz fue uno de los músicos imprescindibles de los 40.
Continuó en los 50, 60, 70, 80, 90 y en el 2000 también.


Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) El tiempo pasa muy rápido. O todo lo contrario. ¿Cuánto hace que murió Charlie Parker? ¿Poco? ¿Mucho? ¿Cuán lejos quedan, estilísticamente, los años 50? Muchos siguen tocando hoy como se tocaba en la época de Parker y eso podría llevar los razonamientos en un sentido. Pero también hay en el mundo algo llamado Lee Konitz y eso permite sacar conclusiones exactamente inversas. Porque Konitz no sólo fue contemporáneo de Parker sino que, en plena hegemonía del estilo de Bird, logró, a los 20 años, ser el único saxofonista alto que escapó de su influencia. Y porque Konitz no sólo está vivo y sigue tocando sino que es uno de los músicos más creativos, originales y, sí, juveniles, de la actualidad del jazz.
Por eso es que en Buenos Aires hay dos grandes motivos para festejar. Uno, que Konitz vendrá a tocar a esta ciudad. Otro, que acaba de llegar �y se consigue en disquerías especializadas� el último CD de Konitz. Lo que no significaría demasiado si no fuera porque este álbum, editado por RCA �aunque no distribuido localmente, debido a la actual política errática del sello� es absolutamente extraordinario. El título, Sound of Surprise, explica mucho de lo que Konitz viene haciendo desde sus años con la orquesta de Claude Thornhill, con Gil Evans, con el Miles Davis de Birth of the Cool, con Lennie Tristano y Warne Marsh y con Jimmy Giuffre. Que el primer disco con algo parecido a la improvisación sin una base armónica determinada de antemano �eso que después se llamó Free Jazz� lo haya tenido como protagonista, en el tema �Intuition�, de Tristano, y en 1949, cuando casi todo estaba por inventarse, no es un dato menor. Tampoco lo es que recientemente haya producido, con Angel Song, uno de los mejores discos de la historia del jazz junto a otro veterano genial, el trompetista Kenny Wheeler, el contrabajista Dave Holland y el guitarrista Bill Frisell. En la gira de presentación de ese disco, el guitarrista fue reemplazado por quien quizá sea el único entre los que tocan ese instrumento que pueda calificarse sin reparos como tristaniano. Y John Abercrombie es, también, el guitarrista de este nuevo álbum. Con él están el contrabajista Marc Johnson �ex de Bill Evans y uno de los más sutiles en su instrumento�, Joey Baron en batería y una especie de leyenda negra en el saxo tenor: Ted Brown. Este ex alumno de Tristano tiene 72 años, la misma edad que Konitz y grabó en toda su vida unos tres discos: dos con Konitz y el otro con Warne Marsh (otro de los grandes discípulos de Tristano).
En Sound of Surprise todos los temas son de Konitz (algunos de la época en la que tocaba con Tristano y algunos nuevos) menos uno que pertenece, según sus propias palabras, �a cada uno de los integrantes del grupo�. El disco se terminó de grabar un día pero los músicos le pidieron a Konitz seguir tocando y fueron al estudio de grabación varias veces más y agregaron varios temas al plan original. En el álbum hay un quinteto pero, como sucede en las ocasiones en que grandes músicos hacen grandes discos, no todo el tiempo tocan los cinco. Hay dúos, tríos y dos cuartetos (sin saxo tenor y sin guitarra). A lo largo de los 70 minutos de música de altísimo nivel que componen el disco, además de la imaginación de los solos y del increíble nivel de soltura e interacción de los músicos, hay una gran variedad de timbres, densidades y texturas. En un sentido el estilo de Konitz es el mismo de siempre: angular, relajado en lo tímbrico y tenso en lo armónico. Impredecible. El saxofonista dijo una vez en un reportaje publicado por la revista especializada francesa Jazz Magazine, que cuando se escuchaba tocar algo que ya había tocado, algo que ya le sonaba conocido, se sacaba la boquilla del saxo de la boca. �El arte de la improvisación implica, desde la primera nota en adelante, que la pizarra debe estar limpia�, aseguraba allí. �Lo que me interesa es el procedimiento por el que se deja fuera de lugar a la premeditación. Lo importante es huir de todo lo que está programado de antemano.� Es que para Konitz, el tiempo desde que era un joven colega de Parker �el único que no lo imitaba� apenas ha pasado.

 

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