El espectáculo, que llegará este año a la Argentina, apunta a mixturar la cultura negra universal con la cultura propiamente gitana, en un paso más arriesgado que el de �Pasión gitana�. �Ahora, casi todos me imitan�, dice el niño mimado del flamenco. |
Por Roger Salas Desde Madrid En Italia lo bautizaron hace años como �El Nureyev flamenco�. El diseñador top Giorgio Armani lo reconoce como su musa masculina. Su farruca con el torso desnudo levantó la polémica más ardua que recuerda el ballet flamenco en los últimos tiempos. En la Argentina dijeron de él que es un exponente del flamenco fashion. Bailó el año pasado en la entrega de los Oscar. La realidad indica que allí por donde pasa nadie se queda indiferente ante su presencia. Hombre-espectáculo, trabajador infatigable, el inquieto chiquillo de Lavapiés que empezó a bailar a los 14 años es hoy, sin duda y a pesar de los ortodoxos que le niegan el pan y la sal, el bailarín más importante de su generación. Criticado e imitado a partes iguales, Cortés dará ahora el salto definitivo en busca de definir su estética con Soul, que tendrá su estreno madrileño el próximo martes en el Teatro Coliseum de la Gran Vía. El espectáculo concretará luego la habitual recorrida por Nueva York, París, Londres, Buenos Aires, Milán, etc. �¿Cómo será Soul? �Es la síntesis del mensaje que siempre quiero dar: la fusión entre música y danza, es lo que persigo desde Pasión gitana e incluso antes, pues yo veo la danza en escena como un musical. Esta vez, más que un argumento, hay varios homenajes y referencias. Está La Habana Vieja de los años 30, la tauromaquia, el gospel y esa cultura negra que tiene tantas similitudes con la cultura gitana, la mía. Es una mezcla, mostrar un alma con muchas cosas dentro, el resumen de mis 19 años de carrera. �La música, ¿la seleccionó usted mismo? �Siempre lo hago en mis espectáculos. Hay una banda de 18 músicos (hay que tener en cuenta que somos 60 personas en la compañía), percusionistas gitanos y un cubano, violín, viola, violonchelo y contrabajo, teclados, flauta, seis voces, guitarras... han colaborado conmigo Juan Parrilla, Diego Carrasco y Jesús Bola, entre los cuatro la hemos armado. �En el espectáculo son todas bailarinas y usted. ¿Le gustaría tener un harén? �No, harén no. Son 11 bailarinas que han trabajado muy duro. Hice audiciones, seis de ellas ya habían trabajado antes conmigo y conocen mi estilo. Las otras son nuevas, y todas son excelentes intérpretes. �A usted se le critica que parece concebir el ballet flamenco como un musical. �Ya Pasión gitana era un musical que alternaba música con danza. �Pero los flamencólogos le reprochan que un bailarín de su calidad se olvide del baile puro, en función del espectáculo. �Ya no. Han entendido que soy un artista libre que hago lo que siento. Siempre voy a contracorriente, me siento un revolucionario fuera del sistema, no me caso con el sistema. Se ha demostrado que mi trabajo ha funcionado, tiene un valor y actualmente casi todas las compañías me imitan. �¿Quiere decir que los detractores se han vuelto seguidores? �Ser pionero tiene un precio. Se me criticó por vincularme estrechamente al mundo de la moda, y ahora todo van por ahí; se me criticó por hacer cosas en la televisión y ahora todos están locos por salir en ella; los que no tenían el pelo largo se lo han dejado crecer... �Y el bailar sin camisa... �También, y eso, que podía ser anecdótico, mira lo que ha traído después. Yo me siento un rebelde con causa, el baile, es mi vida y encima tengo la suerte de que el público, que es el que manda y el que paga, me quiere y me acepta. �En Soul repite colaboración con Giorgio Armani. �Sí, es todo de Armani. Cada vez la colaboración es más estrecha. Ha hecho un vestuario espectacular sobre las ideas que le di. �No debe ser fácil mantener la independencia como creador cuando se depende de una macroestructura promocional y funcional como en la que usted está inmerso. �No, en lo absoluto. Alterno cosas, por ejemplo acabo de rodar una película y estrenamos en Madrid la semana que viene. Ah, y en esa película no hay ni un solo paso de baile: es actuación pura y dura. �¿Y la preparación académica del bailarín? �Ahora lo he tenido muy difícil, con días de hasta 14 horas de rodaje. Desde que me fui a Nueva York mi sistema de entrenamiento cambió y mi cuerpo también, mi mente ha evolucionado. No necesito personalmente de un maestro, no lo concibo. Sería difícil que encontrara uno con el que me entendiera bien, pues la mezcla de bailes que hago yo es una cosa muy personal: flamenco, clásico, moderno. En Soul voy más lejos en esto. �¿Sabe que tiene fama de soberbio?. �No lo soy. Lo que pasa es que soy muy riguroso en el trabajo. Soy perfeccionista, persigo la calidad óptima por respeto al público y a mi mismo. �Si recibiera una propuesta oficial de dirigir una compañía pública de gran presupuesto, ¿la aceptaría? �No. De ninguna manera. No me caso con el sistema. Ni me lo plantearía, me encanta mantenerme al margen de cualquier política. �Su paso por la fiesta del Oscar el año pasado pasó inadvertida en España �Si llega a ser otro que usted y yo sabemos, lo sacan hasta en la sopa. Pero no me quejo. Sigo trabajando. �¿La consagración no le llegó demasiado pronto? �La consagra-ción es solamente la recompensa al trabajo.
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