Por Julio Nudler
Mañana, finalmente, será anunciado el plan procompetitivo, un mes después de que el presidente De la Rúa afirmara, al inaugurar el período de sesiones del Congreso, que la Argentina no compite con nadie. Según los planes originales, el paquete debía ser lanzado entre fines de febrero y comienzos de marzo, pero la decisión se demoró más de la cuenta. Finalmente, el temor del Gobierno a que la reactivación económica siga demorándose puso fin a los cabildeos. Las medidas procuran bajar el costo de las inversiones y aplicar mayores estímulos a ciertas exportaciones para que esas fuentes de demanda arranquen a la economía de su anemia. En este sentido, reforzarán el efecto reactivador de la caída en las tasas de interés, notoria en el caso de la oferta de créditos hipotecarios. Sin embargo, también operan factores adversos, como la persistente fortaleza del dólar (y por tanto del peso), que sigue revaluándose contra el euro, y las inciertas perspectivas de los precios mundiales de las principales exportaciones argentinas. En conjunto, no es seguro si este paquete procompetitivo será suficiente, pero es la carta a la que juega su suerte José Luis Machinea.
Todo un conjunto de medidas apunta a reducir el costo de la inversión. Son las siguientes:
Podrán importarse plantas completas con arancel cero, si involucran equipos no fabricados en el Mercosur. El recargo actual oscila entre 10 y 12 por ciento.
No obstante, no se admitirá amparar bajo el mismo tratamiento ciertos bienes incluidos en las plantas llave en mano, como muebles, artefactos de luz o repuestos, cuando haya producción local.
El nuevo régimen obligará a adquirir bienes de capital nacionales por el equivalente a un 15 por ciento del monto de cada proyecto.
Habrá un mecanismo crediticio especial, cuyo costo asumirá el Estado, para eliminar la carga financiera que supone, para los proyectos de inversión, el pago del IVA por la compra o importación del equipo durable de producción. Como la empresa inversora recién puede recuperar ese IVA cuando su inversión madura y genera ventas, el impuesto le ocasiona un gravoso costo financiero. En adelante la Secretaría de Industria se hará cargo durante 60 meses de pagarles un 12 por ciento anual a los bancos que acepten financiar el IVA.
Habrá un nuevo mecanismo para la admisión temporaria de insumos importados, destinados a formar parte de productos que irán a la exportación. Considerando que el régimen vigente carece de agilidad, será reemplazado por otro que asegurará la importación automática sin pago de impuestos, y funcionará en base a una cuenta corriente abierta para cada empresa. En este caso, y según pudo establecer Página/12, no habrá protección especial para los productores locales de los insumos.
Otro conjunto de medidas intentan modificar los precios relativos, o, en otros términos, bajarles costos a las empresas para que puedan sobrellevar la sobrevaluación del peso. Pueden mencionarse las siguientes:
Tanto en electricidad como en gas bajarán el umbral de consumo para que las industrias que lo sobrepasen �mayor número que hasta ahora� puedan beneficiarse con tarifas mayoristas. Esta decisión es resistida por los distribuidores, que la consideran un cambio en las condiciones de la privatización.
Subirán selectivamente los reintegros a la exportación, entre 0,5 y 4 por ciento, promediando un aumento de 1,5 por ciento, con un costo fiscal de entre 45 y 50 millones. El estímulo apuntará especialmente a ciertas producciones regionales, como uva de mesa, limones, ajo, cebolla o tabaco. Commodities como el acero y el aluminio recibirán las mejoras más modestas porque están ya muy cerca del techo de 12 por ciento que admite la Organización Mundial del Comercio.
El paquete no incluirá ningún aumento de aranceles que proteja el mercado interno. Por el contrario, la Argentina aspiraría a acordar conBrasil una reducción del arancel externo común, si bien en el caso automotor acaban de subirlo.
Teoría del efecto riqueza
En los papeles, todo debería funcionar. El equipo económico logró, con su fuerte señal de ajuste fiscal, que bajara la tasa de interés. Esto, según los sabihondos, tendría que estimular el ciclo por dos vías. Por un lado, tornando viables proyectos de inversión cuya rentabilidad, a tasas más altas, fuera insuficiente. Por el otro, azuzando el consumo de durables por el abaratamiento de la financiación y por la acción del efecto riqueza. Como a tasas más bajas corresponde un mayor valor de los activos, sus dueños se sentirán más ricos y tendrán mayor propensión a gastar. En Economía creen (o quieren creer) que si esto no se ha hecho aún notar es por culpa del lag, tardanza o desfasaje que siempre media entre la percepción de un fenómeno, la adopción de la decisión y la efectivización de ésta. En base a este razonamiento, y sumando el eventual efecto del paquete procompetitivo, hay confianza en que la rueda empiece a moverse en el tercer trimestre. Brasil, reactivación y revaluación del real mediante, debería ayudar a que la teoría funcione. |
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