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Ciencia y política

Continuando la polémica inaugurada en estas páginas hace una semana sobre el modelo de desarrollo científico propuesto por el secretario del área, Dante Caputo, una reflexión sobre la relación entre conocimiento y poder.

Internet: La referencia general a la importancia de una �sociedad informática� y el acento en Internet como nociones cuasisuficientes en términos de estrategia.


Por Enrique Oteiza *

t.gif (862 bytes) En la amplia literatura sobre �elites de poder� existe consenso en que las �dirigencias políticas� no son un mero espejo o reflejo de la cultura política de la sociedad en su conjunto. Esta noción aparece confirmada, por ejemplo, en la valoración dispar que estas �elites políticas� de distintos países no centrales tienen respecto del papel de la investigación científica y tecnológica para el futuro de �sus sociedades�. En este sentido, en la Argentina de finales del siglo XIX y comienzos del XX, la influencia de la ilustración y el positivismo en la cultura de las elites políticas es muy clara. Esto cambió de manera notoria a partir del golpe de 1930, período en que se observa la degradación de la cultura política de nuestras elites, también en este aspecto �aunque hubo excepciones y altibajos� llegando a su punto más bajo y destructivo durante las últimas dos dictaduras. Así se observan desde el �30 impulsos discontinuos que llevaron a sucesivas etapas de construcción y destrucción de instituciones y capacidades en investigación CyT, que dejaron un saldo remanente que constituye la débil capacidad CyT actual.
En la última década se sufrió nuevamente la destrucción de valiosas capacidades en el sector CyT: se debilitó el INTI, se desmembró la Comisión de Energía Atómica, se designaron en la Secyt y en el Conicet autoridades oscurantistas que estuvieron vinculadas con las dictaduras que padecimos, para caer al final de la década en un tecno-burocratismo neoliberal periférico en materia de política CyT, desconocido en los países centrales.
Así la responsabilidad del nuevo gobierno es enorme, pues le tocó iniciarse con la herencia de una comunidad científica gravemente dañada y muy sensibilizada en relación con el desempeño de las autoridades políticas en materia CyT. Los primeros pasos de las actuales autoridades produjeron malestar en amplios sectores de la comunidad de investigadores en CyT que a lo largo de los últimos diez años venía reclamando la democratización del sector. Se demandaba transparencia, participación en la formulación de una política científica y tecnológica de Estado explícita; preservación �por lo menos� de la limitada capacidad científica y tecnológica existente; crecimiento gradual de los recursos del sector, y gestión idónea y éticamente irreprochable. Con la asunción del nuevo gobierno la demanda de transparencia se vio contrastada por una inicial opacidad; la de la elaboración de una política de Estado explícita, que requiere tiempo, participación e idoneidad, se vio sacudida por la mención vaga de unas pocas prioridades expresadas en términos casi de slogans; y hechos como el atraso en el pago a los becarios de investigación y la información de que este año no habría nuevos fondos para proyectos de investigación, que produjeron desánimo aquí y entre los científicos jóvenes que están completando o han completado doctorados en buenos lugares del país y del exterior.
El discurso oficial reciente, visto desde la óptica de quienes se dedican a la investigación CyT, fue poco feliz. La referencia general a la importancia de una �sociedad informática� y el acento en Internet como nociones cuasisuficientes en términos de estrategia y política CyT sólo llevaron a equívocos. La comunidad científica argentina conoce bien y se preocupó mucho por tener y extender el acceso a los diversos �beneficios� de la última revolución tecnológica, resultados del desarrollo de la microelectrónica articulada con las telecomunicaciones. Internet es un fruto de esta revolución tecnológica, fruto que se basa en conocimientos científicos y tecnológicos previos que la sustentaron a partir de amplias y diversificadas capacidades en ciencias básicas, tecnologías puras y blandas y desarrollo industrial de los países que protagonizaron esta gesta. La simple conexión y el empleo del potencial de las sucesivas revoluciones tecnológicas, por cierto importantes, no implica per se avances en la capacidad de creación de conocimientos científicos ytecnológicos. Por supuesto que Internet, como otros resultados de la revolución tecnológica, incide en la cultura y en la organización social y productiva, como pasó con la máquina de vapor, la extensión en el empleo de la energía eléctrica, el telégrafo, el teléfono, etc.
En cuanto al anuncio repentino de la idea de que es necesaria �una evaluación rigurosa� del universo de investigaciones en CyT aquí, conviene recordar que las becas de formación de investigadores jóvenes, tanto del Conicet como de las universidades nacionales, se otorgan a través de concursos competitivos bastante rigurosos. La Carrera de Investigador Científico está sometida a concurso de ingreso, evaluaciones periódicas y las que se realizan para cualquier cambio de categoría. En la universidad pública rige la norma de cátedras por concurso y su renovación periódica. El sistema de incentivos de investigación para profesores universitarios, introducido por el gobierno anterior, está sometido asimismo a un sistema de evaluaciones muy defectuoso, una caricatura del �publique o perecerá� del medio académico de EE.UU. Más que anunciar amenazantes evaluaciones, lo importante es tener claro que la calidad de las evaluaciones depende fundamentalmente de la gestión del sector CyT.
A cien días de la asunción del nuevo gobierno la comunidad científica, que en sí misma constituye la poca capacidad que queda en el país, está manifestando ya su preocupación frente a las cuestiones mencionadas. No hay por qué pensar, sin embargo, que el rumbo no puede ser corregido. Sugiero entonces que se prevea un primer año de gestión en que se haga realidad la no destrucción de la poca capacidad CyT existente. En segundo lugar que se demuestren desde ya los efectos benéficos de una gestión idónea y se avance en la democratización del sector. En tercer lugar que no se insista en viejos errores como el de plantear falsas disyuntivas entre ciencia y tecnología �no hay perspectivas de creatividad tecnológica y de desarrollo suficiente sin una amplia capacidad en ciencias básicas�. No existen perspectivas de articular significativamente la capacidad de creación de conocimientos científicos y tecnológicos con el sector productivo si este sector está destruido y no hay una estrategia seria de industrialización. Tampoco se trata de tener que elegir entre Internet, o investigación científica o tecnológica. 

* Sociólogo, investigador y ex director del Instituto de Investigaciones Gino Germani de la UBA.

 

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