Por Carlos Noriega
Desde Lima
A una semana de las elecciones en las que buscará un tercer mandato consecutivo, a pesar de que la Constitución se lo prohíbe, el presidente Alberto Fujimori se encuentra contra las cuerdas. Aparece arrinconado, desde un flanco, por las múltiples denuncias de abuso de poder para favorecer su candidatura y de un fraude electoral y, desde el otro, por la sorprendente y cada vez más crecida figura del economista Alejandro Toledo. Las últimas encuestas �que en Perú no se pueden publicar en los 15 días anteriores a las elecciones� coinciden con que habrá segunda vuelta y que en ella el triunfador sería Toledo. Tratando de salir del atolladero, Fujimori ha comenzando a lanzar golpes desesperados. No ha dudado en disfrazarse de antiimperialista para intentar descalificar las duras críticas al proceso electoral de los observadores internacionales y del gobierno y Congreso norteamericanos. Y, con el otro brazo del inmenso poder que todavía conserva, lanza golpes bajos contra Toledo. Pero el economista no sólo no parece sentir los impactos, sino que sigue creciendo día a día.
Los temores a un fraude se han apoderado de todos los círculos políticos y del ciudadano de la calle. Reuniones entre el siniestro asesor presidencial y jefe de facto del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN), Vladimiro Montesinos, con altos jefes militares para coordinar las acciones a favor de Fujimori, el control que tendrían los militares sobre cerca de 1.800.000 votos en zonas rurales que están bajo su tutela, las probadas vinculaciones de funcionarios de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) -.encargada de organizar y supervisar las elecciones� en una masiva falsificación de firmas para inscribir la candidatura del candidato-presidente, las denuncias de infiltración de agentes del SIN en la ONPE, la irregular inscripción de miles de militares y policías en el padrón electoral a pesar que no tienen derecho al sufragio, las revelaciones de la ex agente del SIN Leonor La Rosa de que en 1995 se sustituyeron las actas de la votación por otras falsas elaborados por los militares, las demostradas deficiencias del sistema electoral que hacen posible la alteración de los resultados, la falta de personeros de los grupos políticos para cubrir las más de 87.000 mesas y, finalmente, la demostrada parcialidad de los organismos electorales con el gobierno, son las razones que sustentan los miedos.
A esto se agrega el descarado uso de los mecanismos y recursos del poder para apoyar la campaña del candidato oficial. Fujimori niega ante los observadores y la prensa ese apoyo, pero se desplaza en el avión presidencial para hacer campaña, moviliza a las oficinas gubernamentales en su favor, ordena a las Fuerzas Armadas que le den respaldo logístico a sus manifestaciones, recibe cobertura amplia y hasta en directo de la TV estatal que ignora a los otros candidatos, se reserva el rol protagónico en los informativos de la televisión privada sometida al gobierno que ignora o ataca a sus contrincantes, amenaza a la prensa opositora con su controlado Poder Judicial, y hasta firma un decreto ley para otorgar títulos de propiedad en medio de un mitin electoral. Mientras tanto, la fiscal encargada de investigar la falsificación de firmas para inscribir la candidatura de Fujimori camina con pies de plomo y al parecer sus investigaciones no arrojarán ningún resultado antes de las elecciones. Dada la dependencia de la Fiscalía con el Ejecutivo, esa investigación es como si Fujimori se investigara a sí mismo. Pero el presidente peruano no se inmuta e insiste: �El proceso es transparente y justo� para luego agregar que �aquí hay plena libertad de prensa�.
Ante esta realidad, el ex canciller de Guatemala y presidente de la misión de observadores de la OEA, Eduardo Stein, señaló el jueves que nodescartaba la posibilidad de que este organismo descalifique las elecciones peruanas por considerarlas ilegítimas. Stein dio un ultimátum de 48 horas para que el gobierno de Fujimori dé �señales claras� para corregir en estos últimos días las �irregularidades� que enturbian el proceso electoral. Pero luego el plazo fue extendido y recién mañana lunes la OEA emitirá un comunicado. Por su parte, el Instituto Nacional Demócrata y el Centro Carter (IND-CC) han señalado hace unos días que el proceso electoral está �irremediablemente dañado�. La Casa Blanca, así como el Congreso, han respaldado en todos sus puntos los informes de los observadores, advirtiendo de consecuencias graves si el fraude se concreta. Fujimori ha respondido refugiándose en la soberanía nacional. �Cómo pueden decir que soy un dictador si mi gobierno cuenta con amplio respaldo. En el Perú existe democracia�.
A pesar de todo el apoyo del aparato estatal, Fujimori tiene graves problemas en convocar gente a sus manifestaciones y en entusiasmarlos. Para revertir eso parece dispuesto a todo, incluso al ridículo. A sus mitines va acompañado de cómicos y cantantes, y no duda en contar chistes o bailar technocumbia para animar a su auditorio. Y frente a raleadas concurrencias asegura con una gran risa: �Vamos a ganar en primera vuelta�. Toledo le responde que sólo lo podrá derrotar con un fraude. Y las plazas llenas que lo reciben en cada lugar al que llega parecen darle la razón.
El gran salto adelante de �El Chino�
A una semana de las elecciones presidenciales y parlamentarias del próximo domingo, el presidente que es candidato ya comenzó a festejar que cuando deje de ser lo segundo, seguramente, siga siendo lo primero. Porque a pesar del rápido ascenso de su principal rival Alejandro Toledo, Alberto Fujimori está seguro de que se quedará con la presidencia sin tener que ir a segunda vuelta. Ayer, la encuestadora Compañía Peruana de Investigación (CPI) le dio la razón, contradiciendo a la mayoría de las encuestas, que pronosticaban un 39 por ciento para Fujimori y un ballotage seguro. Según el sondeo de CPI, el presidente Fujimori conseguiría el 50,3 por ciento de los votos, con lo que se aseguraría un triunfo inmediato. Detrás, con el 32,3 por ciento, se ubicaría Toledo, y con el 6,9 el alcalde de Lima Alberto Andrade, por Somos Perú, quienes denunciaron ayer que el domingo habrá fraude. La única mala noticia para Fujimori es que su coalición Perú 2000 no obtendría mayoría propia para renovar las 120 bancas del Congreso unicameral, ya que conseguiría sólo el 37,7 por ciento de los votos. Aunque Fujimori parece siempre en condiciones de revertirlo (por fraude). |
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