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Por Andrés Glass  Por
momentos, �Mercano, el marciano� puede ser muy perverso. En uno de sus
capítulos, camina por los bosques de Palermo y se encuentra con una
anciana a quien están golpeando con una culata para arrebatarle la bolsa.
�¡Qué lindo, cómo juegan!�, piensa el bicho, y la provocación ya
está en marcha. El primer golpe de efecto ha sido dado. �Queremos
romper con las reglas del género. Ser políticamente incorrectos�,
proponen Juan Antín, de 30 años, y Ayar B., de 24, los creadores de esta
criatura verde y bizarra que se emite como separador en el canal
MuchMusic.Ya no se trata de narrar el horror ante el marciano. Mercano es otra cosa. Es el punto de vista horrorizado del marciano ante los argentinos. �Nada mejor que el ojo del visitante -.explica Ayar B.� para definirnos�. �Mercano�, que por ahora se emite varias veces por día en cortos de un minuto y medio, será este año largometraje. Se expande porque es entrañable: extraña su planeta y se siente solo. Se aterra ante el delirio argentino, los discursos de Menem y las raves. Busca novia, y la encuentra en una extraterrestre muerta a quien revive a la manera de un Frankestein contemporáneo. Nació de un presupuesto de menos de 100 pesos y más de 14 horas diarias de trabajo no rentado. Hoy, esta mascota de MuchMusic .émulo de las criaturas de Tim Burton, y de los muñequitos de South Park� tiene su propia corte de adulones y suma horas en el cable. �¿Qué lugar ocupa �Mercano� entre los dibujos locales? Antín: �Rompe con el género tradicional. Es un producto autoral, que no nace de una necesidad comercial. Es políticamente incorrecto porque no se genera a partir de las típicas reglas de la animación: las desconoce. No les escapa a las malas palabras, la sangre, los muertos que reviven, las críticas políticas. El canal lo tolera porque entiende que para llegar al público hay que dejar de tomarles el pelo. Mercano es un compinche. �Después de �Beavis and Butthead� y �South Park�, ¿hasta dónde hay que llegar para seguir rompiendo con las reglas del género? Antín: ��South Park� va mucho más allá. Asume más riesgos: se ríe de minorías, provoca sin red. De algún modo es un referente. Ayar B.: �Hace poco, en el canal creyeron que habíamos pasado el límite: entregamos un capítulo en el que el marciano tira un rayo para comunicarse con su planeta, que rebota en un satélite y se emite por la tevé. Los chicos se vuelven zombies y salen a matar a las familias. Ahogan a sus hermanitos, disparan a los padres en sus cuartos. Lo mostramos y hubo un gran silencio, pero por ahora se lo bancan sin censuras. �¿En qué condiciones se hace animación en la Argentina? Antín: �Los recursos son siempre caseros: sabemos que para hacer cosas no podemos contar con tener dinero. Acá no hay industria: pagan muy mal y uno puede pasarse años en escalafones estancos. Se labura por el pancho y la Coca. Afuera, hay un espacio para el talento, para crecer más rápido. En Francia, por ejemplo, te subvenciona el Estado. �¿Hay margen para hacer carrera en el campo de la animación? Antín: �Estamos tratando. Ahora, planeamos un largometraje. Hicimos 50 minutos entre 4 personas. Mientras, hacemos TV para juntar recursos. �Como Mercano, que todo el tiempo sueña con irse y volver a su planeta, ¿a ustedes también les gustaría probar suerte en otro lado? Ayar B.: �Por ahora, nos quedamos porque estamos acostumbrados a vivir y trabajar en estas condiciones. Para Mercano es más difícil. No es local. Llegar a la Argentina sin las advertencias necesarias puede ser intolerable: el marciano sólo desea que llegue el momento de escaparse.
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