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Por M. B. �Gracias señora�, responde Víctor Hugo Morales a una mujer que se acerca para decirle que vuelva a la radio. La señora sabe que Víctor Hugo jamás ha dejado la radio, pero, sentada a una mesa de un café de Avenida de Mayo, lo que en realidad está reclamándole es que retome un programa matinal que conducía en 1991, por Radio Continental. El programa se llamaba sencillamente �La Radio�, iba de 9 a 13 y, a su criterio, �perduró en el corazón de la gente�. Es que Víctor Hugo es algo más que un magnífico relator de fútbol y un líder de equipo, como muestra en su tira diaria vespertina �Competencia�: es un periodista atento al mundo que lo rodea, apto para bastante más que para el deporte. Melómano empedernido, de hecho tiende a desenchufarse del deporte refugiándose en la música clásica. Por eso, explica, tiene un programa del género en Radio Clásica. �Allí, apenas actúo como divulgador de las manifestaciones musicales que me emocionan�, le dice a Página/12. �¿Por qué cree que, estando al aire todo el día, le reclaman por programas viejos? �Esta señora me habla de un periodístico que se hacía en 1991. Era la época de las privatizaciones y yo tendía a criticarlas, a decir que un día se vería que eso no era la panacea. Y no lo era. Mi obsesión era mezclar el fundamento periodístico con cierta puesta teatral. Le poníamos un remate musical y teatral a lo que habíamos hecho periodísticamente. �¿Y por qué no prosperó? �No podía marchar, porque en 1991 no podíamos estar en contra de la globalización y de las privatizaciones. Eramos piantavotos. Y no es una casualidad que la señora se acuerde. Si el menemismo le tendió una trampa a la gente, yo quiero decir que estaba entre los que lo advertían a tiempo. �¿Volvería a hacer ese tipo de radio? �La haría, con toda la energía del mundo. Pero tendrían que proponérmelo. El tema es que Radio Continental tiene un proyecto con el que le fue muy bien. Y creo, sinceramente, que se dio cuenta de que no me lo puede ofrecer a mí. Porque los programas de la mañana son resortes muy importantes para la empresa y no pueden tener a alguien que tenga una posición tan dependiente de su libre albedrío, como yo. �¿Qué significa la radio para usted? �Es mi primera fantasía. Yo escuchaba horas enteras de música, novelas y deportes. A los 18 años hice una prueba de relator deportivo. Entré en 1964 y comencé de relator en 1967, en Radio Colonia. Allí estaban Dante Panzeri, Rousselot. En 1975, murió el �Muñoz� uruguayo que era Juan Carlos Solé. Entonces dieron vuelta el mazo y arriba estaba yo, con un equipo joven muy fuerte. En 1981 me vine a la Argentina y pasé por El Mundo, Mitre. Estoy en Continental desde hace 13 años. En la radio, llevo ya 36. �A veces la radio recrea mundos que no suceden. Hay partidos que son más entretenidos relatados por usted... �Se mantiene más en alto la excitación del que escucha que del que mira. Es extraordinario que alguien pueda estar pendiente de ese espectáculo a través de las palabras. La diferencia nuestra más importante como equipo está cuando se para el espectáculo real. Con la pelota en movimiento los relatores somos todos parecidos. Pero en la manera de rubricar las jugadas, en los adornos somos distintos. La puesta en escena me fascina. Tengo criterios cinematográficos y teatrales para el armado del programa. �¿Hacer un programa de música clásica es como interpretar otro papel? �Claro. Cambia todo: el tono, el discurso, el vértigo... Hay otra riqueza, más reflexión y regodeo con las cosas. Argentina tiene 5 tenores que ocupan los escenarios del mundo y 3 o 4 para aparecer en cualquier momento. Tiene directores dispersos por el mundo y todo esto demuestra quela base de la pirámide es excelente. Porque no aparece un Maradona si no hay una base de la pirámide que la sostenga. �¿Hacia dónde evolucionó la radio en estos años? �La radio se convirtió en un medio periodístico. La música no existe en las AM y los programas de entretenimiento quedaron muy en manos de la televisión. Es casi como un canal de noticias. Es el medio más creíble porque cada uno está poniendo la firma con su voz. La gente de radio es muy prestigiosa: Magdalena, Gómez Castañón, Nelson Castro, Majul, Santo e Ibarra son mucho más creíbles que los periodistas de televisión. Y la mayoría de los medios escritos han devorado sus principios por los intereses en juego. En realidad, si vamos al fondo del tema, lo único creíble hoy es la ficción de los artistas.
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