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el Kiosco de Página/12

Canilla de agua
Por Hugo Guerrero Martinheitz


Rubén Caselli, el docto y equitativo conductor de televisión, dijo en su programa a propósito de esfínteres: �Grandote aprendí en la intimidad del baño de mi oficina de producción cómo una canilla de agua abierta induce a la vejiga al cumplimiento de su deber orinar antes de salir de casa o, precisamente, de la oficina, para así evitarse apuros callejeros�. Y gracias a la hermosa Daniela, una de sus asistentes. Cosas de mujeres que también nos son útiles. Primer plano de la hermosa Daniela. Y corte a primer plano de Rubén Caselli. Fue Daniela quien se lo enseñó con pelos y señales. Desde entonces, en cuanto Caselli oye el ruido del chorrillo de agua potable manando de la canilla del baño, pocas veces consigue rebelarse airoso contra la susodicha inducción hidráulica, pero nadie puede imaginarse cuánto agradece ser inducido cada noche que debe pasarse ante cámaras dos horas sentado, sin levantarse ni un segundo, dale que dale a su parlo-show. O show parlero. Y corte. Y ensamblado al asiento inamovible. Y corte. Y qué criminal de película. Lidia Adelina Ronceros. Vale recordar el sonado caso: mientras su concubino, Hermes Nolte, dormía plácidamente junto a ella cada noche, ella, Lidia Adelina Ronceros, le acercaba a los oídos un magnetófono de bolsillo difundiendo el sibilino y diurético sonido. Pobre el apuesto Hermes Nolte. Enloqueció por la regresión de mearse en la cama. Empezó con el promedio de una meada mensual y a poco pasó al promedio de tres o cuatro meadas semanales. Su médico clínico sugirió, agotados análisis y radiografías y tomografías computadas que certificaban buena salud física, que quizá la prematura incontinencia fuese algo puramente psíquico, y hasta pasajero, arriesgó. Poco y nada pudo la psicoterapia. Y nada de nada pudieron el par de brujos que le recomendaron. Cierta oscura mañana, a punto de sonar el despertador, Hermes Nolte despertó meado, enfurecido y tiritando. Era invierno. Estranguló a la Ronceros, su amada concubina, que ya en las últimas dejó de hacerse la dormida. Victimario, Hermes nunca más volvió a mearse en la cama. Los detectives concluyeron que la grabación del magnetófono provenía de esas (ayudas) fonográficas para combatir el insomnio que usaba la concubina, insomne crónica, pero no precisamente para lograr dormir sino para que él se meara en profundo estado inconsciente. Entre un buen abogado defensor y honestos psiquiatrias forenses obtuvo su traslado en un tris �Justicia mediante, claro� desde el inhumano encarcelamiento común en Villa Devoto al Ferenchi, costoso y palaciego sanatorio de enfermos mentales, con salidas los fines de semana (bajo severa vigilancia secreta). Bien. Todo bien. Joven e hijo de familia acaudalada, pronto se casó con su terapista ocupacional y aspirante a vedette de teatro de revistas. Una idónea asistente personal reúne semejanzas de terapista ocupacional. Ella, Sandra Oriel, veinticuatro; y él, Hermes Nolte, treintiuno. Profusión de costosas participaciones. A poco de casados: ella, ascendente corista; él, yunta de su mujer por donde ella iba. Sandra Oriel, sentada al retrete de su hogar en San Isidro, adquirió el hábito de llamarlo a él para que él mismo abriera la canilla de agua. Se le redondeó la vida al hombre. Artísticamente iluminada la Iglesia de San Benito de Palermo, más que iglesia circunstancial invernadero en bella y fraganciosa floración abigarrada, resultó nave estrecha para contener invitados, fotógrafos, camarógrafos y curiosos zampones. Primer plano del conductor mirando directamente a la cámara. Me pregunto, y le pregunto a usted para que usted me ayude, por favor, a esclarecerme. Para que nos ayudemos a esclarecernos. Nuestros teléfonos están abiertos para que usted participe, para que usted responda. Qué otras situaciones que desconocemos provocará en nuestro inconsciente una apenas abierta canilla de lavabo dejando correr un casi tierno y armonioso chorrillo de agüita clara. Cristalina. Dulce. Inocente. Pausa. La canilla del lavabo al fluir parecida a la intensidad normal del meato humano ¿sería incontrovertible ejemplo de inducción subliminal? Pausa. Esto estodo. Good night. Hasta mañana. Millones de televidentes durmieron en paz. Cada uno de ellos sabiendo que cumpliría a la noche siguiente con su compromiso implícito de participar, colaborar, con su mejor parlo-show o show parlero de televisión, el de Rubén Caselli, docto y equitativo anfitrión de hijos y entenados mediáticos.


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