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�Los que trabajan en el Colón
quieren lo mismo que nosotros �

Juan Carlos Montero, director del teatro, asegura que los conflictos quedaron atrás y se pregunta sobre el futuro de la ópera. 

Juan Carlos Montero: el nuevo director del Teatro Colón.
�El Colón tiene un deber frente a quienes lo sostienen.�
 


Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) Juan Carlos Montero habla del Colón. Mezcla �se diría que es inevitable- las cuestiones artísticas con las administrativas. Le tocó, como director general del teatro, habérselas con un paro que obligó a la postergación del que iba a ser el primer concierto del año (a cargo del pianista Bruno Gelber) y de varias funciones de ballet. Por un lado, dice con optimismo que �estos días son cruciales porque finalmente podremos anunciar que estamos haciendo lo que el gobierno de la ciudad quiso hacer siempre: cumplir con lo pactado�. Se refiere al acta que las autoridades anteriores firmaron junto a legisladores de la ciudad y a representantes de los cuerpos internos del Colón. Y al acuerdo logrado recientemente para poder instrumentar lo que en principio parecía ininstrumentable. �Los que trabajan el Colón quieren lo mismo que nosotros: concursos, un reglamento de trabajo y seguridad laboral�, aclara. Pero, por otra parte, no puede dejar de señalar que le causa �extrañeza que el Colón y toda su organización no funcione de una manera aceitada. Es increíble que los empleados no se dediquen de lleno a lo importante. Parece que no hubiera conciencia de que, con el potencial humano y la riqueza de elementos que hay en el teatro, sería posible dedicarse a lo primordial: a la actividad musical y artística y no a los problemas de relación con el Estado�. 
Con el conflicto gremial aparentemente superado, Montero encuentra la tranquilidad suficiente como para preguntarse sobre temas más generales. Por ejemplo, cómo hacer para que lo que sucede en un escenario de ópera sea capaz de hacer que el público salga de su casa para verlo. �¿Será que se terminó la ceremonia de salir, que la música en vivo ya no tiene el atractivo suficiente?�. La pregunta, sin embargo, tiene algunas respuestas y una de ellas es la que el Colón acaba de poner en marcha con su primer número lírico del año. El programa doble compuesto por Cavalleria Rusticana de Mascagni e I Pagliacci de Leoncavallo, tendrá varias funciones fuera de abono, con un precio de $ 30 para la platea y localidades desde $ 2. �El Colón no puede ser sólo para los abonados�, explica Montero. �Tiene un deber frente a la sociedad que lo sostiene económicamente y a las personas que, aun cuando no lo conocen por dentro, lo quieren y lo consideran un patrimonio único de la ciudad. Y el segundo paso es lograr que esa gente que siente valoración por el Colón pero que nunca se sintió convocado por él, o que se siente intimidada, tenga interés en conocerlo. En saber cómo es este teatro, en escuchar a ver si es cierto lo que se dice acerca de su acústica.� El otro aspecto a resolver, para Montero, es la programación. Por eso es que el compositor Gerardo Gandini, además de director del Centro Experimental, será director de la Filarmónica. �Espero que él me apuntale y que me ayude a que el Colón recupere su tradición de teatro de avanzada�, afirma. 

 


 

LA TEMPORADA DEL AÑO 2000
Lo que todavía faltaba

En una conferencia de prensa, Juan Carlos Montero, flanqueado por el compositor y pianista Gerardo Gandini, director del CETC (Centro Experimental del Teatro Colón) y de la Filarmónica de Buenos Aires, anunció los programas previstos para este año por esos organismos, además de las actividades del Ballet Estable y la continuidad del ciclo Despedida del siglo XX que, a diferencia del año anterior, se realizará en la sala principal del teatro, con comentarios a cargo de Gandini. Este ciclo, que alternará el horario de los lunes a las 20.30 con el matinal del domingo a las 11, presentará solistas y grupos de cámara además de la propia Filarmónica, siempre en repertorio del siglo pasado. Entre las joyas estarán las Sonatas e Interludios para piano preparado de John Cage (por Gandini), un concierto en el que se tocarán las Bagatelas y las Diez Piezas para quinteto de vientos (por el Quinteto Argos) y los Estudios para piano (por Susana Kasakoff) de György Ligeti.
Los planes de la Filarmónica incluyen un ciclo de abono con 16 conciertos que presentan, entre sus atractivos, las actuaciones del gran pianista Jean-Yves Thibaudet en el Concierto en Sol de Ravel, de la magnífica violinista Chantal Julliet (en el Concierto de Alban Berg), de los violinistas Cho-Liang Lin, Haydée Francia y Gil Shaham, del cellista Mischa Maisky, del pianista Nelson Goerner y de la violista Marcela Magin (que hará el Concierto para viola de Yoru Takemitsu). El primer concierto será el 8 de mayo y estará dirigido por Franz-Paul Decker. El último, con la dirección de Javier Logioioia, será el 23 de octubre.
El CETC, por su parte, abrirá el año el 29 de este mes con la puesta de Marcelo Lombardero del Mahagonny Songspiel de Kurt Weill y Bertolt Brecht. En julio, subirá a escena Réquiem para un bookmaker chino de Luis Naón sobre un libreto basado en un film de John Cassavettes y el 21 de octubre se estrenará Sul Cominciare, sul finire, de la coreógrafa Diana Theocharidis, con música de Martín Matalón y basada en Seis Propuestas para el Próximo Milenio de Italo Calvino.

 

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