OPINION Quién maneja la economía Por Julio Nudler |
Las
reivindicaciones centrales con que se lanzó el lock out camionero,
liderado por la CNTA, fueron dos: el gasoil y los peajes. Es,
claramente, una disputa entre sectores empresarios por el reparto de
un amenazado excedente económico, en la que el Gobierno quedó
apresado por el costo político de un temido desabastecimiento. Nadie
puede decir que este conflicto patronal �por lo visto más
complicado para la Alianza que cualquier paro sindical� sea
achacable a la falta de �reformas estructurales�, sino a lo mal
que éstas se hicieron. Debajo del severo techo de un dólar muy bajo
no hay suficiente lugar en los costos de producción y distribución
para absorber los precios cartelizados del combustible ni peajes que
se negociaron blandamente con los lobbistas de fuertes grupos
económicos.
Seguir con la convertibilidad no es tan fácil como declararlo en un
discurso. Implica desarmar
todos los sobrecostos provocados por la manipulación de los mercados
y por la corrupción. En cuanto al ITC (Impuesto a la Transferencia de
Combustibles), aunque al gasoil lo castigue mucho menos que a las
naftas (12 centavos por litro), su gran importancia en la estructura
tributaria argentina obedece al facilismo recaudador (no se aplica el
mejor impuesto sino el más sencillo de cobrar) y a la poca voluntad
de gravar efectivamente las rentas y los patrimonios. Sin embargo,
llegados a un punto, esta falta de valentía política frente a los
grandes intereses se paga con el estallido de conflictos en la cadena
económica.
Tampoco fue una muestra de coraje el manejo del caso Renault, al
admitirse una presión empresaria y diplomática en un affaire que fue
llevado a la Justicia por el Estado. Especialmente impactante fue la
imagen de Manuel Antelo, presidente de Ciadea en los tiempos de las
presuntas maniobras de contrabando denunciadas, asistiendo en el
despacho presidencial a la audiencia que Fernando de la Rúa le
concedió a Louis Schweitzer, presidente mundial de la automotriz
francesa. Los cargos que pesan sobre Antelo son demasiado graves como
para que sea recibido a máximo nivel en la Casa Rosada.
Después del escándalo que acabó con la carrera de Aldo Rico en el
Gabinete bonaerense, por haber afirmado falsamente que el represor
Carlos �El Indio� Castillo aparecía en una foto detrás del
Presidente en funciones de custodio, habría que soñar con que el
Gobierno demuestre que la persona que aparece en la foto del
miércoles último no es Antelo. El asunto tiene connotaciones aún
más inquietantes porque Jorge de la Rúa, actual secretario general
de la Presidencia, fue hasta hace unos meses abogado del inadecuado
huésped presidencial.
Mucho antes, en los buenos viejos tiempos, las exportaciones del agro
sufrían las denostadas retenciones con las que el fisco les capturaba
una fracción de cada dólar para poder subsidiar con reintegros las
exportaciones industriales (o pagar otros gastos). Hubo épocas en que
la diferencia entre el dólar efectivo exportador más alto y el más
bajo llegó a ser de 4 a 1. Periódicamente, el peso era devaluado y
se reordenaba el abanico de retenciones y reintegros, pero el juego no
se detenía. Ahora, gracias al retraso cambiario (o la sobrevaluación
del peso), hasta los productos del campo necesitan reintegros. Y
aunque en el llamado paquete procompetitivo, lanzado el lunes último,
Economía le aumentó el dólar a cultivos regionales como el té o el
ajo, la Secretaría de Agricultura luchó por conseguir un reintegro
del 10 por ciento (es decir, un dólar a 1,10) para el trigo, y de
entre 10 y 12 por ciento para la carne de pollo y de cerdo, todo lo
cual fue rechazado por José Luis Machinea. De todas formas, si la
idea es seguir bajando aranceles para abrir más la economía, y hay
que subsidiar cada vez más exportaciones, el comercio exterior será
otra carga creciente para el Presupuesto.
Otra situación novedosa es que el tipo de cambio comercial está por
encima del financiero, a la inversa de lo que sucedía en las épocas
en que el mercado cambiario, sometido a control, operaba dividido en
dos segmentos. Ahora, tanto para importar como para exportar, por
efecto de aranceles y reintegros rige un dólar superior a un peso.
Pero los capitales entran y salen a la paridad general de un peso, que
también vale para el tráfico de servicios, entre ellos los intereses
y el turismo. Conclusión: la Argentina eligió, por lo visto, que la
política económica se meta con las mercancías, pero no con el
movimiento de capitales ni los servicios.
Según explica Gabriel Casaburi, de Fundación Mediterránea, muchos
de los productos regionales que recibieron el aumento de reintegro son
socialmente estratégicos, porque constituyen monocultivos zonales.
Además, en la última década vivieron un auge al calor del mercado
brasileño, del que se volvieron extremadamente dependientes, con
casos tan extremos como el del arroz. Por tanto, la crisis brasileña
del año pasado �devaluación del real, recesión e interposición
de barreras paraarancelarias� los afectó por lo menos tanto como a
algunas industrias.
Con el aumento de reintegros se pretende abrirles la posibilidad de
entrar en otros países. Pero, como todos los agroalimentarios, se
trata de mercados muy regulados, protegidos con vallas comerciales y
sanitarias. Por tanto, la oferta de productos regionales no es fácil
de redireccionar. No tienen la suerte del trigo, que siempre cuenta
con la alternativa de un mercado spot, de Rotterdam o de Chicago,
aunque sea a precios inferiores. Para exportar productos regionales es
preciso contar con acuerdos previos, tejidos con cadenas comerciales.
Los negociadores argentinos no hicieron lo que debían para abrirles
mercados alternativos a producciones como arroz, algodón o lácteos,
como dándose por satisfechos y colmados con atender la demanda
brasileña, ya que anteriormente casi no se exportaban. Pero el shock
del vecino llegó, desatando una cadena de crisis regionales, de bajo
registro en Buenos Aires.
Para Javier González Fraga, la Argentina sólo podrá salir de este
estancamiento de la mano de la exportación. El mercado interno no
puede dar el impulso porque le falta el cebador. En el pasado jugaban
ese papel las devaluaciones y el déficit fiscal. Pero la
convertibilidad les puso un cepo a los cebadores internos. Por tanto,
González Fraga piensa que el paquete procompetitivo camina en la
dirección correcta, aunque dando un paso demasiado corto. Para él
�falta lo más importante: bajar el gasto público, lo que haría
disminuir los impuestos y los intereses�. ¿Por qué habla el
Gobierno de restricción fiscal para explicar la falta de mayor
audacia en las medidas? Porque mantiene la rigidez del gasto público,
y la mantiene por la situación social. Pero �asegura el dos veces
presidente del Banco Central�, �si queremos que los empresarios
inviertan más y den más empleo tienen que ganar más. Con lo que
están ganando ahora, nadie sigue con el negocio�. |
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