Por Silvina Friera
La palabra simbiosis describe bien al matrimonio de actores compuesto por Fernando Siro y Elena Cruz. Para el conductor de �Café Fashion� los dos forman �un ser único�. Desde que se casaron en 1952 siempre compartieron trabajo e ideas: se confiesan liberales en absolutamente todos los planos de la vida, no sólo en política o economía. �Todavía algunos que se dicen pensadores, siguen siendo zurdos�, dijo Cruz esta semana, cuando volvió nuevamente a defender al ex dictador Jorge Rafael Videla. Y agregó que �no hay 30 mil desaparecidos, debe ser una cifra que dieron para que una película argentina ganara el Oscar�, por el premio a Mejor Película Extranjera que la Academia de Hollywood concedió a La historia oficial.
La actriz, que siempre interpretó papeles de mujeres naïves y candorosas, mostró que la imagen que proyectó en el cine, en el teatro y en la televisión contrasta con lo que piensa y dice. Con Siro se conocieron hace 48 años sobre un escenario porteño, durante las representaciones de Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams. Desde entonces, establecieron una especie de constitución matrimonial que prohíbe insultarse ni siquiera con la palabra tonto, en ninguna circunstancia y por ningún motivo. �Cuando uno le dice al otro �sonrisa constitución�, tiene que sonreír, con lo cual las discusiones pasan de largo�, aseguró la actriz y candidata a legisladora cavallista.
Admiradores y amigos de la familia Alsogaray en eso de achicar el Estado todo lo posible, sus vidas políticas son perfectamente coherentes con las actitudes que mostró Cruz esta semana. En los últimos años transitaron por el menemismo, compartieron sus militancias políticas con el actual intendente de Escobar, el ex represor Luis Patti, hasta llegar a los brazos del candidato a jefe de Gobierno por Encuentro por la Ciudad, Domingo Cavallo.
La esposa de Siro recuerda con orgullo a su abuelo, que nació en 1865 y fue de los primeros que reconocieron la Patagonia. �Le quisieron regalar tierras y él dijo, mucho antes de que naciera Perón: �La tierra es de quien la trabaja, yo tengo mis campos en Pergamino�.� Ironías del destino de quien niega que un general de la nación haya robado bebés y dice no conocer �zurdos frontales�. Tal vez haya sufrido un ataque de amnesia y quiso olvidar que conoció a la familia de Ernesto �Che� Guevara, a quien -cuando tenía memoria� llamaba Ernestito. �Sus padres y abuelos son amistades de años de mi familia. En realidad, yo fui más amiga de Celia, su hermana mayor. Con Siro vivimos muy de cerca el dolor de la familia cuando lo mataron. Fue terrible�, contó a la revista Caras en 1993.
La temporada veraniega de 1993 los encontró representando Necesito un tenor en Villa Carlos Paz, junto a Ricardo Darín y con las grabaciones del programa �Matrimonios y algo más�, de Hugo Moser. Dos años después, en La Falda, los dos solos interpretaron Todo tiempo pasado fue peor, un encuentro en el que hablaban con el público sobre los cuarenta años de pareja que llevaban por entonces.
Con una larga trayectoria como actor radial y cinematográfico, Siro se inició como director de cine en 1964 con Nadie oyó gritar a Cecilia Fuentes. También dirigió Me enamoré sin darme cuenta, Siempre fuimos compañeros, Los días que me diste y Las vacaciones del amor, entre otras producciones cuyas temáticas se dividían entre el drama y la comedia. Sapucay, mi pueblo, también con dirección de Siro, fue lo último que hicieron juntos en cine. El film número 22 de Siro es una colección de viñetas absurdas y políticamente retrógradas sobre una pequeña población correntina, donde la vida de sus habitantes se ve sacudida por el traslado de un cura y el cierre de la única escuela que será transformada en un casino. Siro, que también actuaba, hacía de un político corrupto que, mágicamente, se redimía y Cruz, su eterna compañera, resultaba poco creíble intentando un fallido acento correntino. En plan de difundir el secreto de la pareja ideal, que siempre vendió una imagen armoniosa y feliz, Cruz aconsejó a los jóvenes hacer más el amor y hablar menos. Consejo que sería oportuno, para Cruz, poner en práctica de una buena vez.
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