Por Oscar Guisoni
Desde La Paz
¿Cómo
se puede aplicar el estado de sitio con la policía en huelga? Si el
general Banzer se hubiera planteado esta elemental pregunta, la medida
jamás hubiera sido adoptada. Avanzada la noche del sábado, la rebelión
protagonizada en la ciudad de La Paz por el GES (Grupo Especial de
Seguridad) de la Policía Nacional Boliviana se había vuelto
incontrolable. Y en la ciudad de Cochabamba, la revuelta callejera que
había estallado en la noche del jueves, en protesta por las altísimas
tarifas del agua -fijadas por la norteamericana Aguas del Tunari�
obligó al ejército a retirarse a la caída del sol, luego de un día de
brutales enfrentamientos en donde los militares fracasaron en el intento
de obtener el control de la villa andina. La primera jornada de estado de
sitio terminó con al menos 2 muertos, 32 heridos y 21 dirigentes
políticos y sindicales detenidos.
La ubicación del edificio del GES no era la preocupación menor delb
gobierno boliviano. A menos de cincuenta metros del palacio de gobierno,
los rebeldes fuertemente armados fueron sumando solidaridades de los
diferentes gremios de la ciudad durante toda la jornada del sábado. Al
caer la noche, eran ya más de ochocientos los policías concentrados en
el edificio. El gobierno se rendía a la evidencia: la declaración del
estado de sitio sólo había logrado empeorar las cosas, no contaba con la
policía para asegurar el control de las ciudades en conflicto y la gente
de a pie fue concentrándose en los alrededores de la Plaza Murillo, donde
se encuentra el Palacio Presidencial, para evitar que el ejército
irrumpiera en el cuartel de los amotinados. Maestros, transportistas,
estudiantes universitarios, improvisaron manifestaciones en solidaridad
con los policías, desafiando abiertamente la prohibición de protestar.
El ministerio del Interior intentó a media tarde una negociación,
ofreciendo a los uniformados un 20 por ciento de aumento, pero los
negociadores fueron expulsados a patadas y piedrazos del lugar del motín.
Mientras que los cuarteles de toda la ciudad cerraban sus puertas y se
sumaban a la rebelión, los militares hicieron llegar un documento
anónimo a la sede del GES, en donde sostenían que �no sólo nos
solidarizamos con nuestros compañeros policías, sino que no nos
limitaremos a una actitud pasiva como la de ellos, sino que nos alzaremos
en armas hasta las últimas consecuencias, hasta que todos tengamos los
salarios que nos merecemos�.
Banzer en su residencia conocía por primera vez en su historia el sabor
de una derrota que le asestaban sus propios ex camaradas de armas.
En Cochabamba la situación era caótica. A las 4 de la tarde del sábado
cayó fulminado de un balazo de FAL en la cabeza el estudiante de 17 años
Víctor Hugo Daza, que fue llevado por los manifestantes a la plaza
principal de la ciudad, donde lo velaron. Al conocerse la noticia los
combates se volvieron aún más violentos. Bombas molotov dentro de la
sede del Consejo Municipal, incendio de vehículos, ataques a las
principales oficinas del gobierno central y el rumor de que grupos de la
población se dirigían a los cuarteles en busca de armas, hizo que el
ejército se replegara. El alcalde de la ciudad, el opositor Manfred Reyes
Villas emitió un comunicado, a las ocho de la noche, llamando a la ciudad
a la resistencia y declarándose en la clandestinidad. Con la retirada del
ejército, la población se volcó masivamente a las calles y participó
convulsionada del velatorio del estudiante muerto.
En La Paz las cosas no hacían más que empeorar. El arzobispo de la
ciudad dio a las 8 de la noche una conferencia de prensa repudiando la
medida del gobierno y la flagrante violación a los derechos humanos, el
Sindicato de Prensa llamó a preparar la resistencia civil, el poderoso
sindicato minero se sumó a las medidas de fuerza y el propio alcalde de
aciudad, Juan del Granado, perteneciente a un partido de izquierda radical
llamado Movimiento Sin Miedo emitió un comunicado llamando a la
movilización de la ciudad y a �organizar la resistencia y lucha
ciudadana�. El principal partido opositor, el MNR, a través de su
secretario general Carlos Sánchez Berzaín solicitó al gobierno levantar
el estado de sitio y dialogar con los sectores en conflicto. El ex
ministro de Comunicación del gobierno del ex presidente González
Sánchez de Losada (MNR), en diálogo con Página/12, sostuvo que �el
gobierno ha perdido todas las batallas. No se dieron cuenta que estaban
las mujeres al frente de la lucha y en este país las mujeres no han
perdido jamás una huelga... es más, ellas terminaron con la dictadura de
Banzer. Si esta noche no controlan Cochabamba (por la noche del sábado) y
no logran entrar al GES, mañana todo va a ser peor�.
Lo mismo evaluó la megacoalición que sustenta a Banzer en el poder. A
media noche el comandante general de la Policía, Roberto Pérez, ingresó
al cuartel de los amotinados aceptando las demandas de aumento del 50 por
ciento de los sueldos que exigían los policías. Luego de reunirse con el
mayor David Vargas y la sargento Rosmery Corrales, verdadera figura de
esta insurrección, se llegó a un acuerdo. A las 3.30 de la madrugada del
domingo la rebelión había concluido. A esas horas de la noche, la
insurrección ya involucraba a diez mil policías y las calles de La Paz
estaban sin bomberos, sin servicio de 110, ni guardias de tráfico ni
patrulleros en ronda. Los paceños decidieron que tampoco había que
privarse de festejar y a la madrugada la gente continuaba en los bares
como si se tratara de una noche cualquiera.
En Cochabamba se había levantado incluso la intervención a los medios de
comunicación y los vecinos relataban indignados cómo el ejército había
utilizado armas químicas durante el día, en su intento por controlar el
�cordobazo� boliviano. Los manifestantes habían logrado, bien entrada
la
noche, asaltar varias tiendas de armas y ocupar los principales cuarteles
de la policía de la ciudad. El Prefecto de la ciudad (la máxima
autoridad policial y autor del falso rumor que hizo creer a los
cochabambinos que el contrato con Aguas del Tunari, la empresa americana
que construye el costosísimo proyecto para otorgar agua potable a la
región y cuyas tarifas fueron el principal origen de la revuelta, había
sido rescindido el jueves), presentó su renuncia indeclinable.
El domingo amaneció sin revuelta policial, aunque los uniformados
continuaban reunidos en el GES hasta comprobar que el aumento se
transforme en una medida efectiva del gobierno, y Cochabamba sin ejército
en sus calles. A mediodía el gobierno envió una señal clara a la ciudad
alzada de que sus reclamos iban a ser atendidos, también en su totalidad.
El contrato con la norteamericana Aguas del Tunari será rescindido y la
propia empresa, a través de uno de sus más altos ejecutivos, anunció
que se retiraba de la ciudad. En la tarde del domingo la Superintendencia
de Aguas nacional confirmó la noticia y los medios de comunicación
cochabambinos comenzaron a difundirla. Aunque después de haber sido
engañados una vez, será difícil que los habitantes de la ciudad
abandonen las calles sin tener las garantías suficientes de que su lucha
no ha sido en vano.
El incendio y las vísperas
En la comunidad rural de Achacachi, una pequeña
población a dos horas de la ciudad de La Paz, el ejército intentó
ayer por la mañana desbloquear la ruta a Perú. Pero se encontraron
con la resistencia campesina, que los atacó con piedras y armas de
fuego. Un batallón de 300 soldados cometió entonces la imprudencia
de meterse en la villa, de unos 10 mil habitantes. Comenzó así una
batalla campal de tono surrealista, filmada íntegramente por las
cámaras de Bolivisión, en donde los soldados disparaban a cuanto
bulto se moviera, mientras mujeres y niños gritaban desde ventanas y
veredas: �¡Asesinos, váyanse a las fronteras!�. En el pueblo se
desarrollaba un mercado rural. La noticia de la irrupción militar
enfureció a los presentes. Un joven de 17 años murió al recibir un
balazo en el pecho. La multitud lo cargó en andas.
Un capitán del ejército cayó herido en los
enfrentamientos. Fue trasladado al hospital local, de donde los
campesinos enfurecidos lo sacaron un rato más tarde y lo mataron a
golpes. Pobladores de villas vecinas, al saber las noticias,
comenzaron a acercarse al poblado, mientras el ejército se retiraba.
A últimas horas de la tarde se supo que el gobierno había enviado a
un destacamento mayor de militares, desde La Paz, con el objetivo de
entrar a la población hoy a la noche. Unas quince mil personas
saqueaban e incendiaban, al cierre de esta edición, las instalaciones
gubernamentales y policiales de la villa de Achacachi, mientras
aguardaban la llegada de las fuerzas armadas. |
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