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TOLEDO FORZO A FUJIMORI A UNA SEGUNDA VUELTA ELECTORAL EN PERU
Cuando las fujitrampas no alcanzan

Alejandro "el Cholo" Toledo sale festejando de su lugar de votación, en la capital, Lima.

Las encuestas a boca de urna le daban el triunfo al opositor Alejandro Toledo en las elecciones presidenciales en Perú. Horas después, la tendencia se volcó a favor del presidente Alberto Fujimori. Sin embargo, y a pesar del olor a fraude, habrá ballottage.


Por Carlos Noriega
Desde Lima

t.gif (862 bytes) La aureola de invencible y todopoderoso que lo ha acompañado durante la última década se le estaba apagando ayer al presidente Alberto Fujimori. El economista Alejandro Toledo, que hace sólo dos meses estaba en el sótano de las encuestas, le estaba propinando su primera derrota electoral personal desde que en 1990 llegó por sorpresa a la presidencia de la República. Toledo amenaza ahora a Fujimori con dejarlo fuera del poder, ese poder al que el presidente peruano se ha venido aferrando con uñas y dientes. Los sondeos a boca de urna de tres empresas encuestadoras estaban dando ganador a Toledo por un porcentaje de ventaja que, en el caso de la encuestadora Datum, llegaba a más del seis por ciento. Sin embargo, esas mismas encuestadoras comprobaron, cuatro horas después y en base a una muestra tomada de las actas electorales, que la tendencia se dio vuelta. Bien entrada la noche de ayer, Fujimori se podía jactar de superar a Toledo por un promedio de tres a cuatro por ciento de ventaja: 47-48 por ciento contra 42-43 de Toledo. Pero el actual presidente no se pudo jactar de un triunfo en primera vuelta ni parece probable que pueda hacerlo. Si se va a ballottage, Toledo se aseguró el apoyo de los candidatos menores.

  Conocidas las proyecciones que le daban provisionalmente la victoria, Toledo apareció brevemente ante la prensa y sus primeras palabras fueron "este Perú nuestro sí es posible", en un juego de palabras que aludía al nombre de su agrupación política: Perú Posible. "La gente ha votado con fe y esperanza", fue la frase con la que definió la jornada electoral, que se inició bajo una pesada atmósfera de fraude y un clima cargado por la tensión de lo que pudiera ocurrir si el temido fraude se confirmaba y Fujimori resultaba triunfador en primera vuelta. "Sólo me falta un punto y medio para ganar en primera vuelta", dijo, aludiendo al sondeo que le daba un 48,5 por ciento. "Si es así --agregó enseguida--, no quiero ser triunfalista, les extenderé la mano a todos los peruanos, repito, a todos los peruanos". Rodeado de su esposa belga, Eliane Karp, y de su hija Chantal, de 17 años, Toledo dijo que prefería esperar a que la agrupación de observadores Transparencia diera a conocer los resultados de un conteo rápido hecho en una muestra de mesas en todo el país, y que tiene un margen de error menor al uno por ciento.

  Pero sus partidarios salieron a festejar desde muy temprano. Apenas conocidas las primeras proyecciones, los seguidores de Toledo salieron a las calles a celebrar la victoria. Había un ambiente de euforia. En la Plaza Mayor de Lima, donde se reunieron también los seguidores de Fujimori, hubo una breve, pero intensa guerra de botellas, no demasiado violenta pues se trataba de botellas de plástico vacías. En Lima, los seguidores de Toledo se concentraron frente al Hotel Sheraton, en el centro de la ciudad, donde su líder seguía los resultados que daba la televisión. En ese mismo lugar, tres días antes, el presidente Fujimori había cerrado su campaña electoral celebrando lo que sus seguidores anunciaron como la fiesta de la victoria. Y en ese mismo lugar, los partidarios de Toledo gritaban ahora una victoria que no fue, pero que puede ser. Portaban retratos de Toledo y agitaban banderas mientras exigían a los gritos "Juicio a Montesinos", en referencia al tenebroso asesor de Fujimori y jefe de facto del servicio de inteligencia acusado de violaciones a los derechos humanos, ataques a la prensa y enriquecimiento ilícito.

  En su suite del Hotel Sheraton, hasta donde se colaba el entusiasmado griterío de la multitud aglomerada en las puertas del hotel, Toledo recibió las llamadas de felicitación de Alberto Andrade y Luis Castañeda, candidatos presidenciales que en un momento lideraron el voto opositor, pero que el día de la elección quedaron muy rezagados con porcentajes que rondaban el 3 por ciento. Otros candidatos como Máximo San Román, de UPP, Abel Salinas, del Apra, y Andrés García Belaúnde, de Acción Popular, también lo felicitaron y le anunciaron su respaldo. El alcalde de Lima, Alberto Andrade, a pesar de su aplastante derrota, mostró públicamente su satisfacción. "El triunfo de Toledo es el triunfo de la democracia sobre el fraude. Se acabó la era de Montesinos", dijo ante sus partidarios, que celebraban la victoria de Toledo casi como si fuera propia.

  Al otro lado, en el campo de la derrota, los dirigentes políticos del oficialismo desaparecieron de la escena. El presidente Fujimori no daba señales de vida. Tampoco las dio cuando comenzó a conocerse el vuelco de la tendencia, ahora a su favor. El analista y columnista de la revista Caretas, Fernando Rospigliosi, dijo que "en momentos de crisis Fujimori suele ir a la residencia del embajador de Japón o al local del servicio de inteligencia. Tal vez esté en uno de esos dos lugares preparando algún pronunciamiento".   

  Las proyecciones de los resultados de la votación al Congreso adelantan que, sea quien fuere el triunfador, ninguna agrupación tendría mayoría. El oficialista Perú 2000 tendría entre 41 y 44 bancas en el Parlamento unicameral de 120 miembros, Perú Posible entre 29 y 30, el Frente Independiente Moralizador (FIM) --que no presentó candidatura presidencial--, entre 11 y 13; Somos Perú del alcalde Andrade colocaría 11 parlamentarios y el Apra, siete. En este panorama, Toledo tendría mayores posibilidades de construir alianzas para formar un bloque mayoritario con el respaldo del FIM, Somos Perú, el Apra y otras agrupaciones menores. Esto sería una ventaja para Toledo en una segunda vuelta electoral, al poder ofrecer al electorado mayores posibilidades de un gobierno estable que las que ahora puede ofrecer Fujimori.

  A pesar de la falta de igualdad entre los candidatos en una campaña electoral en la que Fujimori gozó de todo el apoyo del poder, Alejandro Toledo ha logrado forzar al presidente, que hasta ayer se creía invencible, a una segunda vuelta. Y Toledo lo ha logrado aglutinando en su figura a todo ese sentimiento antifujimorista creciente. Aunque haya sido derrotado ayer, Toledo tiene mucho por ganar con vistas a la segunda vuelta. Y Fujimori, hasta hace muy poco tiempo seguro de su victoria, deberá afrontar una cuesta que se le presenta muy arriba.

 

La votación silenciosa

A diferencia de lo que ocurre con uruguayos y chilenos, los peruanos del exterior sí pueden votar en sus elecciones presidenciales. Y también lo hicieron en Argentina, mal que le pese a Daniel Hadad y a todos los xenófobos. De los 26.800 peruanos residentes en la Capital Federal, "lo hizo, aproximadamente, el 70 por ciento", informó el cónsul peruano Eduardo Chavarrí. "No hubo ningún inconveniente, salvo que de las 135 mesas de votación previstas hemos habilitado 134. El comicio se desarrolló con toda normalidad." Esta fue la versión del funcionario. Sin embargo, no parece que haya sido tan pacífico. En la escuela French y Beruti, ubicada en Basavilbaso al 1200, donde fueron concentradas las mesas, varios votantes se quejaron de que tuvieran que esperar seis horas para votar. Algunos denunciaron en esto una maniobra del presidente-candidato Alberto Fujimori. También se habilitaron mesas para sufragar en La Plata, Mendoza, Córdoba, Rosario, Tucumán y Corrientes.

 

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