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Por Martín Pérez A siete días del año 2000, no deja de llover en alguna ciudad de Taiwan. Una misteriosa enfermedad, que lleva a sus víctimas a comportarse como cucarachas, ha obligado al gobierno a ordenar la evacuación masiva de las zonas en cuarentena. Claro que hay quienes no quieren irse. Resistiendo sin resistir, una pareja despareja de proto-Gregorio Samsa se abandona a su (mala) suerte de la misma manera que antes se han abandonando a sus vidas. Así comienza El agujero (1997), cuarto opus del director malayo (radicado en Taiwan) Tsai Ming-Liang, una de las principales revelaciones del cine internacional durante la década del noventa, presente en Buenos Aires acompañado por su actor fetiche, Lee Kang-Sheng, que protagonizó todos sus films. �Los distribuidores ya se acostumbraron, y ya no me preguntan quién será el actor de mi próximo trabajo. Sólo me preguntan por la protagonista�, bromea Tsai, ante la mirada silenciosa de Lee. Desde que The Hole inauguró el jueves pasado el Festival Internacional de Cine Independiente porteño �unos cien días después de la llegada del año 2000�, no dejó de llover en Buenos Aires, y el comentario jocoso del festival es que la culpa bien la podría tener Tsai, en cuyos films la lluvia �y el agua, principalmente� siempre juegan un papel protagónico. Su presencia junto a Lee luego de las exhibiciones de la retrospectiva de su obra que se está llevando a cabo en el festival atrae la curiosidad de los espectadores. �Me sorprende su interés y por eso es que suelo quedarme charlando con quienes se me acercan�, cuenta Tsai. �No es común llegar a un país tan lejano como Argentina, y encontrar gente que quiere que le hable de mis films. Aun cuando en realidad muchas veces me parece que debería esconderme luego de filmarlos�, vuelve a bromear Tsai en la entrevista que le concede a Página/12, donde confiesa que todas sus películas son en cierta medida autobiográficas. �El agujero es la menos autobiográfica de todas �subraya el cineasta�, ya que sólo la filmé porque ya había firmado contrato con la productora francesa que me la encargó�, confiesa Tsai, que luego de rodar este último film se tomó un descanso que ya lleva tres años. �Estoy trabajando en un par de guiones, en los que va a continuar la historia de los personajes de mis tres primeros films. Tenía ganas de tomarme un descanso después de haber terminado El río, pero me fue imposible por este contrato y tuve que volver a filmar enseguida. Pero apenas terminé de rodar decidí que había llegado la hora de tomarse un largo descanso�, explica Tsai, que confiesa haberse sentido algo atrapado dentro del formato de la trilogía que le dio prestigio, integrada por Los rebeldes del dios Neón(�92), Viva el amor (�94, León de Oro en Venecia) y El río (�96, Oso de Plata al mejor director en Berlín). �Tanto los personajes como las situaciones de esos films fueron basadas en mis experiencias personales, y luego de rodar cada uno de ellos fui sintiendo que me liberaba de ciertas cargas. Sin embargo, al terminar El río sentí que en vez de aliviarme quedaba cargado con algo de lo que no sabía cómo liberarme. Por eso decidí parar con todo, para poder pensar claramente en qué dirección continuar�. Crónica apocalíptica de la vida en un decadente paisaje urbano en el que no sólo es imposible comunicarse, sino que incluso es difícil aprender a hacerlo, la trilogía inicial del cine de Tsai está centrada en la vida de un joven y su familia, que con el correr de los films se va separando irreversiblemente. Prácticamente mudas, y con el gran mérito de haber creado un mundo cinematográfico propio a través de éstas, en la última película de la trilogía �El río� la familia está integrada por un padre que concurre asiduamente a saunas masculinos mientras la madre se encuentra con un distribuidor de material pornográfico. Entre ambos está su hijo �el personaje interpretado por Lee� que sufre una extraña enfermedad que lo sume en los abismos del dolor físico. �El río es unapelícula que cuenta que la gente viene al mundo a sufrir�, resume Tsai, que cuando se le señala que el film no fue muy bien recibido por el público local en su reciente estreno porteño, reconoce que lo mismo sucedió en todo el mundo. �En Taiwan incluso hubo un cuestionamiento de la comunidad homosexual, que protestó porque mi film muestra su lado más oscuro, el de los saunas masculinos. Pero a mí no me interesa hacer películas para buscar la aceptación de los demás, ni retratar lo feliz que es vivir de tal o cual manera. Tal vez lo que muestro sea el lado más oscuro, pero también es el más real. Donde duele es donde se siente�. Sonriente y comunicativo a la hora de conceder entrevistas en mandarín -con el auxilio de una intérprete�, las declaraciones de Tsai son seguidas por Lee, que en la vida real se comporta como en los films de Tsai: observa en silencio, casi sin intervenir. �Mucha gente ha comparado el lugar que ocupa Lee en mis films con el que unió a Truffaut con Jean Pierre Leaud, pero a mí no me parece que sea tan parecido�, aclara el director. �En el caso de Truffaut-Leaud, fue muy claramente una proyección del director sobre el actor. En cambio a mí me interesa observar a Lee y los sutiles cambios de su crecimiento. En mis films hay muchas cosas que yo veo en él, y son incorporadas a la historia�. Tsai admite que es muy posible que siga contando la historia de la misma familia con los mismos actores que protagonizaron su primera trilogía. �Pero las cosas cambiaron�, adelanta. �El tiempo que pasó tanto para ellos como para mí obliga a pensar en otra ruta. Los personajes están buscando una salida al estado de las cosas planteado por El río, y yo también siento que tengo una actitud nueva. Siento un fuerte desarraigo porque soy malayo y Taiwan no es mi lugar natal. Esta realidad de desarraigo e inestabilidad se va a capitalizar en mis nuevos proyectos, el primero de los cuales será una historia que se realizará al mismo tiempo en París y en Taipei. Me gustaría seguir haciendo pocos films, pero con los actores que me gustan y con las situaciones que me sugieren esos actores, pero los distribuidores siempre piensan lo contrario. Y lo mismo sucede con el público de mi país, del que siento una cierta presión para que vaya a Hollywood. A mí no me interesa Hollywood, pero en Taiwan no piensan que la independencia tenga algún valor, sino que lo piensan como un fracaso�, confiesa el más europeo del tan europeo cine de Taiwan.
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