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Por Andrés Glass El buen voyeur que se dispone a ver �Real Sex� sabe que no será defraudado: la cámara se entromete, tras un velo sutil, en la intimidad de las personas. En esta serie de documentales sobre sexo, no hay relato en off, ni demasiada edición. Tampoco hay cortes, ni pudor. Sólo una mirada espía del mundo privado de los otros. Un mundo que puede ser muy extraño, y que se ve este mes por I Sat, en su temporada de nuevos capítulos. Primera escala: la �Escuela de Sociedad Jennifer Jones�, en Nueva York. �Real Sex� se infiltra en un acto de graduación. Sobre el escenario, transcurre una escena trivial: se ve a Patricia, Angie, Paulette, señoritas hipermaquilladas que reciben, orgullosas, un título de cuidado personal y buenos modales. Están emocionadas y festejan el fin de dos años de estudios. Las voces son sospechosas y las pelucas demasiado llamativas: son hombres. Patrick (Patricia) cuenta que todos allí son heterosexuales y están casados. Les gusta divertirse por un rato, como se ve minutos después en una disco que recibe a la promoción de quince recibidas. Bailan en el centro de la pista, se divierten a costa de las miradas burlonas. ¿Una puesta en escena? Imposible: es bizarro pero no fraguado. Cada dato, cada dirección e identidad están probados y se ofrecen en los títulos. La veracidad es un punto de partida que su productora .-Susan Benaroya� justificó en el lanzamiento de esta temporada: �Esto es increíble pero cierto. A la gente le gustan cosas muy raras�. A la gente, también, le gustan cosas muy dolorosas. La cámara entra a un local de �Body Pearcing�, perforación de distintas partes del cuerpo. Por algún misterio, todos los clientes aceptaron (¿o no lo saben?) que �Real Sex� filmara sus cuerpos desnudos. Todos están recostados en camillas, y los perforan. Alguien agujerea a Mariah en sus pezones, y la chica se desmaya. Cae, y la asisten. Se siente mal y llora. Se queja de que le tiembla el cuerpo y tiene escalofríos. �Es normal .-contesta Joe, del local�. Disfrutalo como de un orgasmo�. El primer plano nunca abandona la anatomía íntima de Maríah. Como si cada toma de �Real Sex� estuviera para ejercer un atentado al pudor. El programa sabe dosificar su tendencia al impacto. No siempre domina el desnudo explícito y el cuerpo perforado. También hay lugar para una cita romántica. Siguiente escala: estamos en Río de Janeiro y, de fondo, suena �Garota de Ipanema�. Valeria, la autodefinida �reina del carnaval carioca�, cuenta su historia de amor. Ella es una mulata que se dedica a bailar, y su marido a adorarla. El voyeur espectador los ve en su terraza privada, desnudos en la pileta. El le pone un barbijo para evitarle el olor del pegamento. La cubre de lentejuelas, la prepara para el desfile de la noche. Valeria ríe, entrecortada. El novio enamorado explica, en pantalla, sin necesidad de ser interrogado: �Quiero que todos conozcan la belleza de mi diosa�. Sucede que para �Real Sex� la privacidad no existe. Los hábitos íntimos son su tema, y merecen ser mostrados. El objetivo es, según Benaroya, �demostrar que las posibilidades sexuales son infinitas�, declaró Benaroya. En el capítulo �La máquina de los sueños�, un grupo de varones se anima con un dispositivo de sexo virtual en tres dimensiones. En Estados Unidos, �Real Sex� es exitoso: es un hito obligado de los sábados a la noche y renueva infinitas posibilidades de narrar el sexo cada temporada. Aquí, llega con retraso y se pierde en la trasnoche sin horarios fijos. Cuesta encontrarlo, y hay muchos envíos repetidos, pero al menos sigue en pantalla. Vale la pena buscarlo.
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