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el Kiosco de Página/12


ESPERANZAS

Por Antonio Dal Masetto

�¿No se acabará nunca esto? �dicen a coro los parroquianos.
�Los que ayer nos dejaron en pelotas hoy vuelven con nuevas propuestas, el sucio y tramposo malandra cambió de ropaje y se presenta más blanco y puro que la Virgen María.
�Y lo peor es que muchos se tragan el nuevo disfraz. ¿Cómo es posible que haya gente tan frágil de memoria?
�Este es un país de buenos muchachos, crédulos y bonachones. Tal como viene la mano, los embaucadores nos van a seguir jodiendo hasta el fin de los tiempos.
Esta noche nos visita don Eliseo el Asturiano:
�Los escuchaba y me acordé de un lugar donde pasaban cosas similares a éstas. Tal vez les interese escuchar una historia que terminó de una manera sumamente curiosa.
�Cuente �pedimos todos.
�Después de salir de mi Caleao natal, recalé en una isla de clima extraordinario, tierra feraz, mar generoso y gente buenísima. Eran de una credulidad maravillosa. Mezclados entre ellos andaban unos fulanos raros. Los semblanteé: ¿éstos quiénes son, fugitivos de la Legión Extranjera, sicarios de la mafia, los hijos de Alí Babá o los nietos del pirata Morgan? Todo el tiempo les estaban proponiendo negocios a los nativos. Traían cargamentos de espejitos, piedras de colores, collares de cuentas, peines, hebillas y se los cambiaban por cosas de valor. Soy buen observador, me gusta hacer números, y me di cuenta de que con cada operación los nativos quedaban un poco más en pelotas. Los persuadieron de que no perdieran tiempo fabricando sus canoas, redes de pesca y herramientas de labranza, ya que podían comprar todo hecho. Los nativos aceptaron y quedaron un poco más en pelotas. Les hicieron el bocho para que dejaran de vivir como salvajes, quemaran las chozas de palmas y las cambiaran por unas preciosas casas prefabricadas de lata que ellos les proveían. Los convencieron de que el ahorro era un vicio espantoso, que sacaran créditos a troche y moche y se endeudaran porque así vivía la gente importante. Y los nativos quedaron un poco más en pelotas.
�Don Eliseo, ¿nadie nunca dijo nada?
�Una vez, una voz tímida le preguntó sobre las deudas al más habilidoso de los fulanos, un tal Gomín. �No nos detengamos a mirar el pasado, teniendo como tenemos un futuro tan formidable �dijo Gomín�. Los lugareños tienen pequeñas deudas y siempre es muy difícil litigar individualmente con el acreedor. Propongo que la Tribu compre las deudas individuales y se haga cargo integralmente, en nombre de todos, de discutir con los acreedores�. Los nativos aceptaron con entusiasmo. Ahí descubrí que junto con las pequeñas deudas de los nativos, la Tribu se hizo cargo también de las grandes deudas de Gomín y sus compinches. Esta vez, todos los isleños, sin excepción, quedaron absolutamente un poco más en pelotas. Pasaban los días, veía cómo la mishiadura y el entusiasmo de esa buena gente marchaban juntos y me dije: �Este lugar no es para mí; el mundo me corrompió y ya no puedo soportar el aire demasiado puro de tanta inocencia�. Cierta noche me embarqué rumbo al sur. Me llevé una sorpresa; a bordo estaban Gomín y sus camaradas. �¿También se marchan?�, pregunté. �Todo tiene un límite �dijo Gomín�. Yo soy como un samurai, me preparé la vida entera en el arte de los pases mágicos. Sin ánimo de alabarme: soy el mejor. Y mis compañeros son verdaderos profesionales. Partimos porque nos quedamos sin incentivos, nos venció el aburrimiento, a esta gente uno le hace un buen paquete y ni siquiera saben apreciarlo, se quedan mirando con esos grandes ojos inocentes, esperando el paquete siguiente, y uno se lo da, y otra vez siguen esperando, y uno le da otro más, y así hasta el infinito. No tiene gracia, es igual que robarle el chupete a un bebé. Comoprofesional, uno termina perdiéndose el respeto a sí mismo�. Le di la razón y me bajé en el primer puerto.
�¿En serio se fueron todos? �preguntamos�. ¿En serio los nativos se quedaron solos con sus propias almas?
�Esa es precisamente la manera curiosa en que terminó la historia.
�Pero entonces para nosotros también hay esperanzas, no todo está perdido; si persistimos en ser como somos, pronto nos liberaremos -gritamos a coro los parroquianos�. Brindemos, el porvenir es nuestro.
El Gallego no para de descorchar botellas.


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