ESPERANZAS
Por Antonio Dal Masetto
|
|
�¿No se acabará nunca esto? �dicen a coro los parroquianos.
�Los que ayer nos dejaron en pelotas hoy vuelven con nuevas propuestas,
el sucio y tramposo malandra cambió de ropaje y se presenta más blanco y
puro que la Virgen María.
�Y lo peor es que muchos se tragan el nuevo disfraz. ¿Cómo es posible
que haya gente tan frágil de memoria?
�Este es un país de buenos muchachos, crédulos y bonachones. Tal como
viene la mano, los embaucadores nos van a seguir jodiendo hasta el fin de
los tiempos.
Esta noche nos visita don Eliseo el Asturiano:
�Los escuchaba y me acordé de un lugar donde pasaban cosas similares a
éstas. Tal vez les interese escuchar una historia que terminó de una
manera sumamente curiosa.
�Cuente �pedimos todos.
�Después de salir de mi Caleao natal, recalé en una isla de clima
extraordinario, tierra feraz, mar generoso y gente buenísima. Eran de una
credulidad maravillosa. Mezclados entre ellos andaban unos fulanos raros.
Los semblanteé: ¿éstos quiénes son, fugitivos de la Legión
Extranjera, sicarios de la mafia, los hijos de Alí Babá o los nietos del
pirata Morgan? Todo el tiempo les estaban proponiendo negocios a los
nativos. Traían cargamentos de espejitos, piedras de colores, collares de
cuentas, peines, hebillas y se los cambiaban por cosas de valor. Soy buen
observador, me gusta hacer números, y me di cuenta de que con cada
operación los nativos quedaban un poco más en pelotas. Los persuadieron
de que no perdieran tiempo fabricando sus canoas, redes de pesca y
herramientas de labranza, ya que podían comprar todo hecho. Los nativos
aceptaron y quedaron un poco más en pelotas. Les hicieron el bocho para
que dejaran de vivir como salvajes, quemaran las chozas de palmas y las
cambiaran por unas preciosas casas prefabricadas de lata que ellos les
proveían. Los convencieron de que el ahorro era un vicio espantoso, que
sacaran créditos a troche y moche y se endeudaran porque así vivía la
gente importante. Y los nativos quedaron un poco más en pelotas.
�Don Eliseo, ¿nadie nunca dijo nada?
�Una vez, una voz tímida le preguntó sobre las deudas al más
habilidoso de los fulanos, un tal Gomín. �No nos detengamos a mirar el
pasado, teniendo como tenemos un futuro tan formidable �dijo Gomín�.
Los lugareños tienen pequeñas deudas y siempre es muy difícil litigar
individualmente con el acreedor. Propongo que la Tribu compre las deudas
individuales y se haga cargo integralmente, en nombre de todos, de
discutir con los acreedores�. Los nativos aceptaron con entusiasmo. Ahí
descubrí que junto con las pequeñas deudas de los nativos, la Tribu se
hizo cargo también de las grandes deudas de Gomín y sus compinches. Esta
vez, todos los isleños, sin excepción, quedaron absolutamente un poco
más en pelotas. Pasaban los días, veía cómo la mishiadura y el
entusiasmo de esa buena gente marchaban juntos y me dije: �Este lugar no
es para mí; el mundo me corrompió y ya no puedo soportar el aire
demasiado puro de tanta inocencia�. Cierta noche me embarqué rumbo al
sur. Me llevé una sorpresa; a bordo estaban Gomín y sus camaradas. �¿También
se marchan?�, pregunté. �Todo tiene un límite �dijo Gomín�. Yo
soy como un samurai, me preparé la vida entera en el arte de los pases
mágicos. Sin ánimo de alabarme: soy el mejor. Y mis compañeros son
verdaderos profesionales. Partimos porque nos quedamos sin incentivos, nos
venció el aburrimiento, a esta gente uno le hace un buen paquete y ni
siquiera saben apreciarlo, se quedan mirando con esos grandes ojos
inocentes, esperando el paquete siguiente, y uno se lo da, y otra vez
siguen esperando, y uno le da otro más, y así hasta el infinito. No
tiene gracia, es igual que robarle el chupete a un bebé. Comoprofesional,
uno termina perdiéndose el respeto a sí mismo�. Le di la razón y me
bajé en el primer puerto.
�¿En serio se fueron todos? �preguntamos�. ¿En serio los nativos
se quedaron solos con sus propias almas?
�Esa es precisamente la manera curiosa en que terminó la historia.
�Pero entonces para nosotros también hay esperanzas, no todo está
perdido; si persistimos en ser como somos, pronto nos liberaremos
-gritamos a coro los parroquianos�. Brindemos, el porvenir es nuestro.
El Gallego no para de descorchar botellas.
|