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El Hipotecario tiene 90 mil créditos que molestan

 

 

Por la hiperinflación y recálculos, esa cartera está siendo revisada por el banco y legisladores. Menú de quitas, subsidios y perdón.

 

Eduardo Elsztain, del grupo Soros, controlante del Hipotecario


Por Cledis Candelaresi
t.gif (862 bytes) Los directivos del privatizado Banco Hipotecario librarán hoy otro round con la comisión oficial encargada de solucionar el problema de 90 mil créditos otorgados por la entidad antes de la Convertibilidad, cuyos montos quedaron desvirtuados por la hiperinflación y diversas fórmulas de recálculo. Hasta ahora existe un principio de acuerdo para aumentar los subsidios (y consiguiente perdón de las deudas) en casos excepcionales y para aplicar una quita sobre las deudas, variantes aceptadas por los accionistas privados. Pero aún no hay criterios comunes acerca de quiénes se beneficiarían con esas prerrogativas ni quién hará el mayor esfuerzo económico para destrabar la situación: si el Estado o la entidad gerenciada por privados.
La primera propuesta de la comisión que integran legisladores de diversos partidos junto a funcionarios de Economía fue hacer un recálculo de todo el paquete de créditos en discusión. El Hipotecario admite que, en muchos casos, la deuda excede ampliamente el valor de las viviendas a pagar, pero replica que ya se hizo un recálculo en 1998, que para el banco significó desinflar su activo en 800 millones de pesos. Ahora, por lo tanto, sólo podrían considerarse casos puntuales.
La entidad �en la que el Estado tiene el 49 por ciento de acciones, pero no participa del gerenciamiento� prefiere el camino de una quita sobre las deudas pendientes, que podría redondear el 10 por ciento. Los negociadores públicos se avinieron a esta alternativa, pero ahora pugnan por subir ese porcentaje al 30 por ciento.
También hay voluntad común de limitar los plazos de las deudas a 30 años, para evitar que algunos propietarios se endeuden de por vida con una cuota semejante a la de un alquiler. En lo que no aún no hay coincidencia es a partir de cuándo comenzaría computarse ese plazo tope: si desde ahora o desde el momento en que, efectivamente, el préstamo comenzó a repagarse.
Si en los próximos días hubiera fumata en torno a quita y plazo, habrá que acordar la tasa de interés a aplicar sobre el saldo de las deudas corregidas: lo único claro es que no superará el 9 por ciento de la tasa que el banco aplica a los préstamos que otorga actualmente.
Previo a esto el Banco asegura que hay que precisar quiénes serán los beneficiarios, priorizando a los que probaron voluntad de pago y siendo inflexible con quienes no hubiesen demostrado tener esa buena voluntad: de los 90 mil casos en cuestión, 20 mil son morosos. Después habrá que acordar de dónde saldrán los recursos para costear ese beneficio a los deudores, uno de los puntos de discusión más álgidos.
El Hipotecario sostiene que como muchos de los problemas de falta de pago están originados en la crisis socioeconómica, es natural competencia del Estado aportar a esta solución. Con este criterio, los costos de una posible quita no serían sólo cargados al balance del banco, sino que, en parte, deberían ser cubiertos con fondos públicos frescos.
Por directiva de Fernando de la Rúa, quien prohibió comprometer un solo peso del Presupuesto nacional para la solución, los negociadores estatales desecharon esta alternativa. Los legisladores aliancistas �más intransigentes que los técnicos de Economía que integran la comisión� replican que, en gran medida, el problema se originó en un defectuoso recálculo de los préstamos, realizado después de la privatización. O en la política de subir las tasas de interés en base a las necesidades del banco y no en función de la política social que debería inspirarlo. Pero aun en estos casos, los accionistas privados tomaron las decisiones al amparo de leyes y bajo la vigilancia de los directores estatales que, aunque en minoría, forman parte de la conducción.

 

Quién pone los billetes

Los accionistas privados y el Estado coinciden en que es imprescindible aumentar los subsidios que el Hipotecario puede otorgar en aquellos casos de insolvencia justificada, como el de deudores desocupados. Unos y otros también juzgan insuficientes los 4 millones anuales que la entidad destina a este fin. Pero aun no está claro cuánto se aumentará ese fondo ni cómo prorratear el beneficio en función de criterios objetivos.
El artículo 13 de la ley de saneamiento del Hipotecario prevé destinar el 2 por ciento de los intereses que cobra el banco a nutrir un fondo cuyo fin es cubrir el quebranto de casos especiales, en los que se perdona la obligación de repagar el préstamo. Pero como a esta categoría cada vez se suman más deudores, el propio directorio del banco ofreció reforzarlo.
Según consignaron ante Página/12 técnicos de la entidad, eso sólo es posible desviando a aquel fondo futuras utilidades, y en un monto no precisado. Los negociadores públicos, en tanto, prevén que el refuerzo llegará a 35 millones, de los cuales 20 surgirían de un aporte inmediato.
Pero ésta es sólo una salida para un grupo de casos marginales. El grueso del problema se origina en aquellas deudas engrosadas por la capitalización de intereses. A principios de la década pasada se dispuso por ley que la tasa de los préstamos no podía superar el 3 por ciento; los puntos que restaban para alcanzar la tasa del 9 por ciento �vigente para los créditos hipotecarios� se iban acumulando sobre el capital adeudado. En 1995 se dispuso corregir este mecanismo, para evitar que los saldos siguieran creciendo: desde entonces, el interés sube gradualmente hasta alcanzar en el 2002 aquel valor pleno.
El resultado de esos retoques es que la cuota de muchos clientes empezó a subir tanto como se había engrosado su capital, y muchas obligaciones superan ampliamente el valor de las viviendas.
La otra fuente de conflicto son los recálculos, hechos en base a la ley de privatización. Esto propició que el monto de muchos préstamos superase ampliamente el valor de las viviendas, al punto que sus propietarios decidieron discutir el tema en la Justicia.

 

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