El británico David Irving había negado el Holocausto, la existencia de las cámaras de gas y la veracidad de Auschwitz. Ayer perdió el juicio que inició por libelo contra una historiadora y quedó arruinado.
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�La reputación de David Irving está destrozada.� Así fue como la BBC resumió ayer la situación de quien la historiadora Deborah Lipstadt describió como �uno de los más peligrosos negacionistas del Holocausto�. Fue precisamente contra Lipstadt que Irving había lanzado una querella de difamación en Inglaterra. Y esa es la querella que la Alta Corte de Londres rechazó contundentemente ayer. La defensa había realizado una leva en masa de historiadores para asegurar ese resultado. Los archivos nacionales de Israel contribuyeron su parte al liberar la autobiografía que Adolf Eichmann (uno de los arquitectos del exterminio) escribió antes de ser ejecutado. Irving actuó como su propio abogado y pasó día tras día en los tribunales confrontando a sus críticos con montañas de libros y documentos. Es imposible estimar la magnitud de la derrota que sufrió ayer. Salvo en un respecto. El monetario. Irving deberá pagar nada menos que 3.175.000 dólares, las costas del juicio. Irving nunca se había presentado como un negacionista. Es decir, nunca dijo directamente y en público: �No ocurrió�. Eso era la piedra angular de su ataque contra Lipstadt. Siempre se ocupó de señalar que sólo discrepaba en algunos aspectos con la versión aceptada. Pero eran aspectos centrales de lo que conocemos como Holocausto. En principio, para él la palabra �Holocausto� debería abarcar a todos los civiles que murieron en la guerra. Eso le permite comparar a Hitler con Churchill, dado que ambos ordenaron el bombardeo de civiles. Sobre el exterminio de los judíos, Irving considera que las cámaras de gas fueron un invento. Cuestionó �que haya sido posible liquidar a millones de personas en cámaras de gas�. Ridiculizó a los sobrevivientes como mentirosos o personas con �problemas mentales�. De hecho, el campo de Auschwitz sería �algo que construyó Polonia en la posguerra para atraer turistas, una atracción turística�. Tampoco cree que los trenes tuvieran un rol en el exterminio. Para él, la movilización ferroviaria (presidida por Adolf Eichmann) era parte de una política para reasentar a los judíos en Europa Oriental. De hecho, los trenes �llevaban abundantes alimentos� para estos últimos. Y, por supuesto, Irving se mantuvo firme en el argumento que siempre mancilló su reputación: que Hitler nunca dio la orden para ejecutar el Holocausto. El juez Charles Gray repitió una y otra vez ayer que su tarea no era �determinar lo que sucedió durante la Segunda Guerra Mundial�. Las preguntas que consideró eran sobre la metodología de Irving. Primero, ¿había alterado datos históricos? De eso hubo pocas dudas. �Irving ha mal interpretado evidencia histórica, citó evidencia poco fiable e ignoró evidencia más creíble�, sentenció. La otra pregunta era si la distorsión había sido deliberada. La evidencia fue bastante convincente para el juez. �En los últimos 15 años, Irving parece haberse hecho políticamente más activo que antes. Pronuncia discursos en reuniones políticas. Realiza sorprendentes e infundadas aseveraciones que tienden a exonerar a los nazis por las atrocidades que cometieron contra los judíos. No le molesta asociarse con neofascistas y parece compartir muchos de sus prejuicios antisemitas.� Por lo tanto, tampoco puede haber dudas de que la distorsión de Irving fue voluntaria: �La imagen que se desprende de Irving es la de un polemista neonazi con propósitos políticos. Y son propósitos, es legítimo inferir, que lo predisponen a manipular los datos históricos para hacerlos compatibles con sus creencias políticas�. Pocos lloraron ayer por David Irving. Lipstadt se manifestó �encantada�. �Fui excepcionalmente reivindicada: yo argumenté que Irving es partidario y apologista de los nazis y los antisemitas. Pero el juez fue más allá y lo calificó de racista. Espero que esta victoria evite que otros escritores tengan que enfrentar juicios como éste.� El historiador Daniel Jonah Goldhagen, autor de Los verdugos voluntarios de Hitler, afirmó que era ridículo que las opiniones de Irving fueran en serio. �El Holocausto es un hecho histórico establecido. Que los negacionistas hayan lanzado una discusión al respecto es absurdo; es como negar que hubo esclavitud en Estados Unidos, o poner en duda la Segunda Guerra Mundial.� De su lado, Irving no pareció comprender la escala de su derrota. Al entrar al tribunal su saco había sido manchado con huevos lanzados por manifestantes. Al salir, afirmó que el fallo era �primero, indescriptible, segundo, perverso�. Consideró que se debía a que el juez Gray era �un miembro en ascenso del establishment�. La enorme cifra que deberá pagar es un problema, puesto que ya tiene cinco hipotecas sobre su apartamento. Interrogado sobre si era capaz de pagar, Irving afirmó simplemente �no�. Para explicar su derrota, realizó una crítica que probablemente nadie comparte: �Supongo que es mi culpa por no haberme expresado de manera suficientemente clara�. Pero se rehusó a admitir la derrota. Argumentó que su aparición en los tribunales �donde actuó como su propio abogado ante una imponente hueste de expertos llevados por la defensa� será recordada en el futuro como una especie de gesta heroica. En su último descargo, David Irving sentó muy claramente cuál era su posición: �Mis propios sentimientos sobre el tema racial son precisamente los mismos que el 95 por ciento de las personas de mi generación. Eso es todo lo que voy a decir. Si los soldados británicos en las playas de Normandía durante la invasión en 1944 hubieran podido ver más allá, hasta el siglo XXI y lo que Gran Bretaña se transformaría, no se hubieran molestado en avanzar 40 metros�.
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