ENTREVISTA AL RECTOR DE LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
�Hay que limitar el ingreso� 

Ignacio Berdugo es rector de la universidad más antigua de habla hispana, donde aún se conservan pintorescas tradiciones medievales. Dice que hay que restringir el ingreso y cambiar las formas de gobierno universitario. Y critica los proyectos de la Alianza. Cuando preside actos académicos, el Rector Magnífico habla en latín y luce un traje de terciopelo negro. Vino al país invitado por la UB.

 Sin portar la toga de terciopelo negro y el bastón con el que habitualmente hace retumbar el suelo de la Universidad de Salamanca �tal como lo hacía un siglo atrás su ilustre antecesor Miguel de Unamuno�, el rector Ignacio Berdugo Gómez de la Torre dijo, en una entrevista con Página/12, que �es necesario limitar el ingreso en algunas carreras para mantener la calidad de la enseñanza�. A los 48 años y a la cabeza de una de las universidades más antiguas del mundo, fundada allá por 1218, Berdugo aseguró también que hay que cambiar las formas de gobierno universitario. Y criticó los proyectos del Ministerio de Educación argentino de evaluar a los graduados y de gravarlos con un impuesto. 
Por las mismas aulas salmantinas donde hoy estudian más de 40 mil alumnos y se dictan 75 carreras, pasaron Calderón de la Barca, Góngora, San Ignacio de Loyola y Manuel Belgrano, entre muchos otros. Desde aquella histórica casa de estudios, el rector llegó al país para firmar un convenio con la Universidad de Belgrano, por el que se dictará una maestría en Derecho de la Integración. En el diálogo con este diario, dijo que el lema de su universidad bien podría ser �mirar el futuro desde el pasado�.
�¿A un rector como usted se lo sigue llamando Excelentísimo y Magnífico Señor Rector?
�Hombre, el cargo no es sólo de rector, sino de Rector Magnífico. Pero no es la persona, sino el cargo. A mí me eligieron Rector Magnífico y, si firmas un documento o lo que sea, lo haces como Rector Magnífico.
�La Universidad de Salamanca aún conserva tradiciones centenarias. ¿Cuáles son las más curiosas?
�Bueno, lo más interesante para alguien que no conoce la universidad sería ver un doctorado honoris causa. Es particularmente espectacular.
�¿Cómo es?
�Pues es en latín, entre otras cosas. Es un ritual que proviene del Medioevo. La investidura del doctorado es un acto del claustro de doctores. El rector invita al padrino a que vaya a buscar al nuevo doctor. Este le trae, descubierto, y le sienta en una silla especial. El padrino sube a la cátedra a explicar cuáles son los méritos que han llevado a la universidad a pedir para él el grado de doctor. Me lo pide a mí �al rector, vamos� en latín. Luego, se acerca al candidato y le inviste los atributos que caracterizan al doctor, es decir, el birrete, el anillo, la medalla. Luego se le da un abrazo académico y yo cierro el acto golpeando con mi bastón el suelo, con una fórmula que viene desde hace siglos y que se dice en castellano: �Que usías (ustedes) descansen�.
�En el sistema universitario español el ingreso es restringido... 
�Sí. Pero no en todas las carreras. En Salamanca hay cupos en Medicina, Informática, Economía, Administración de empresas, algunas ingenierías, Ciencias ambientales, Enfermería, Biología, Farmacia y todo el ámbito biosanitario. Ahí se oferta un número reducido de plazas, bueno, por los medios que tenemos que utilizar para dar una enseñanza de calidad o por las exigencias del sistema público de salud. En Medicina ofertamos al año 150 plazas. La formación de un médico incluye una segunda fase de especialización que se realiza en el sistema público. Y las plazas que ofrece son limitadas, por razones obvias, es decir, si tienes un número equis de hospitales, no puedes ofrecer más que esas plazas. 
�¿Cómo se financia la universidad?
�Salamanca es una universidad pública, como la mayoría de las universidades españolas, a las que acude el 90 por ciento de los alumnos. La financiación proviene fundamentalmente del Estado. Luego hay un segundo elemento generador de recursos, los contratos de investigación y la docencia especializada. Y un tercer elemento, que existe en casi todas lasuniversidades: los alumnos pagan algo de dinero, que supone entre el 15 y el 20 por ciento del presupuesto. Una carrera como Medicina puede costar unos 800 dólares al año. No cubre, ni mucho menos, el coste real de la formación, pero sí supone una implicación del estudiante en la financiación del sistema. En España siempre ha habido que pagar algo. 
�¿Y la gente que no puede pagar?
�Sí, bueno, debo añadir que hay un fuerte sistema de becas para quienes lo precisen. De hecho, alrededor del 40 por ciento de los alumnos actuales está becado. Hoy las universidades españolas pueden garantizar que ninguna persona con capacidad para estudiar se queda afuera del sistema.
�En Argentina la mayoría de las universidades públicas son gratuitas y con ingreso libre. ¿Se puede sostener el modelo y dar enseñanza de calidad?
�Bueno, que sea o no gratis no creo que incida en la calidad de la educación. Pero, en función de esa misma calidad, en algunas carreras es necesario limitar el ingreso. Por supuesto, el desideratum es que cada uno estudie lo que desee. Pero también hay que compaginar otras cuestiones. Uno no puede desconocer de qué medios dispone. Si tengo más demanda, sólo tengo dos opciones: o limitar el ingreso, o aumentar la capacidad del sistema para generar nuevas facultades. Pero formar un nuevo docente de calidad lleva diez años. 
�El Ministerio de Educación argentino pretende que los graduados de la universidad pública hagan algún tipo de devolución a la institución, posiblemente a través de un impuesto. ¿Qué opina?
�No lo comparto, hombre. No veo la necesidad. Hay un montón de servicios que el Estado presta a los ciudadanos sin requerirles ninguna devolución. En España nunca se ha planteado que los universitarios devuelvan parte de lo que el Estado gastó en su formación. ¡Es que el Estado ha hecho una inversión para mejorar su propia sociedad! Y la mejor retribución que pueden hacer los que se formaron en la universidad es implicarse en mejorar el país. 
�El ministerio nacional también quiere que el Estado evalúe la calidad de los graduados, empezando por las carreras de �interés público�, como Medicina, Ingeniería y otras.
�La pregunta del millón es qué consecuencias tendrá esa evaluación si sus resultados son negativos. Por eso, el tema hay que plantearlo de otro modo. Lo que hay que evaluar y garantizar es que, si se autoriza a una institución a impartir un título, esa universidad esté en condiciones de hacerlo. Y punto. Son controles que deben hacerse ex ante y no ex post. Y con todas las carreras, todas son de interés público. Hay que evaluar a los centros educativos, no a las personas. A ellas ya las evalúa el propio centro. 
�Justo en estos días las universidades españolas empiezan a discutir una nueva reforma. ¿Cuáles cree que deben ser sus ejes? 
�Uno de los objetivos será construir una política educativa común dentro de la Unión Europea, que haya principios comunes en la formación y planes de estudios análogos. Por mi parte, creo que la universidad debe ser más sensible a las demandas de la sociedad. Y la primera demanda es que la relación de una universidad con sus titulados no concluye al dar el título, sino que debe haber un ámbito de formación continua y actualización de conocimiento, abierto a la sociedad. Otro tema en el que hay que entrar seriamente es el de la financiación. La universidad debe tener un fuerte financiamiento público, pero también debe generar sus propios recursos. Tenemos que aportarle a la sociedad aquello que sabemos aportar: investigación y docencia.
�¿Hay que modificar las formas de gobierno de las universidades?
�Habría que debatir cómo concebir la estructura de gobierno para dar respuestas más ágiles a los nuevos desafíos en investigación, docencia yadministración. Los actuales órganos colegiados, integrados por todos los miembros de la comunidad universitaria, a veces se desnaturalizan. Un órgano colegiado es un órgano de debate y de control, pero no de gestión. Si le pones a gestionar, pues, es demasiado lento y tiene serios problemas. Pero no digo que no deban existir, sino que su actuación sea ex post y no ex ante. 
�¿Qué otro debate cree que hay que dar? 
�Otra cuestión no resuelta es si todas las universidades deben hacer todo. ¿Todas tienen que enseñar Filología griega y Medicina? ¿Deben todas hacer investigación? O, por el contrario, ¿debemos valorar al sistema universitario público en su conjunto y reconocer que ya hay universidades de enseñanza y otras de investigación? Es poco realista pretender que todas deban cumplir las mismas funciones.

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