|
La escena se viene repitiendo en los últimos días en Tucumán. El resumen de la tarjeta de crédito que llega puntual. Los familiares del destinatario que abren el sobre y estallan de rabia: la empresa del micro accidentado cerca de Camboriú en enero pasado sigue cobrando las cuotas del viaje que terminó en tragedia. En el hecho murieron 40 personas. A varios de sus nombres siguen llegando las cuotas. También a algunos de los sobrevivientes del espanto. Así lo denunciaron los familiares de las víctimas, que ya se organizaron para hacer un reclamo conjunto contra la compañía: �Nunca nos dieron explicaciones, no nos pagan las indemnizaciones, encontramos una serie de irregularidades en su funcionamiento. Y encima nos siguen cobrando las cuotas�, se quejan. Ayer se cumplieron tres meses de la tragedia, ocurrida el 12 de enero. Para conmemorarlo, los familiares asistieron a una misa en la Iglesia de la Merced y luego hicieron una marcha de silencio en la Plaza Independencia de la capital tucumana. Un día antes, la indignación había estallado en la sede de la empresa Giménez Viajes. Los familiares llevaban adelante una protesta pacífica, pero como ningún responsable de la empresa quiso atenderlos perdieron la paciencia. Todo terminó con los vidrios rotos, sillas que volaban, huevos estrellados en todos lados y pintadas que pedían �justicia� o un reclamo: �Paguen, ladrones�. Tras los incidentes, la empresa ayer permaneció cerrada. Ningún responsable de la firma estuvo hallable para una consulta periodística en torno de las denuncias de los familiares. El 12 de enero, el micro de Giménez Viajes circulaba hacia Camboriú con 56 pasajeros en su interior. Antes de llegar a destino, el chofer perdió el control del vehículo. El micro volcó, chocó contra otro ómnibus, se partió en dos y terminó incendiado. Según las pericias que se hicieron en ese momento, el micro llevaba una velocidad de 90 kilómetros por hora: 50 más que los permitidos. A eso se habría sumado la inestabilidad del micro de dos pisos. La mayoría de los muertos viajaba en el piso superior. En la edición de ayer, el diario local La Gaceta de Tucumán reprodujo la única explicación de uno de los representantes de la empresa, Francisco Giménez: �No somos delincuentes, no nos escapamos. Lo que pasó fue un hecho fortuito�. Eduardo Gerez, uno de los familiares, dio ayer otra versión de la situación: �En ningún momento las autoridades de la empresa nos brindaron explicaciones del accidente, como tampoco hablaron sobre el pago de las indemnizaciones�. �Perdí a una hermana y otra fue herida. Hay una impunidad total. El monto total de los viajes es de 500 pesos, financiados en 6 cuotas. Y las sigo pagando porque si no esto me puede afectar en el banco y en el Veraz�, se indigna. A sus quejas se sumó Marcelo Flores, uno de los organizadores de la coordinadora de familiares. En la tragedia, el hombre perdió a su suegra y a su hija de 15 meses. La esposa resultó con varias costillas rotas. El viaje de la mujer lo había pagado al contado. Pero el de la suegra y la beba, en cuotas de 100 pesos que, por la misma razón que Gerez, paga puntillosamente. Claudio Torres también paga las cuotas: 53 pesos por mes �la financiación fue por un año� por su cuñado y su sobrino muertos, y dos sobrinas y la madre con consecuencias por las heridas. �La semana pasada vi a Víctor Jaime, el chofer, acá en Tucumán �asegura�. No sé cómo hizo para venir. El está en libertad, pero debe esperar el juicio sin salir del territorio brasileño.� Jaime está acusado de �homicidio culposo�, por lo que fue excarcelado.
SE ENTREGO OTRO POLICIA POR LA MASACRE DE RAMALLO �Se me venía el auto encima, ellos tiraban..., tuve que tirar.� Así justificó Carlos Aravena, uno de los policías detenidos por la masacre de Villa Ramallo, haber disparado contra el auto en el que huían los ladrones junto a los rehenes. El cabo Aravena declaró ayer ante el juez Carlos Villafuerte Ruzo, quien tiene diez días para decidir su situación procesal. La declaración del otro detenido, Oscar Parodi, fue más sorprendente: aseguró que no disparó, pese a que las pericias realizadas por Gendarmería señalaron que una de las balas que impactó sobre el gerente Carlos Chaves salió de su arma. �Debe haber habido un error�, sostuvo. Ayer también quedó detenido Ramón Ignacio Leiva, quien se presentó a la Jefatura Departamental Zárate-Campana un día después de que el juez pidiera su captura.
|