|
Uno cometió los delitos más importantes de su vida en las cárceles. Y no puede imaginarse en libertad. Otro tiene 36 años y pasó la mitad de su vida tras las rejas. Y tiene dos hermanos desaparecidos. Un tercero admite que al salir volverá al delito si la familia sigue mal económicamente. También hay uno que es �rígido, narcisista y egocéntrico y siente menosprecio por las obligaciones sociales�. Incluso hay alguno que delinque porque �busca constantemente relaciones de dependencia ante el temor de estar aislado afectivamente�. Y otro porque �tiene mucho que reprocharle a su madre�. Ayer se conocieron los perfiles psiquiátricos de los �apóstoles�, los presos acusados de liderar el motín de Sierra Chica de 1996. Hoy se conocerá la sentencia por la toma de aquel penal y la muerte de siete presos que terminaron incinerados en el horno de la cárcel. Los cabecillas pueden ser encerrados casi de por vida si el tribunal da lugar a la acusación: reclusión perpetua más la accesoria por tiempo indeterminado. Aquí, los perfiles psicológicos de los principales acusados. Marcelo Brandán Juárez: De todos los acusados, es el que quizá más encarne la idea foucaultiana de que �el delincuente es un producto de institución�. Tiene sólo 32 años. Vivió hasta los 8 en la villa de Retiro y luego en Ramos Mejía. Tenía 14 cuando cayó preso por primera vez, en un robo. �Era pibe y no sabía lo que hacía�, les dijo a los psiquiatras que realizaron informes para el Servicio Penitenciario Bonaerense, divulgados ayer por la agencia Télam. Les dijo también que no puede imaginarse en libertad. El error le significó 20 meses en un instituto de menores. Después su carrera callejera sería breve: un tribunal de San Isidro lo condenó a 16 años por robos reiterados. Los mismos peritos informan que es �egocéntrico, con rasgos narcisistas, irreflexivo, carece de sentimiento de culpa� y no tiene interés por estudiar o trabajar. En el motín asumió el papel del hombre que ejecutaba: hoy lo pueden condenar a perpetua por 6 homicidios, y 16 privaciones de la libertad. Miguel Angel Acevedo: Es el más joven de los apóstoles �tiene 28 años-y el que carga con el terrible mote de �el Panadero�, por aquello del trozamiento de los cadáveres y la incineración de los cuerpos en el horno mayor del penal. Con aspecto de gigantón y fama de �soldado� permanente de algún líder, no siempre el mismo, según la acusación fue lo más parecido al esbirro carcelario, encargado de las tareas sucias. En términos psiquiátricos: �Busca constantemente relaciones de dependencia ante el temor de estar aislado afectivamente�. Una actitud que respondería a que �desde temprana edad sufrió la frustración de sus necesidades básicas, afecto y protección�. Nunca conoció a su padre. No sabe si tiene hermanos. Su madre murió cuando él tenía 15: �Tiene mucho que reprocharle�, dicen los psicólogos del Servicio. Jorge Pedraza: En la historia de su vida en las cárceles se lee que no conoció a su padre y que dos de sus tres hermanos fueron desaparecidos durante la última dictadura militar. Tiene 36 años y pasó la mitad de la vida preso. Durante todo el juicio estuvo sentado al fondo de la jaula mirando desde el hielo el proceso en el que lo pueden condenar por segunda vez a cadena perpetua. La última vez había caído en 1988. Había llegado hacía una semana a Sierra Chica cuando comenzó el motín, y ese traslado habría sido fundamental en el proyecto de fuga del que �Pelela� fue cabecilla. Como Brandán, también está acusado de 6 asesinatos. Pero en este caso su personalidad es la de alguien con capacidad para poder �adoptar una actitud de distanciamiento afectivo�. Siempre según los psiquiatras penitenciarios, es capaz de planear, elaborar un método, y perseguir un objetivo sin importarle los riesgos. Miguel Angel Ruiz Dávalos: �El Paraguayo Migua� es ese personaje de engominada raya al costado que durante el telejuicio ha anotado con letra prolija detalles del debate en hojas numeradas. Su obsesión se le notó cuando hace dos semanas declaró, intentando apartarse de los cinco homicidios de los que se lo acusa. Condenado ya en 1994 por un homicidio, pudo escapar de la U11 de Baradero y rescatar, cinco meses después, a cuatro compañeros en la U15 de Mar del Plata. Exceptuando su papel central en Sierra Chica, del que se declaró ajeno por completo, el informe criminal del SPB indica que asume sus anteriores hechos sin �evidencia de sentimiento culposo�. �Cayó en el delito �dicen los peritos� por su deficitaria estructura de personalidad, impulsividad, rebeldía y carencia normativa y formativa del medio familiar.� Migua se muestra un enamorado de su familia y no hay cosa con la que sueñe más que con regresar algún día a sus pagos, donde viven sus cinco hermanos. Un asunto difícil: fueron decenas los testigos que lo señalan como uno de los �matadores� más participativos del motín. Guillermo López Blanco: De 45 años, y una carrera delictiva profusa, �el Gallego� es, según definió un jefe penitenciario en el juicio, un tipo para el que escaparse es un berretín. Ese antojo es el que lo habría ocupado todo el motín: la construcción del túnel por el que pensaban escapar de Sierra Chica. En el enero anterior al motín lo habían encontrado limando los barrotes de su celda. En el �92 se había hecho famoso cuando rompió la puerta de su celda en la U9 y escapó por los techos con otros nueve presos. Purga una condena de 17 años por robo y secuestro. Su problema no es la acusación por el intento de fuga por el túnel, sino por el homicidio de Carlos Cepeda, el preso entregado por el SPB, cuando los amotinados amenazaron con matar guardias. Juan José Murgia Cantero: Es el único preso al que su mujer fue a ver a algunas de las audiencias del juicio. Tiene 32 años y hace diez que está preso por un doble homicidio. Se lo acusa de ser quien remató con un cuchillazo en el cuello al buchón Agapito Lencinas, líder de la banda asesinada durante el motín. Después de eso fue herido y salió del penal en ambulancia. Cometió el error de sincerarse ante los psicólogos carcelarios cuando le preguntaron si dejaría de delinquir: �Voy a sentar cabeza de acuerdo a cómo se encuentre mi familia, si está mal económicamente me daría bronca y me inclinaría a delinquir�, dijo. Y quedó registrado. Víctor Esquivel Barrionuevo: Nació en el �62, y si no fuera porque después de Sierra Chica fue uno de los que encabezó el motín de los �12 apóstoles� en Caseros, su currículum aparecería casi limpio. El Cabezón es, sin embargo, otro viejísimo preso que siempre persiguió lo mismo: escapar del encierro. Lo intentó seis veces en diferentes cárceles. Lo logró en Mercedes, en 1989, cuando salió y corrió a ver a su hijo. Risueño, Esquivel se pasó el juicio haciendo morisquetas con algunos de sus compinches. Cuando intentó saltar el muro de Sierra Chica, en la génesis del motín, ya tenía sobre los hombros una experiencia impresionante en la materia. �Rígido, narcisista y egocéntrico, siente menosprecio por las obligaciones sociales�, lo diagnostican en el SPB. También afirman que �carece de relaciones empáticas con los otros presos�.
|