Por Eduardo Videla
La violencia doméstica en una familia de inmigrantes fue el escenario que desencadenó la tragedia: el crimen de dos chicos que todavía no habían cumplido 2 y 3 años, respectivamente. La principal acusada es una nena de 9 años, tía de los chicos, encargada de cuidarlos durante todo el día, mientras los padres trabajaban, a cambio de una paga �según los vecinos� de 100 pesos por mes. Los chicos murieron ahorcados con un cordón de zapatillas, en una humilde vivienda de la villa 2 de Abril, en Riccheri y General Paz, Villa Madero. Un bebé de siete meses, hermanito de los chicos asesinados, sobrevivió a la tragedia. Los investigadores creen que el móvil del doble crimen pudo haber sido la venganza o el resentimiento: según testimonios coincidentes, la nena �de nacionalidad boliviana� era maltratada por su hermano y su cuñada, los padres de las víctimas, también del mismo origen. Por su edad, se la considera inimputable: no puede ser castigada por el delito que cometió.
El barrio volvió a conmoverse con una tragedia: el domingo, un joven de la villa había muerto ahogado, después de salvar a una nena de 9 años que había caído en un canal, convertido en torrente por el temporal. Como protesta, los vecinos organizaron un corte de tránsito en la Riccheri, a las 8 de la noche del lunes. A esa hora, la villa volvió a sacudirse: un hombre encontró en la puerta de su casa, la B-67 de la manzana 2, a su vecinita de 9 años llorando con el bebé de siete meses en brazos: �Mis sobrinos están muertos, los han matado, no respiran�, se desahogó la chica.
El vecino �que no quiso dar su nombre� relata que entró a la casa, fue hasta el dormitorio y encontró a los niños tirados, uno sobre una cama, el más chiquito en su cuna. �Uno estaba boca arriba, el otro boca abajo. Colgado de la cuna había un cordón de zapatillas�, describe. Apenas un pasillo separa la casa del hombre de la de Milton Pahuasi (24) y María Isabel Blanco (22), los padres de los chiquitos muertos.
El vecino hizo preguntas y la nena, entre sollozos, contó que había salido a comprar carne y cuando volvió encontró a sus sobrinitos muertos: �Seguro que los han matado los chorros�, dijo, según la versión del hombre. Respetuoso de las jerarquías, el vecino avisó primero al presidente de la villa, quien se encargó de llamar a la policía. Un remisero del barrio fue hasta la verdulería de Villa Lugano, donde trabajan los padres, para darles la noticia.
Ya había un patrullero en el lugar cuando llegó la pareja. En la puerta de la casa se habían reunido vecinos enfurecidos que quisieron agredir al padre: lo responsabilizaban por la muerte de las criaturas. La policía
lo puso a salvo y se lo llevó, demorado, junto a su pareja.
�El hombre les pegaba mucho a los chicos, él es el responsable�, dicen las vecinas, reunidas ayer cerca de la casa donde ocurrió la tragedia. Y agregan que la manzanera del barrio presentó en una ocasión una denuncia contra el hombre, después de ver al chiquito lastimado. �Sé que los venía a ver, por ese tema, una visitadora social�, relata Margarita, que vive casa de por medio con los Pahuasi. Sin embargo, en la comisaría de Villa Madero no hay ninguna denuncia radicada contra el padre.
La policía primero se orientó por esta versión. Pero luego comprobó que los padres tenían una coartada creíble. �El hombre se habrá ido a las dos de la tarde. La mujer, a las 4�, recordó el vecino. Los dos estaban en la verdulería. Entonces, las sospechas apuntaron hacia la chica. �Yo no le pedí que comprara carne, ni le había dejado plata�, dijo la madre de los chicos asesinados. De acuerdo con una versión policial, a las dos de la madrugada la nena admitió que los había matado. Ahora está a disposición de la jueza de menores de La Matanza, Nilda Ferioli.
La ahora acusada es hermana de Pahuasi, el padre de los chicos. Nacida en el departamento de Cochabamba, llegó a la villa hace siete meses, a pedido de su hermano, para cuidar al hijo recién nacido de la pareja y a los dos mayores. Según le contó el hermano a la policía, la chica debíahaber regresado en estos días a Bolivia, para retomar sus estudios, pero no había podido viajar.
Andrés Blanco, el más grande de los chiquitos muertos, aún no había cumplido 3 años. Era hijo de la mujer, en una unión anterior. Los policías detectaron que tenía un moretón en la cara. Alejandro Pahuasi, su hermanito, tenía casi dos años y era hijo de la pareja. Según las primeras pericias, ambos murieron por asfixia.
La nena los cuidaba desde las 3 y media de la mañana, cuando los Pahuasi salían al mercado a proveerse de verduras. Y, por lo que cuentan los vecinos, también ella soportaba el rigor de su hermano y, especialmente, de su cuñada, resentida porque el marido discriminaba a su hijo mayor. �Le reprochaban porque no tenía limpia la casa o porque descuidaba a los chicos, no les cambiaba los pañales. Ayer mismo �por el lunes, el día del crimen� escuché que la retaba porque no había limpiado�, confió el vecino.
No es mucho lo que sabe la gente de la villa de los Pahuasi, pero queda claro, en todo caso, que no caían bien en el barrio. Habían llegado hace un año y medio a la casa, que compraron a pagar en cuotas. Al principio afrontaban la deuda con un trabajo que ella había conseguido, en una verdulería de la villa. El hombre, mientras tanto, pasaba el día en su casa. En esos tiempos ganó su fama de padre agresivo, algo que él mismo se encargó de desmentir ayer, en declaraciones a una radio.
Después, con un dinero que le prestaron, la pareja consiguió montar una verdulería cerca de la avenida Cruz y Chilavert, en Villa Lugano. Estaban todo el día fuera de la casa y hablaban poco con los vecinos. �Los chicos, pobrecitos, lloraban todo el día�, se lamenta el vecino. Y a la nena se la veía sobrepasada por la responsabilidad. �Se notaba que era mucho para ella�, afirma Margarita. Y las vecinas sentencian, implacables: �No se puede culpar a una nena, los responsables son los padres, que tenían a esos chicos abandonados�.
Casos para el espanto
El caso de la nena acusada de matar a sus dos sobrinos en Villa Madero tiene varios antecedentes, pero el más célebre y espeluznante es el cometido por dos chicos de 11 años en un suburbio de Liverpool: después de secuestrar a James Bulger, un bebé de dos años en un shopping, los chicos lo golpearon hasta matarlo y lo dejaron en las vías de tren para que lo arrollara. El caso conmovió profundamente a la sociedad británica, por la crueldad demostrada por los dos pequeños asesinos.
Otro caso estremecedor sucedió en Brasil, en marzo último, cuando un chico de nueve años mató a dos hermanitos después de someterlos a vejámenes y torturas. El chico fue detenido por la policía brasileña y confesó haber asesinado a los dos nenes de nueve y ocho años y violado a una niña, sin motivo alguno. El hecho ocurrió en un poblado a 42 kilómetros de San Pablo, y el acusado sólo se limitó a decir: �Tuve ganas de matar�. El chico habría obligado a los dos hermanos, un niño y una niña, a comer heces y tener una relación sexual entre ellos para matarlos a palos después de una larga tortura. Otra niña de ocho años �que habría sido también agredida sexualmente� y uno de cinco fueron testigos de la tragedia, aunque no fueron asesinados.
Un hecho similar sucedió en Montevideo, en abril del año pasado: dos pibes de 11 y 12 años prendieron fuego a una camioneta abandonada, donde dormían otros dos chicos de 9 y 11 años, que murieron calcinados. Los chicos confesaron ante la policía que pretendieron hacer una broma al prender fuego en el vehículo donde dormían otros dos menores. Los chicos muertos se habían fugado de sus casas y se dedicaban a vender estampitas en los colectivos de la capital de Uruguay. |
Opinan una jueza y un psicoanalista |
�Hay una deuda�
Juan Carlos Volnovich (médico psicoanalista de niños)
�Es una experiencia de horror que conjuga la figura de víctima y victimario. El infanticidio se dio en toda la historia de la humanidad y atraviesa todas las clases sociales. No es un problema ligado a la miseria y la exclusión social sino un fenómeno de violencia que atraviesa toda la sociedad. En estos casos de extrema violencia hay una identificación con el victimario: el violado, viola; los apaleados ejercen crueldad sobre el otro. La chica víctima de violencia tomó una represalia hacia los padres de los nenes. Pudo naturalizar esa violencia cotidiana y tomarla como moneda corriente. Ella no está en el lugar de la nena sino de la mamá sustituta que al asesinar a los niños también pone en cuestión el mito del amor maternal como instintivo. Darla como caso perdido o pensar que lo único que puede quedarle es el suicidio �como ocurre generalmente� es un error: la sociedad tiene una deuda. Esto no puede quedar en la fascinación del espanto. Debe servir para instalar dispositivos preventivos: si los vecinos escuchaban deberían contar con dispositivos para denunciarlo antes.�
�Un desequilibrio�
Irma Lima (jueza de menores)
�La nena no es punible, aún debe hacerse la evaluación psicológica y psiquiátrica para saber si tiene una patología psíquica que requiera la internación psiquiátrica. Aunque la existencia de una patología no obliga al juez a disponer una internación. Acá la Justicia deberá estudiar con qué familiares cuenta la nena en Bolivia o aquí porque la disposición de mandarla a un establecimiento deberá tomarse sólo como último recurso: en el caso de que no haya familiares que pudiesen hacerse cargo. En esta historia es un error hablar de sanciones, deben buscarse medidas correctivas que en este momento los institutos no están adecuados para brindar. Es cierto que este caso es extraordinario: he conocido chicos pequeños que han cometido homicidios pero siempre cuando mediaron hechos de robo. Aquí debe haber existido un desequilibrio terrible para llegar a esto que fue un ahorcamiento. La nena usó las manos, ejerció presión con las manos y esto no es lo mismo que si la muerte fuera provocada durante un ataque de furia, de descontrol con tiro o un golpe. Acá el proceso fue lento.� |
|