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�La corrupción carcelaria abre puertas impensadas�

Negocio: El ingreso de armas y de drogas implica siempre la presencia no sólo de guardiacárceles sino también de funcionarios que están en el negocio.

El criminólogo Elías Neuman explica por qué es creíble el relato del preso liberado para matar a un juez.
Dice que la cárcel es un sistema antinatural, y que el sistema penitenciario ha fracasado rotundamente.


t.gif (862 bytes) Conoce como pocos el sistema penitenciario. A los 22 años, cuando se graduó de abogado, se fue a vivir como preso a tres cárceles de Brasil y repitió la experiencia en Olmos, Devoto y Caseros, sin que nadie supiera su verdadera identidad. Lleva 35 años de investigación de campo en penales. De hecho, ha visitado más de 350 en todo el mundo. La declaración del preso que dijo tener una orden del Servicio Penitenciario Federal para matar al juez Alberto Baños no lo sorprende. �La revelación es bastante inquietante pero, por supuesto, creíble. La corrupción carcelaria abre puertas impensadas�, evaluó el profesor de Criminología y Victimología de la Facultad de Derecho de la UBA, Elías Neuman. A su criterio, uno de los factores que desencadenan la crisis del SPF es su carácter paramilitar. �Si algo odia el preso es al uniforme�, señaló, y consideró que la prisión tradicional �ha fracasado absolutamente y resulta antinatural�. �Es necesario buscar medidas sustitutivas y alternativas�, consideró Neuman en un reportaje con Página/12. 
�Una serie de investigaciones demostraron que hay presos que salen de las cárceles a robar para personal del Servicio Penitenciario. ¿Es un denominador común en todos los penales?
�Sumamente común. Desde hace tiempo, en los penales todo se vende y todo se compra. El ingreso de armas y de drogas implica siempre la presencia no sólo de guardiacárceles sino también de funcionarios que están en el negocio. Pero la salida de los presos para delinquir tiene precedentes y antecedentes. 
�¿Como cuáles?
�Hace unos veinticinco años se descubrió que las hermanas del Buen Pastor, que regenteaban el asilo correcional de mujeres que funcionaba en Humberto Primo al 300, en donde estuvo detenida �La Raulito�, hacían salir a las muchachas para trabajar en quehaceres domésticos en casas de familia. Se dijo que el dinero era para obras de la hermandad, pero por el escándalo les quitaron el manejo de la cárcel. Fue un precedente.
�¿Y como antecedente?
�La Policía de la Provincia de Buenos Aires. Cuando los presos son alojados por largo tiempo en comisarías, también salen a trabajar para los uniformados. Es un procedimiento bien conocido. Los presos se ven, en cierto modo, bastante compelidos frente a un pedido de ese tipo. No pueden negarse por temor a las represalias.
�¿Cómo se llega a esta crisis en las cárceles?
�Un factor determinante es el hecho de que los funcionarios carcelarios son de la misma extracción humana y social que los detenidos. La gente seleccionada para la seguridad y la represión proviene de los mismos sitios que la que puebla las cárceles: de abajo, en el sentido económico.
�Describe el fenómeno con cierta resignación. ¿Es inevitable que suceda?
�Las cárceles son antinaturales y muy difícilmente el lenguaje intramuros pueda ser captado con nuestros códigos. Me llama la atención que desde la época de Lanusse, el Servicio Penitenciario Federal es integrante de la seguridad del Estado. El SPF no puede ser paramilitar. Debería tener carácter civil. Lo dicen Naciones Unidas y todos los autores. Si algo odia el preso es al uniforme. La rehabilitación no puede estar en manos de personal paracastrense. En los únicos lugares que he visto que es así es en Chile, en Egipto y en Cuba. 
�Da la impresión de que el sistema carcelario está por explotar. ¿Por qué ahora?
�Porque alguna vez tenía que ocurrir. En verdad, lo que explotan son las cárceles en sí. Si usted analiza cuáles son los derechos humanos que el preso va perdiendo al ingresar a un penal llega a la conclusión de que al margen de su individualidad y su identidad, pierde su derecho a trabajar, a la armonía sexual, a la privacidad. Llega un punto en que unose da cuenta de que el Estado no se apropia simplemente de la libertad ambulatoria sino de la vida de ese ser humano. 
�Usted señaló que las cárceles son antinaturales. ¿Considera que no deberían existir?
�He estado en prisiones de Venezuela, Colombia y Brasil, donde se propicia como �operación limpieza� la pena de muerte carcelaria que se infringen entre los propios presos. Si la vida del preso sigue sin interesar nada y continúan los negocios adentro de las cárceles, estamos muy cerca de encontrar ese tipo de operaciones en nuestros penales. La prisión tradicional ha fracasado absolutamente. Es necesario buscar medidas sustitutivas y alternativas. Nadie se readapta. Cuando hay reincidencia, no ha fracasado el preso: ha fracasado el Estado.
�¿Cómo debería encararse un proceso de reforma?
�Hay que hacer un programa de política criminológica que debe arrancar desde la minoridad. Hoy, en los reformatorios creamos becarios del delito. Tenemos los delincuentes que nos merecemos.

 

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