Por Adriana Meyer
El
ex subjefe del I Cuerpo de Ejército, general retirado Jorge Olivera
Rovere, quedó detenido �aunque con arresto domiciliario� luego de
prestar declaración indagatoria en la causa sobre la práctica
sistemática de apropiación de los hijos de desaparecidos. El represor
aseguró que durante la dictadura ignoró la existencia de Automotores
Orletti, pero señaló que los responsables de ese centro clandestino eran
el ex jefe de la SIDE, el fallecido general Otto Paladino y el ex
presidente de facto, Jorge Rafael Videla. El caso se encamina hacia el
final de la etapa de instrucción que culminará con la pronta elevación
a juicio oral.
Olivera Rovere declaró durante casi dos horas y negó tener conocimiento
de los casos ocurridos en Orletti, el de la nieta del poeta Juan Gelman y
el del hijo de la uruguaya Sara Méndez, secuestrado junto a su madre
cuando tenía dos meses. El general retirado aseguró que recién se
enteró de que allí había funcionado uno de los campos de concentración
de la represión ilegal cuando se inició el juicio a las juntas
militares, en 1985. También deslindó responsabilidades en su superior
inmediato, el ex general Carlos �Pajarito� Suárez Mason, quien ya
está procesado en la causa. Y afirmó que sólo �cumplió tareas
administrativas como secretario ante las juntas militares�.
Pero sus argumentos no fueron suficientes para exculparlo. El juez federal
Adolfo Bagnasco ordenó su detención, aunque le concedió el beneficio
del arresto domiciliario porque los informes médicos señalan que padece
una arritmia cardíaca severa y una hernia inguinal. Permanecerá en su
vivienda de Barrio Norte a la espera de que el juez resuelva su situación
procesal. Había sido citado para el 24 de marzo pero su estado de salud
no permitió que se concretara la indagatoria. Ayer, una ambulancia del
SAME permaneció en las afueras de la sede judicial para atender una
eventual emergencia. Su abogado, Juan Aberg Cobo, presentó varios
recursos en los que invocó la �cosa juzgada� y la prescripción de
los delitos que se le imputan a su defendidos, y la incompetencia de la
justicia federal para juzgarlo.
Cuando era general de brigada, Olivera Rovere ocupó el cargo de segundo
comandante del I Cuerpo de Ejército y fue el responsable de los centros
clandestinos que funcionaron en la Capital Federal. Estuvo procesado y
detenido por graves violaciones a los derechos humanos. No fue beneficiado
con las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, pero en 1989 obtuvo el
indulto firmado por el ex presidente Carlos Menem. Está procesado por el
juez español Baltasar Garzón en la causa por genocidio.
Bagnasco ya procesó a los integrantes de la última Junta Militar,
Reynaldo Bignone, Cristino Nicolaides y Rubén Franco por su
responsabilidad política en la práctica sistemática de sustracción de
menores. También procesó a Emilio Massera, Antonio Vañek, Héctor
Febres y Jorge �Tigre� Acosta por los nacimientos que ocurrieron en la
maternidad clandestina que funcionó en la Escuela de Mecánica de la
Armada. Y ahora está a punto de finalizar la instrucción del denominado
capítulo �Ejército� que abarca los nacimientos ocurridos en la Zona
I. Si Bagnasco procesa a Olivera Rovere sólo quedará pendiente la
situación del represor Riveros que �por ahora� logró evitar la
indagatoria. Su abogado, Florencio Varela, planteó ayer la nulidad de la
causa. Ya había recusado al juez, lo denunció por prevaricato y
cuestionó su competencia. Además, logró que el Consejo Supremo de las
Fuerzas Armadas pida la competencia en el caso que iniciaron en 1996 las
Abuelas de Plaza de Mayo (ver aparte).
PRESENTACIÓN
DE PEDRONCINI ANTE LA ONU
Los
peligros del Consufa
Por
A.M.
El abogado
Alberto Pedroncini denunció ante el Alto Comisionado para los Derechos
Humanos de Naciones Unidas el intento del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas (Consufa) de sacar de la Justicia civil la causa que investiga la
práctica sistemática de apropiación de menores durante la dictadura. El
letrado --que representa a cinco querellantes en ese proceso-- calificó
la iniciativa del Consufa como "un nuevo peligro contra la
continuidad" del caso.
Tal como adelantó Página/12,
Pedroncini formalizó su presentación ante el Grupo de Trabajo sobre
Desaparición Forzada de Personas de las Naciones Unidas. A través de una
carta dirigida a Miguel de la Iama --quien está a cargo de la Oficina de
la Alta Comisionada, la ex presidenta de Irlanda Mary Robinson--, el
letrado pidió una audiencia para desarrollar "en forma más
actualizada" su denuncia.
"El Consufa es un órgano
dependiente del Poder Ejecutivo y no un Tribunal de Derecho --explicó
Pedroncini--. Ha resuelto que corresponde la jurisdicción militar para
los delitos imputados en el proceso del juez Bagnasco, por lo cual ha
dispuesto dirigirse al juez constitucional requiriéndole que se desprenda
del proceso y lo remita al Consejo Militar". El abogado sostuvo que
"para llegar a esta conclusión, el Consejo niega el carácter de
delito permanente de la sustracción de menores (pese a que la gran mayoría
de ellos no ha sido hallada), niega por lo tanto que se hayan transformado
en desaparecidos luego de dejar de ser menores para la ley penal, y
rechaza en consecuencia la aplicación de la Convención Interamericana
sobre Desaparición Forzada de Personas".
Pedroncini recordó que la
apelación de "esta grave decisión" ante la Cámara de Casación
Penal no fue sostenida por el fiscal Pedro Narvaiz, por lo cual quedó
firme. Y destacó que la resolución del Consufa se produce a más de tres
años de iniciado el proceso ante el juez federal.
El otro hecho remarcado como
"peligro" fueron las declaraciones del jefe del Ejército,
teniente general Ricardo Brinzoni, quien en una entrevista con este diario
afirmó que "no había existido una práctica sistemática de
sustracción de menores durante el gobierno militar".
Sin embargo, Pedroncini también
señaló los "importantes resultados" obtenidos en el proceso.
En primer lugar, describió la elaboración de una "nueva
jurisprudencia penal que ha declarado aplicables a los delitos imputados
(cuya comisión comenzó en 1976) convenciones internacionales aprobadas
muy posteriormente a esa fecha". Es decir que esos delitos no están
prescriptos y tampoco juzgados. Por último, el abogado destacó la prisión
preventiva dictada por Bagnasco en diciembre de 1998 contra ocho altos
jefes militares.
OPINION
¿Dónde
está la valija?
Por
Adriana Calvo y Anabel Alcaide *
La saga acerca de los destinos
de la documentación que el juez Baltasar Garzón envió a Gustavo
Literas, a pedido de éste, llega a límites que resultan increíbles
si no fuera porque detrás de ella se ve una intención muy clara:
continuar con la impunidad.
Garzón lleva
adelante un proceso contra los genocidas argentinos en función del
cual pidió la captura internacional con miras a extradición de 48
represores por la vía habitual: Interpol. Ésta --también como es
habitual-- envía a la Argentina y al resto de los países del mundo
un resumen (8 hojas) del pedido original (244 hojas).
El
gobierno argentino pasa este resumen al juez Literas, sin privarse
de hacer comentarios sobre un tema que el magistrado debe resolver:
lo rechazará, es un dislate, etcétera, etcétera.
El juez Literas
solicita a Garzón --a través de Cancillería-- que complete la
información. Entiende que en este caso el resumen que recibió no
es suficiente para expedirse. El gobierno (a través de los
ministros de Justicia y del Interior) interpretan esta solicitud
como un rechazo. Literas lo desmiente públicamente. Garzón cumple
con lo solicitado y envía --en tiempo y forma-- la documentación
completa más la información complementaria sobre datos de filiación
de los requeridos. Todo esto viene, como es habitual, cuidadosamente
guardado en una "valija" que llega a Cancillería el miércoles
5 de abril con un destinatario claro: el juez Literas.
Mientras tanto, en
marzo, el Gobierno (ministro de Justicia) inventa un segundo rechazo
de Literas, quien por segunda vez lo desmiente. A 9 días de llegar,
la valija sigue en Cancillería y han circulado las más
disparatadas versiones acerca de su destino, todas a cargo de
prominentes funcionarios del gobierno: que llegó tarde, que no trae
lo prometido, que se rechazará el pedido, que se le preguntó a
Literas si le interesaba recibirla, que no saben que hacer con ella.
Al menos esto último es lo que nos informaron ayer en una reunión
el doctor Mariano Maciel, director de Asuntos Jurídicos de la
Cancillería, y el doctor Hernán Plorutti, de Derechos Humanos.
Literas, a su vez, nos sigue diciendo que no recibió la documentación
que él solicitó. Si uno lograra abstraerse del drama que encierra
esa valija, el episodio resultaría sólo patético. Lo cierto es
que a esta altura parece una perversa campaña de desinformación
montada por el Gobierno para intentar convencer a los crédulos de
que cumple con su deber y sus promesas preelectorales.
Lo cierto es que el
Gobierno sigue con su política de asegurar impunidad a los
genocidas. No sólo los asciende: resucita la competencia del
Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas para que se juzguen a sí
mismas, sigue impidiendo que se los procese y castigue aquí y, además,
pretende impedir que los juzgue un juez extranjero.
* Asociación de
Ex Detenidos Desaparecidos y Liga Argentina por los Derechos del
Hombre.
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OPINION
La
reciprocidad pedida
Por
Horacio González y Juan Carlos Capurro *
El
ministro de Justicia, Ricardo Gil Lavedra, acaba de presentar queja
ante el gobierno español por el pedido del juez Garzón de detener
a 48 argentinos acusados de genocidio.
Dice el ministro
que exigirá "reciprocidad" a España, pudiendo entonces
el Estado argentino juzgar con sus leyes a los genocidas españoles.
De esta manera, se postularía para reclamar la extradición de los
asesinos del GAL o de los crímenes imprescriptibles del franquismo.
De acuerdo al
derecho internacional, esto es legítimo y posible, ya que los
tratados sobre genocidio, tortura y desaparición forzada de
personas --firmados por Argentina-- habilitan a cualquier Estado del
mundo a enjuiciar crímenes contra la humanidad.
El problema es que
el doctor Gil Lavedra, si es consecuente con su afirmación, deberá
primero resolver la nulidad absoluta e inconstitucionalidad
manifiesta de las leyes de punto final y obediencia debida, aún
vergonzosamente vigentes en Argentina. De acuerdo a ellas, los
genocidas españoles, de ser juzgados hoy aquí, seguirían en
libertad, por imperio de las citadas leyes de impunidad. Esos
genocidas pedirían más que gustosos ser "juzgados" bajo
este régimen jurídico.
Exigimos entonces,
señor ministro, una vez más, la nulidad completa de esas leyes,
para juzgar aquí, allá y donde sea necesario, a todos los
genocidas de la Tierra.
* Abogados del Comité de Acción Jurídica (CAJ).
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