Por Darío Pignotti
Desde San Pablo
Dos crónicas, una misma guerra. La primera muestra adolescentes portando armas largas y lanzagranadas mientras patrullan la favela Doña Marta, sudeste de Río de Janeiro. Uno de ellos, relajado, mirando a cámara, relata en qué consiste el trabajo: distribuir (consumir) cocaína, crack o marihuana y, eventualmente, entrar en combate: �Todavía no maté ningún policía, pero ya se dará�. El muchacho cobra 300 reales a la semana, su padre gana 100 por mes. �Los rapaces (pibes) van a sus anchas, se ven seguros y las chicas parece que se hacen pis cuando los ven con esas armas tan grandotonas�, testimonia una vecina de la favela. El relato fue extraído de Noticias de una Guerra Particular, un documental que mira la violencia desde el otro lado del infierno y pone el dedo acusador en la corrupción policial y los grandes traficantes.
�Es estúpido pensar que cualquier solución está en seguir reprimiendo la favela. El dinero que circula por allí es mucho, pero viene de afuera, o sea, de abajo del morro. Los que trafican armas se llevan mucho más que los que manejan el negocio de la droga en Doña Marta, Vigario Geral, Rosinha o cualquier favela�, dice el director de Noticias.., Joao Moreira Salles, con quien dialogó Página/12.
Durante años Salles trabajó en Doña Marta, adonde sólo se accede con acuerdo del capo del morro: Marcinho VP, personaje temerario y mediático, quien ya cobró peaje a celebridades como Spike Lee y Michael Jackson. Allí comienza la segunda crónica. El director Salles y el narco Marcinho no tardaron en entenderse. Heredero de una de las mayores fortunas de Brasil, Moreira Salles quiso redimir al joven Marcinho pagándole 1200 reales al mes para que escribiera sus memorias y dejara las malas costumbres. El narcotraficante dejó de frecuentar el morro y fue visto en Argentina.
Para la policía, Marcinho, aún a la distancia, mantuvo el control de Doña Marta. Las denuncias del documental de Salles y los desplantes de Marcinho (en un video calificó a la policía de �corrupta�) se volvieron incómodos. El propio coordinador de seguridad provincial, Luiz Soares, compartió la lectura de Salles públicamente y denunció la complicidad policial con el tráfico. La policía de Río, por lo bajo, clamó escarmiento para el funcionario y el cineasta. Por lo alto, el gobernador Anthony Garotinho separó a Soares y amenazó al acaudalado Salles declarando que para él �son lo mismo un capitalista de �bicho� (apuestas clandestinas) que un capitalista de la banca�. Acto seguido, Salles quedó procesado por la Justicia �independiente�, casi como otro miembro de la banda de Marcinho. La ira oficial contra el director inoportuno no bastó para disimular nuevos episodios de violencia militarizada en Río.
El lunes pasado, un grupo de narcos asaltó un puesto policial, y al día siguiente otro grupo (o el mismo) atacaba la base de la marina del Brasil en isla del Gobernador para abastecerse de armamento. Como �intento de invasión� fue caratulado el hecho en un informe oficial. Los fusileros navales repelieron abriendo fuego pero no consiguieron poner en fuga a los asaltantes sino hasta después de una hora de tiroteo.
El episodio es investigado por la inteligencia naval y policial. Es decir, fuerzas de defensa y seguridad actuando conjuntamente. Es decir, intervención militar en asunto de seguridad interior. La hipótesis con que trabajan es que estos asaltos son movimientos de una estrategia de expansión territorial seguida por las bandas de Vigario Geral y Boogie Woogie, dos favelas que se aprestan a tomar Vila Juaniza. Sin embargo, las crónicas de Río no bastan para explicar una historia que ya ha tomadocuenta de todo Brasil. El mapa del narco-poder avanza frente a un Estado corroído por la corrupción y vacilante en su política contra el crimen organizado.
Mientras marineros y narcos se tiroteaban en Río, el ministro de Justicia, José Carlos Días, renunciaba por razones ligadas al narcotráfico. Días defiende el protagonismo policial en la prevención y represión de las organizaciones criminales, mientras la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) admite la participación militar, aunque no la militarización. El detonante que obligó la dimisión del ministro fue el aborto de un megaoperativo brasileño-boliviano al cual se habían destinado 700 millones de reales (370 millones de dólares). La operación fue ventilada a la prensa por el secretario antidroga, Walter Maierovicht, a quien el presidente Cardoso echó un día después de la dimisión de Días.
Detrás de las pujas entre funcionarios reside un argumento estratégico y se traduce en un interrogante: ¿militarizar o no el combate al narcotráfico? En favor de la militarización se encolumnan los Estados Unidos que, sin embargo, no han encontrado gran acogida entre los militares locales, recelosos de que la fuerza se �narcotice�. Todavía recuerdan los 32 kilos de cocaína decomisados de un avión de la fuerza aérea brasileña. El presidente Fernando Henrique Cardoso tampoco abraza esa tesis, pero pendula según la correlación las circunstancias. No quedan dudas de que la caída del ministro de Justicia y el fracaso de la operación conjunta con Bolivia fortalece la militarización. Con todo, unos y otros aceptan que Brasil corre el riesgo de una �colombianización�. En su relativa diáspora los narcos colombianos han recalado en México y Brasil.
El atractivo brasileño está en su mercado consumidor y su geografía. A través de los 1600 km de frontera amazónica entre Colombia y Brasil circulan armas y drogas, y desde los 7000 km de litoral brasileños zarpan mercancías colombianas (no solo café) hacia Europa sin mayores controles.
La corrupción institucional y política brasileñas también aportan. La Comisión Parlamentaria Investigadora del Narcotráfico ha revelado redes que implican a jueces, funcionarios y políticos en todo el país, de extremo a extremo. En estos días quedó procesada media policía de Río de Janeiro y algo similar puede ocurrir con la de San Pablo, en cuyo puerto, Santos, sospechado por todos, hace años que no decomisan ni un gramo de polvo. Frente a semejante escenario, Salles reflexiona: �La verdadera guerra son la corrupción, el tráfico de influencias, el lavado de dinero en Caimán, pero la sociedad prefiere seguir mirando cómo se matan bandidos y policías�.
MARCINHO VP, DE RIO A CORDOBA Y BUENOS AIRES
�Anduvo por Plaza Congreso�
Por D.P.
Nada de zapatos blancos y camisas de seda floreada. La apariencia de Marcio Amaro de Olivera, �Marcinho VP�, capo del tráfico en Doña Marta, poco conserva del estereotipo de los mafiosos tropicales. Antes bien, Marcinho podría pasar por un estudiante algo desaliñado. Así lo vio todo Brasil el 27 de febrero último, cuando la televisión mostró al joven de 29 años paseando por Buenos Aires... República Argentina. Así lo confirmó anteayer a Página/12 el editor de la TV Globo, Alberto Vilas. Esa revelación confirma que Marcinho VP se desplazó despreocupadamente por lo menos entre Córdoba y Buenos Aires durante el verano pasado.
Las imágenes fueron registradas burlando a la policía brasileña. Tampoco actuó la Policía Federal, pese a que el traficante se habría paseado por pleno centro de Buenos Aires. Una fuente argentina que vio el reportaje relató que �andaba lo más tranquilo paseando por la plaza y entre las palomas�.
�¿Pudo identificar la plaza?
��Le diría que era Plaza Congreso, casi con seguridad�.
Antes o después de Buenos Aires, Marcinho llegó a Córdoba para escribir sus memorias bajo el mecenazgo del cineasta Joao Moreira Salles.
�¿Cuándo tomó contacto por última vez con Marcinho?, preguntó este diario a Salles.
��No sé nada desde diciembre�.
�¿Marcinho habría viajado a la Argentina con su financiamiento?
��Nunca negué lo de la beca�.
�Teme haber sido ingenuo.
��Tal vez, pero no comparto esa burrada de estigmatizar a alguien. Después de mi contacto con el �bandido� Marcinho, percibí que valía la pena convencerlo de que escribiera sus historias. Que contara su fantasía de crear un movimiento revolucionario en la favela�.
Su celebridad nació en 1995 cuando negoció el �peaje� para que Spike Lee filmara con Michael Jackson en lo alto del morro Doña Marta. Luego Marcinho desafió a la policía en conferencia de prensa calificándola de �corrupta�. Fue encarcelado y poco después fugó del presidio, manteniendo el control de la favela violentamente. Desde entonces lo buscan.
Marcinho será encontrado �en Argentina o donde sea�, prometieron los detectives asignados a su detención. Desde el 31 de marzo uno de ellos está preso y dos de sus compañeros son investigados por integrar la �banda podre� (podrida) de la policía carioca.
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