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Santos recibió a Página/12 en su despacho poblado de platitos
recordatorios, luminoso y tan amplio como el de Fernando de la Rúa en la
Casa Rosada. Vestido de civil, no rehuyó ningún tema. Quien converse con
él podrá sacar fácilmente esta conclusión: Santos insiste en todos los
estereotipos ideológicos "naturales" de la Policía Federal (la
crítica al Código de Convivencia, la pelea por el castigo al merodeo, la
restitución de la facultad policial de interrogar), pero es
suficientemente pragmático como para explorar cualquier otro camino.
--¿Tiene algún modelo internacional?
--Tomé como modelo mis 35 años
en la institución, que son también 35 años de autocrítica.
--¿Usted quiere ser el Balza
de la Policía Federal?
--(Se ríe) Me conformo con
flotar. Ahora tengo una oportunidad única e irrepetible para poner en
funcionamiento lo que critiqué durante tantos años. Quisiera poner en práctica
lo que siempre creí que había que hacer.
--¿Está de acuerdo con
importar la doctrina de la tolerancia cero, según la que vale lo mismo el
delito más pequeño que el más grande?
--Sería inapropiado. Para mí,
la tolerancia cero sería un retroceso al pasado. Podría resultar fantástica
durante dos días, una semana, un mes. Pero después avanzaríamos sobre
personas que no tienen nada que ver con el delito. Y todos empezarían a
preguntar: "¿Para eso queríamos una policía con más
atribuciones?" Se generaría un efecto de rechazo. Hoy por hoy, la
policía necesita tener más gente en la calle y, con los medios que
tenemos, tratar de coartar la posibilidad de que un delincuente actúe.
--Las encuestas revelan que los
ciudadanos ponen a la policía dentro de las causas de la inseguridad. ¿Qué
opina? --Eso
es lamentable, porque uno hace esfuerzos muy grandes para incrementar los
márgenes de seguridad. Yo entré a la policía en 1965 y desde entonces a
la fecha fui a 253 velatorios de caídos en el cumplimiento del deber.
Creo que a la gente, a veces, hay noticias que no le interesan. No les da
la importancia que le damos nosotros. Y eso a veces distorsiona los
conceptos. Estamos realizando un gran esfuerzo para tratar de acotar la
inseguridad. La gente, por naturaleza, desea que ese esfuerzo se
incremente y piensa que la policía tiene esa responsabilidad en forma
exclusiva. Yo creo que somos parte del sistema, pero debería
complementarse con otros aspectos que no se dan.
--¿Qué cosas no se dan?
--Los presupuestos no son los
ideales. Uno desearía tener muchos más medios y necesitaría más gente.
Nos gustaría fortalecer toda la reingeniería con muchos más efectivos.
Pero más efectivos significan más plata. Y no pedimos, como muchos
piensan, que nos den más armas legales. Son los legisladores los que nos
tienen que dar las armas legales. El ciudadano lo tiene que reclamar. Yo
recibo a muchísimos vecinos que vienen con firmas y me sugieren que
avance más allá de la ley.
--¿Qué les contesta?
--Que hoy la institución se
tiene que ajustar a Derecho, y así lo hace. Y de última, si las normas
son insuficientes, es el legislador el que tiene que generar alguna
modificación en la ley.
--¿Buenos Aires sigue siendo
una ciudad insegura?
--Una estadística publicada días
atrás informa que hay una disminución del delito del 13 por ciento. Esto
quiere decir que no estamos transitando por el camino equivocado. --¿Se
está preparando para el traspaso de la policía a la ciudad?
--En principio, nos estamos
preparando para un convenio. Creo que el traspaso, en un momento donde el
tema de la seguridad es vital, es como cambiar de barco en medio del río
en una marejada. El convenio es el mecanismo más lógico. Les digo más:
aunque no esté firmado, ya lo estamos poniendo en práctica. Tenemos una
relación absolutamente fluida con el Gobierno de la ciudad. Hay una
participación muy activa del Gobierno y de la Policía Federal en la
problemática de la ciudad de Buenos Aires.
--¿Le gusta diferenciar una
policía de calle y una policía de investigaciones como el FBI?
--Sí. Pero, en principio, no
es prudente una fractura. Prefiero trabajar en términos más prácticos,
potenciando el área de la policía científica, de donde yo provengo, que
se parece a un FBI argentino. La reestructuración tiende a
profesionalizar el aspecto operativo cotidiano de esa área de policía
científica. Pero todo debe ser progresivo y paulatino. No me imagino que
el corte por la mitad de una estructura sea mejor que una institución
homogénea y unida.
--¿Qué relación tiene con Aníbal Ibarra y con Domingo Cavallo?
--Tuve conversaciones
interesantes con todos los candidatos a jefe de Gobierno. Cavallo fue el
único no me llamó para conversar.
--Cavallo está en la tesis de
la tolerancia cero.
--Probablemente no quiera
conversar conmigo porque sabe muy bien que no la comparto. Con Gustavo
Beliz sí estuvimos conversando, y no coincidimos mucho en este aspecto.
Por eso se alejaron un poco de mí.
--Visto desde su lugar, ¿por
qué hay una ola de críticas al Código de Convivencia?
--El Código ha sido un paso
importante, pero estamos a mitad de camino. Contrariamente a lo que la
gente cree, que nosotros defendemos los edictos policiales, el Código nos
eximió de un problema jurídico muy serio que tuvimos durante muchos años,
en el cual nosotros éramos juez y parte. En cambio, con el Código de
Convivencia, que debe ser actualizado en algunos aspectos, y creo que va a
ser actualizado, las cosas son diferentes. En la medida que el ciudadano
vea qué limitaciones podemos tener y sienta que eso le genera
inseguridad, pedirá progresivas correcciones.
--¿En qué limita el Código a
la Policía Federal?
--Primero les aclaro algo:
todos piensan que la prostitución es una fuente de corrupción policial.
Y yo digo que si hoy una prostituta le da plata a un policía es porque
quiere, no porque lo necesita. Ahora, hay aspectos que no son los ideales.
Por ejemplo, según el Código el agente se limita a labrar un acta por
ejercicio de la prostitución. Entonces la mujer firma el acta de infracción
y se va a 20 cuadras del lugar a seguir ejerciendo la prostitución.
--Pero esa prostituta ya tuvo
que dejar su lugar habitual. Si la Policía quería dificultar su trabajo,
lo consiguió.
--De cualquier manera, lo que
hacemos para combatir este tema es volcándonos más al cliente que a la
prostituta, como efecto disuasivo. Cuando viene en coche y estaciona en
doble fila, le hacemos el acta de infracción al hombre. Y en esos casos,
el hombre desea desaparecer porque estamos blanqueando su presencia,
mientras que a la mujer no le afecta. Por otro lado, en lo relativo al
merodeo, no tenemos los medios adecuados.
--¿Y no es mejor que no tengan
lo que usted llama "medios adecuados"?
--Depende. Para los
delincuentes, sí.
--No para los delincuentes:
para los derechos individuales.
--Depende de los derechos
individuales de quién. Si usted está haciendo una extracción en un
cajero automático y hay alguien merodeando, usted no va a querer que le
saquen el dinero.
--Por supuesto. En ese caso,
prefiero ir a otro cajero. Pero no voy a correr el riesgo de que con la
misma lógica mi hijo adolescente o yo terminemos detenidos por merodeo.
--Su hijo no va a ser
sospechoso, salvo que forme parte de un contexto donde se crea que la
alternativa es quitar el dinero a otro. Yo hablo de otra cosa: de limitar
el merodeo o de la acción predelictual.
--El tema es cuál es el límite
de lo "predelictual" para que todos no terminen siendo
sospechosos.
--El límite nos preocupa.
--El límite en este país se
ha pasado demasiadas veces, comisario.
--Pero, ¿no piensa que tenemos
que crecer?
--Sí, y una forma de crecer es
poner límites.
--Pero fíjese que hoy nadie
duda en poner de manifiesto cualquier exceso. Hoy ningún funcionario público
desea estar expuesto porque sí. Y la principal figura que pone un límite
a la policía es nuestra familia. Como la información es abundante,
nuestros hijos nos piden explicaciones de todo. Estamos en una sociedad
muy crítica.
--¿No es mejor el límite,
entonces?
--Pero entonces no nos quejemos
de la inseguridad.
--Usted mismo recordaba antes
que el delito en la ciudad bajó el 13 por ciento. Si esto es así, ocurrió
sin cambiar el límite.
--Ojalá sea así. Porque uno
quiere mejorar las cosas. La Policía no tiene una ansiedad morbosa por
engordar su poder.
--¿El merodeo no conduce a la
detención de una persona por portación de cara?
--Hoy la portación de cara no
existe bajo ningún punto de vista. Puede haber portación de actitudes.
Si yo veo a una persona escondida en la oscuridad no lo voy a detener por
portación de cara, porque no se la veo, sino por su actitud. Si a usted
lo está esperando un hombre en la puerta del cajero, nosotros le pedimos
documentos. Si no los tiene, lo llevo para identificarlo. Al día
siguiente está el mismo hombre. Le vuelvo a pedir documentos y me dice:
"¿Para qué? Si ya me identificó ayer..." Me queda esperar que
se vaya o dejarlo. Si lo dejo, seguramente le va a sacar el dinero a
usted.
--Ya le dije que no se
preocupe. Cambio de cajero.
--Porque uno no puede poner un
policía en cada cajero, ¿no? Ahora, si nosotros podemos dejar el
concepto de inseguridad y asumimos el riesgo de esta estructura,
bienvenido sea. Pero parece que no se quiere aceptar esa vivencia como
natural de una libertad que todos deseamos.
--El riesgo es propio de la
libertad, pero también de la crisis social.
--Sí y no. En Estados Unidos
tienen el mismo problema, y creo que más grave. Hay ciudades donde usted
no puede salir a la noche, y ellos no tiene los problemas que tenemos
nosotros. El que roba por necesidad, si está descalzo, roba zapatillas.
Si roba zapatillas de marca, no es por necesidad.
--Crisis social no es solamente
hambre, comisario. Es desintegración social, falta de esperanzas...
--Sí, sí, habría que hacer
un análisis mundial para ver que pasa. Creo que habría que desinstalar
la expresión inseguridad. Ahí se liberaría a las instituciones del
compromiso de los que piden y pretenden más y entonces veríamos las
cosas con el riesgo propio de una ciudad. A mí tampoco me gustaría que
haya una invasión de policías donde usted no pueda ni vivir. En una
ciudad como la nuestra, donde transitan por día 13 millones de personas,
tan mal no nos va. Si logramos quitar la psicosis de la inseguridad, sería
mucho más efectivo. En eso jugamos un rol muy importante nosotros, pero
también los medios de comunicación, que golpean todo el tiempo con la
inseguridad y estimulan a la gente.
--¿La policía sigue queriendo
la facultad de interrogar el detenido en el momento en que es apresado?
--Debería modificarse algo.
Hoy, cuando la policía solo tiene atribuciones de preguntar la identidad
del detenido, con el nombre y el apellido no se puede avanzar mucho. Los
legisladores deberían analizarlo bien, pero también poner límites,
porque lo desmesurado puede generar un efecto adverso.
--Se han anulado muchas causas
por la falta de transparencia del interrogatorio, porque el detenido puede
declarar bajo presión.
--Hace rato que no podemos
interrogar, pero creo que algo inmediato debería preguntársele al
detenido. Porque si hay uno que al policía se le está escapando acá a
la vuelta, ¿como lo sabremos?
--Las estadísticas del
Ministerio de Justicia dicen que no hubo más esclarecimiento de hechos
cuando existió la facultad de interrogar.
--No las conozco. Pero si el
Ministerio de Justicia dice eso y el delito bajó un 13 por ciento,
sigamos así. ¿Para qué lo vamos a modificar? Les repito: no tengo ansia
de poder. Uno busca la seguridad por la seguridad misma. Más poder porque
sí no queremos. Ahora, si hay que corregir algo, vamos a corregirlo. No
nosotros, los ciudadanos.
--¿Está de acuerdo con
sindicalizar a la policía?
--No. Porque si el que está
investigando un homicidio me dice que se va porque ya cumplió su horario,
nos generaría un problema muy grande.
--Sindicalizar no quiere decir
solo eso.
--No, pero habría muchos
aspectos que hoy contenemos disciplinariamente. Hay una tendencia en el
mundo a la no sindicalización, que está dada por la seguridad que uno
desea como ciudadano. No quisiera mañana volver a ser ciudadano y
encontrarme con una policía sindicalizada que hace una huelga en la
esquina de mi casa.
--En La Rioja no está
sindicalizada pero la huelga se produce igual.
--Ellos reclaman un derecho con
una metodología que nosotros no compartimos. Y será motivo de sanción.
La ley orgánica es lo suficientemente amplia como para plantear cualquier
necesidad y no caer en arbitrariedades.
--¿Dispondrá nuevos pases a
retiro en la fuerza?
--Aunque no es el momento del año
para hacerlo, convoqué a una junta de calificaciones. Estamos haciendo
una evaluación de todos los integrantes de la Policía Federal, lo que
seguramente significará el alejamiento de más de uno. No quiero esperar
hasta fin de año, es mucho tiempo.
--¿Qué resultados le dio la
jerarquización de Asuntos Internos en la resolución de casos de corrupción?
--Muy buenos. Le di el máximo
nivel para que pueda investigar hasta el nivel del jefe de policía.
Antes, se ponía a un comisario mayor para investigar a todos los demás.
En cambio, si se pone allí a un hombre en la máxima jerarquía, podrá
investigar desde el primero hasta el último de la institución. Y
realmente nos está dando muy buenos frutos. Hace unos días fue puesto en
disponibilidad un comisario inspector en Neuquén. Pedía colaboración
económica para publicar una revista. Detectamos eso, mandamos gente de
Asuntos Internos a la provincia, que trabajó unos 20 días, fuimos a ver
a un damnificado y lo invitamos a que se presentara a la Justicia. El que
saca los pies del plato tiene un solo camino: la Justicia.
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