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El primer ministro de Portugal,
Antonio Guterres, calificó el atentado contra la discoteca Luanda de
Lisboa como "un ataque enloquecido, un crimen repugnante", y
admitió la posibilidad de que el episodio estuviera relacionado con otro
similar, ocurrido en la localidad de Amarante --370 kilómetros al norte
de Lisboa-- del cual ayer se cumplieron tres años.
El hecho sucedió ayer a las
4.30 de la madrugada y, según los investigadores, tiene todas las
características de "un acto criminal premeditado". A esa hora,
los autores del hecho cortaron la luz en el boliche, al tiempo que
lanzaron dos artefactos con gases tóxicos.
La combinación de ambos
factores generó pánico entre los presentes --se calcula que había unas
mil personas--, que se agolparon contra la puerta de salida. Según
testigos, en ese momento se produjo "un verdadero caos" para
tratar de escapar del local, que no tenía bien despejado el acceso a la
puerta principal. Debido al corte de luz, los asistentes no pudieron
encontrar las salidas de emergencia.
La joven española fallecida
fue identificada como Esther Ramos López, de 20 años. De las otras seis
personas que perdieron la vida no se conoció la identidad, pero se supo
que eran tres varones y tres mujeres, originarios de las ex colonias de
Angola y de Cabo Verde. La discoteca Luanda es muy frecuentada por
ciudadanos provenientes de esos países africanos. Nicolau Castro, gerente
de la disco, dijo que se trató de "un acto de puro terrorismo".
En conferencia de prensa, el
inspector Joao de Sousa de la Policía Judicial (PJ), dijo que en el local
fueron encontrados dos recipientes de gas, de producción industrial, cuyo
contenido aún no ha sido identificado por los laboratorios de la policía.
El inspector de la PJ opinó
que la causa más probable de las muertes fue el pánico generado por el
humo, que provocó que las personas fueran atropelladas cuando trataban de
llegar a la puerta principal, controlada por un dispositivo especial para
la entrada de los clientes. La Policía Judicial ya interrogó a 20
testigos de estos hechos y está revisando las películas grabadas por las
cámaras de seguridad que están instaladas en la discoteca.
Cuando la Policía Judicial
llegó al lugar, los cuerpos de las víctimas ya habían sido retirados
del interior del local, pero el inspector De Sousa opinó que ello no debe
perjudicar las investigaciones. Las autoridades portuguesas informaron que
previamente realizarán una autopsia a los cadáveres, para determinar las
causas exactas de las muertes. En el ataque también resultaron con síntomas
de intoxicación y con heridas leves unas 60 personas, al tratar de
abandonar el local, aunque sólo seis quedaron internadas en observación
en un hospital de Lisboa.
El episodio recuerda un hecho
similar ocurrido hace tres años, que provocó trece muertos y renovó la
preocupación por el clima de violencia en los centro nocturnos. En
aquella ocasión --el 16 de abril de 1997--, tres personas encapuchadas
rociaron con combustible y luego prendieron fuego al centro nocturno Mea
Culpa, un bar de alterne de la localidad de Amarante. Allí resultaron
muertas 13 personas y otras 22 sufrieron heridas. Los investigadores
determinaron que el ataque había sido ordenado por el propietario de la
disco Diamante Negro, quien había perdido gran parte de su clientela con
la apertura del boliche. Los cinco autores del incendio fueron condenados
a 25 años de prisión.
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