Parece
que el estigma violento se empeña en arruinar la fiesta de los Redondos
de una u otra manera: el sábado, los incidentes más graves se habían
producido dentro del estadio de River, durante el show de la banda, cuando
un puñado de jóvenes que portaba armas blancas provocó pánico entre
quienes habían ido a disfrutar del recital. Ayer, en cambio, el concierto
se desarrolló con total normalidad, con la clásica y consabida fiesta
pagana que sólo los Redondos son capaces de provocar. El Indio Solari se
mostró más tranquilo que en el primer show, la gente bailó, hizo pogo y
coreó cada una de las canciones elegidas por Patricio Rey. Pero afuera,
antes de comenzar el recital, se produjeron corridas, arrebatos y cruces
violentos entre los fans más radicalizados y la policía que custodiaba
las adyacencias del estadio. Al menos tres heridos de bala, una treintena
de personas con heridas cortantes y traumatismos y alrededor de 25
detenidos se contabilizaban anoche mientras comenzaban a sonar los acordes
del hit "Angel de la soledad".
Para que no se
repitieran los incidentes de anteayer, tanto la policía como los
efectivos de la seguridad privada contratados por los Redondos tenían
orden de ser más estrictos en el cacheo de
los espectadores. Esto pudo cumplirse hasta cierto punto. La demora
provocada por el mayor celo en los controles generó mayor irritación en
los fans. Buena parte de los desórdenes se produjeron en la esquina de
Figueroa Alcorta y Monroe, cuando unos 300 jóvenes intentaron atravesar
los vallados sin contar con el correspondiente ticket. Según la policía,
muchos de ellos golpeaban a quienes sí tenían entradas, con el objeto de
robárselas. Los efectivos policiales utilizaron caballos, camiones
hidrantes y disparos con balas de goma para dispersar a los seguidores
ricoteros. Producto de la represión y de las riñas entre los fans, 33
personas fueron trasladadas por ambulancias
del SAME a los hospitales Fernández, Pirovano y Rivadavia. Tres de ellos
recibieron balas de gomas disparadas por la policía, aunque, según
informaron los paramédicos que estaban en el lugar, no sufrieron
heridas de gravedad. A causa de los disturbios también resultaron
lesionados dos policías que fueron apedreados y debieron ser asistidos
por los médicos del SAME.
El comienzo del
recital se demoró entonces unos 40 minutos, para que la totalidad del público
pudiese ingresar al estadio. Una vez empezado el show, la fiesta ricotera
contrastaba con lo que ocurría a tres cuadras de los vallados, en la
esquina de Monroe y Húsares. Jóvenes que no habían podido entrar al
campo porque no tenían entradas, destrozaron un auto y una garita
utilizada por la vigilancia privada del barrio. Para dispersarlos, la
policía volvió a disparar con balas de goma, arrojó algunos gases
lacrimógenos y corrió a los jóvenes con caballos. Cuando el "campo
de batalla" pareció quedar despejado, se vio a un joven acuchillado,
tirado sobre Monroe con mucha sangre en su rostro, casi inmóvil. Tenía
una profunda herida cortante en la espalda. Una ambulancia lo asistió y
lo trasladó al Pirovano. Como la situación amenazaba con agravarse, las
autoridades decidieron liberar varios accesos al estadio. Muchos fans,
entonces, aprovecharon para ingresar al campo de juego sin que nadie los
revisara ni les pidiese la entrada.
El
ritual de siempre
"Este es el pogo más grande del mundo", dijo el
Indio Solari (mucho menos verborrágico que el sábado), antes de
despedirse musicalmente con la emblemática "Ji ji ji". Con
este tema terminó un show que tuvo cuatro interrupciones, aunque esta
vez no fueron motivadas por incidentes dentro del estadio. Con algunos
desacoples en el sonido, el repertorio tuvo un perfil preferentemente
"década del 90", con muchas canciones de los últimos
discos de la banda (por ejemplo "Estás frito angelito",
"Capitán Buscapina", etc.), aunque las mayores ovaciones se
las llevaron, como siempre, los clásicos de todos los tiempos, como
"Vamos las bandas", "Ñanfrifrufri" y "El
pibe de los astilleros". El ritual tuvo uno de sus picos con el
épico "Juguetes perdidos", con el habitual encendido de
bengalas. Anoche el Indio prácticamente no le habló a su público,
pero arengó con gestos, moviéndose por todo el escenario, y mostrándose
evidentemente más tranquilo que el sábado.
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DANIEL
GRINBANK SE DEFIENDE
"No tuvimos nada que ver"
El tema de la seguridad dentro y fuera del
estadio fue motivo de polémica. El empresario Daniel Grinbank salió a
deslindar responsabilidades con respecto de los incidentes producidos el sábado
en el campo de juego. "Nosotros no tuvimos nada que ver --señaló en
diálogo con Página/12--, porque lo único que hicimos fue la
locación del estadio y del cubrecésped, del mismo modo que la semana que
viene haremos con Los Nocheros en Vélez. De la contratación de la
seguridad privada se encargaron Los Redondos". Como para estos shows
el personal de seguridad fue el mismo que utiliza habitualmente la empresa
DG Producciones, Grinbank aclaró que fue la banda la que impartió las
directivas: "Lo que les exigimos a los Redondos para alquilarles el
estadio fue el cumplimiento de que el operativo no fuese inferior al que
hicimos para los Rolling Stones, pero ellos después se encargaron de
contratar los servicios de la Policía Federal y del personal
privado". El empresario opinó que, a su criterio, "por lo que
vi por televisión, se cumplió en cuanto a la cantidad de efectivos, pero
no en cuanto a la calidad del operativo, porque sobre todo el viernes quedó
demostrado que sin apoyo de la Policía Federal la seguridad privada no
puede hacer nada. La policía estaba preocupada por proteger a los vecinos
y los comerciantes de la zona, y no tanto al público, como si fueran
ciudadanos de segunda. Eso se corrigió en parte para el segundo show. Lo
que sí hay que aclarar es que los Redondos no son responsables de la
coyuntura social que existe en el país..."
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