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Para que no se
repitieran los incidentes de anteayer, tanto la policía como los
efectivos de la seguridad privada contratados por los Redondos tenían
orden de ser más estrictos en el cacheo de
los espectadores. Esto pudo cumplirse hasta cierto punto. La demora
provocada por el mayor celo en los controles generó mayor irritación en
los fans. Buena parte de los desórdenes se produjeron en la esquina de
Figueroa Alcorta y Monroe, cuando unos 300 jóvenes intentaron atravesar
los vallados sin contar con el correspondiente ticket. Según la policía,
muchos de ellos golpeaban a quienes sí tenían entradas, con el objeto de
robárselas. Los efectivos policiales utilizaron caballos, camiones
hidrantes y disparos con balas de goma para dispersar a los seguidores
ricoteros. Producto de la represión y de las riñas entre los fans, 33
personas fueron trasladadas por ambulancias
del SAME a los hospitales Fernández, Pirovano y Rivadavia. Tres de ellos
recibieron balas de gomas disparadas por la policía, aunque, según
informaron los paramédicos que estaban en el lugar, no sufrieron
heridas de gravedad. A causa de los disturbios también resultaron
lesionados dos policías que fueron apedreados y debieron ser asistidos
por los médicos del SAME. El comienzo del recital se demoró entonces unos 40 minutos, para que la totalidad del público pudiese ingresar al estadio. Una vez empezado el show, la fiesta ricotera contrastaba con lo que ocurría a tres cuadras de los vallados, en la esquina de Monroe y Húsares. Jóvenes que no habían podido entrar al campo porque no tenían entradas, destrozaron un auto y una garita utilizada por la vigilancia privada del barrio. Para dispersarlos, la policía volvió a disparar con balas de goma, arrojó algunos gases lacrimógenos y corrió a los jóvenes con caballos. Cuando el "campo de batalla" pareció quedar despejado, se vio a un joven acuchillado, tirado sobre Monroe con mucha sangre en su rostro, casi inmóvil. Tenía una profunda herida cortante en la espalda. Una ambulancia lo asistió y lo trasladó al Pirovano. Como la situación amenazaba con agravarse, las autoridades decidieron liberar varios accesos al estadio. Muchos fans, entonces, aprovecharon para ingresar al campo de juego sin que nadie los revisara ni les pidiese la entrada.
El tema de la seguridad dentro y fuera del
estadio fue motivo de polémica. El empresario Daniel Grinbank salió a
deslindar responsabilidades con respecto de los incidentes producidos el sábado
en el campo de juego. "Nosotros no tuvimos nada que ver --señaló en
diálogo con Página/12--, porque lo único que hicimos fue la
locación del estadio y del cubrecésped, del mismo modo que la semana que
viene haremos con Los Nocheros en Vélez. De la contratación de la
seguridad privada se encargaron Los Redondos". Como para estos shows
el personal de seguridad fue el mismo que utiliza habitualmente la empresa
DG Producciones, Grinbank aclaró que fue la banda la que impartió las
directivas: "Lo que les exigimos a los Redondos para alquilarles el
estadio fue el cumplimiento de que el operativo no fuese inferior al que
hicimos para los Rolling Stones, pero ellos después se encargaron de
contratar los servicios de la Policía Federal y del personal
privado". El empresario opinó que, a su criterio, "por lo que
vi por televisión, se cumplió en cuanto a la cantidad de efectivos, pero
no en cuanto a la calidad del operativo, porque sobre todo el viernes quedó
demostrado que sin apoyo de la Policía Federal la seguridad privada no
puede hacer nada. La policía estaba preocupada por proteger a los vecinos
y los comerciantes de la zona, y no tanto al público, como si fueran
ciudadanos de segunda. Eso se corrigió en parte para el segundo show. Lo
que sí hay que aclarar es que los Redondos no son responsables de la
coyuntura social que existe en el país..."
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