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Balza denunció el hecho el domingo en la comisaría 23, ubicada en
Gurruchaga y Santa Fe. A los policías les explicó que había recibido
una "nota muy doliente" y que además de romper el vidrio
delantero de su coche, los autores del hecho habían robado el estéreo.
En el caso interviene el juzgado de instrucción 29 y el magistrado Juan
José Mahdjoubian ya estableció el secreto de sumario. Esta nueva amenaza
se produjo un día después de que el teniente general retirado --acusado
por el fiscal Carlos Stornelli de ser el "organizador" de una
asociación ilícita para traficar armas a Croacia y Ecuador-- presentara
en los tribunales de Comodoro Py una nueva lista de testigos para que
respalden sus dichos. Entre los once oficiales superiores del Ejército
que serán interrogados, si prospera la solicitud de Balza, se encuentra
el actual titular de la fuerza, teniente general Ricardo Brinzoni, y el
jefe del Estado Mayor Conjunto, Juan Carlos Mugnolo.
La situación legal de Balza
está complicada. Para el fiscal, es el "organizador" de la
banda que vendió en forma ilegal armas a Croacia y Ecuador. El martes 11
de abril pasado, Stornelli pidió al juez federal Jorge Urso que dicte la
prisión preventiva contra el ex jefe militar por comandar una asociación
ilícita. Dos días después, el Ejército hizo conocer en forma oficial
un comunicado que aclaraba que la fuerza "no ha sido, no es, ni será
una asociación ilícita". Además remarcaba que no se debían
confundir las acciones individuales de sus miembros con la actuación de
la institución en su conjunto. Al día siguiente, el presidente Fernando
de la Rúa respaldó los dichos del Ejército. Las amenazas contra Balza comenzaron en noviembre de 1998. Pero continuaron con cierta constancia. Menos de un mes después de la bomba de trotyl sin mecanismo de detonación que apareció en el frente de su ex departamento, el entonces jefe castrense recibió una encomienda que contenía una granada de mano FM K2, producida en el país por Fabricaciones Militares --empresa que aportó casi todo el material bélico enviado irregularmente a Croacia y Ecuador--. Ahí no terminó todo. Cinco días más tarde, recibió una caja con una soga en forma de horca. Por entonces, en el entorno de Balza adjudicaron las intimidaciones al sector "videlista y carapintada" integrado por algunos militares retirados. Otros sectores del Ejército --por el contrario-- afirmaron que las amenazas provenían de oficiales en actividad que le cuestionaban a su jefe no haber podido salvaguardar a la institución del escándalo de la venta ilegal de material bélico. La duda persiste y las amenazas contra Balza, evidentemente, también.
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