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LA BATALLA CONTRA EL FMI
Gases, palos y arrestos no han sido alcanzados por el ajuste

Primero fue en Seattle en la reunión de la OMC, luego fue en Davos y ahora en Washington en la asamblea del FMI y BM. Un movimiento nacido, paradójicamente, en los países centrales cuestiona con violencia los efectos de la globalización sobre el Tercer Mundo.


Por Mónica Flores Correa
t.gif (862 bytes) Fue uno de los momentos más dramáticos de la batalla entre policías y manifestantes antiglobalización que ayer continuaron en Washington con persistente violencia: uno de los activistas se arrojó al paso de un patrullero que, afortunadamente, se desplazaba despacio y se acostó en la calle impidiéndole seguir. El patrullero se detuvo. Pero lo que siguió no fue tan gentil: precipitándose sobre el hombre, que estaba munido de una máscara antigás para evitar los efectos del humo dispersador, unos cinco policías lo patearon, lo golpearon y lo arrastraron a uno de los vehículos donde los revoltosos arrestados eran apiñados. Escenas semejantes, con abundancia de palos, patadas y forcejeos, se multiplicaron a lo largo de la tarde lluviosa de Washington. Ayer terminó la asamblea semestral del FMI y Banco Mundial, dominada por la Movilización por la Justicia Global, que en las dos últimas jornadas convocó a miles de manifestantes que buscaron hacerse notar repudiando las políticas de esos dos organismos financieros internacionales. El saldo de esa batalla fue 1300 detenidos y un presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, reconociendo que esas marchas lo han afectado personalmente porque "estamos haciendo las cosas sobre las que se quejan".

  La policía, que a la mañana les dijo a los manifestantes que respetaba las razones de su protesta y que esperaba que no hubiese enfrentamientos, terminó arrojando gases lacrimógenos y spray de pimienta (pepper spray). La lluvia que caía ayer sobre Washington mojó pero no disuadió a los enfervorizados manifestantes que cantaron "estamos cansados, estamos mojados; por favor, perdonen la deuda" (We are tired, we are wet, please, forgive the debt), en alusión a los préstamos que el Fondo Monetario y el Banco Mundial hacen a los países del Tercer Mundo. No lograron, sin embargo, su objetivo de cancelar las sesiones programadas por esos organismos impidiendo la entrada de los funcionarios internacionales. Al alba, unas dos horas antes de lo programado y sin que los agitadores se percatasen, los asistentes a la asamblea de primavera de las dos instituciones financieras ingresaron al edificio del Fondo Monetario madrugando así, literalmente, a los manifestantes.

  En la protesta hubo de todas las edades y de todos los orígenes. Neely Shah, una joven norteamericana de origen indio de 19 años, gritaba: "Mi experiencia me demostró que la política del FMI y del Banco Mundial destruye el medio ambiente y empobrece a los pueblos". Es estudiante de la Universidad de Duke en Carolina del Norte (este) y un viaje de clase a Nicaragua la convenció de que "las fuerzas del FMI sirven para perpetuar la dominación norteamericana sobre América central". De 74 años, el reverendo David Robinson, quien vino de Nueva York para la ocasión, contribuye también a la oposición contra la globalización. Según él, con estas manifestaciones, los "jóvenes reinventan el movimiento de impugnación de los años '60". "Tienden un puente en la brecha que separan nuestras generaciones en la lucha común contra la hegemonía norteamericana en el mundo", añadió. Nacido en China de un padre misionero, se presenta como un admirador de Gandhi y de Martin Luther King.

  La policía de Washington golpea físicamente a los que protestan contra la globalización y la prensa norteamericana los aporrea intelectualmente. Thomas Friedman, por ejemplo, uno de los columnistas más prestigiosos del New York Times, criticó las protestas basándose en un estudio reciente de la firma A.T. Kearney. Aunque Friedman --y el estudio-- admiten que los países que se han globalizado rápidamente han visto que la brecha entre ricos y pobres se ensancha, que hay más corrupción y una mayor contaminación ambiental, también sostienen que la pobreza mundial ha disminuido desde 1980. Citando el documento de Kearney, Friedman dice: "1400 millones de personas han escapado de la pobreza absoluta como resultado del crecimiento económico asociado a la globalización". Pero Friedman condena tajantemente a "los que creen en teorías conspirativas acerca de la globalización, los extremistas antilibre mercado, los sindicatos proteccionistas y los anarquistas". A estos grupos, dice este columnista estrella del NYT, se los debería llamar por su verdadero nombre: "La Coalición para Mantener Pobres a los Pobres del Mundo".

  El Wall Street Journal, por cierto, no le va en zaga a Friedman en las críticas a los manifestantes. En un artículo titulado "¿Quién le teme a la globalización?", Gregg Easterbrook escribe: "Los activistas antiglobalización piensan que el mundo en vías de desarrollo sería mejor sin la influencia occidental. Sólo alguien que vive una vida favorecida en una sociedad rica puede imaginar algo semejante". Según Easterbrook, "en gran medida, lo que inspira a los enemigos de la globalización es que los cambios mundiales ocurren tan velozmente que ellos no pueden seguirlos. Pero no están solos: nadie entiende la globalización, incluidos el FMI y el Banco Mundial".

 

Diez claves para entender la revuelta de Washington

Por Alfredo Grieco y Bavio
1. ¿Quiénes son los manifestantes?

-De las Abuelas Furiosas de Seattle o lesbianas con los pechos al aire a ecologistas, militantes de derechos humanos o por la candidatura presidencial del verde Ralph Nader y a activistas afroamericanos o anarquistas forman una coalición de grupos heterogéneos, pero que convergen en objetivos comunes.

2. ¿Son los mismos que en los '70?

-La respuesta corta es que si en los '70 existían en América movimientos revolucionarios, los que hoy asedian a Washington y ayer asediaron a Seattle son reformistas: claman por el fin de algunas instituciones.

3. ¿Contra quién luchan?

-Uno de los artífices de la movilización, Njoki Njehu, lidera "Cincuenta años son suficientes". Esta agrupación resume a la "hidra de tres cabezas" por cuya disolución militan: el FMI, el Banco Mundial y la OMC.

4. ¿Por qué el FMI?

-Lo acusan de fundamentalista y de elegir siempre las mejores medidas para que las situaciones malas sean cada vez peores. Y de endeudar al Tercer Mundo, y castigar a los países de la crisis asiática. 

5. ¿Por qué el Banco Mundial?

-Porque presta mucho dinero a naciones de ingresos medios y muy poco a las naciones pobres. En especial, luchan por el fin de proyectos financiados por el Banco, como el gigantesco oleoducto que atraviesa Camerún y Chad, o el apoyo a China que diluirá el equilibrio demográfico en el Tibet. 

6. ¿Por qué la Organización Mundial de Comercio (OMC)?

-En Europa y Asia se la ve como un instrumento en manos de Washington para obligar a un mundo globalizado a la fuerza a adquirir productos norteamericanos e ingerir comida genéticamente modificada.

7. ¿Qué aliados en el poder tienen los manifestantes?

-Paradójicamente, se cuentan entre liberales y conservadores en el Congreso norteamericano, que coinciden en ver en la OMC una burocracia deseosa de fijar normas laborales, ambientales y comerciales supranacionales. 

8. ¿Cómo se defienden los organismos de préstamo?

-Para Stanley Fischer, el FMI es un psiquiatra, pero los manifestantes querrían que la gente siguiera loca y feliz; según James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, acusan a la Cruz Roja de causar las guerras.

9. ¿Qué objetivos han conseguido estas nuevas formas de movilización?

-Al menos, mayor transparencia informativa por parte del Fondo y del Banco. 

10. ¿Qué éxito pueden esperar?

-La disolución de las instituciones financieras parece lejana. Pero muchas de ellas comienzan a entender el lenguaje de las barricadas, y a atender a las agendas que impone la movilización social. Así, Wolfensohn puede jactarse de los micropréstamos del Banco Mundial a pequeñas empresas en el Tercer Mundo, muchas de ellas lideradas por mujeres en ambientes hostiles.

 

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