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Todavía no se le nota el embarazo, pero casi todo el país se
enteró de que antes de fin de año será mamá. Su bebé llegó sin ser
buscado, como suele pasarles a muchas adolescentes. Pero en ningún
momento ni ella ni su novio Juan (estudiante de Ciencias Políticas en la
UBA) dudaron en tenerlo, aunque esa decisión --sabía María Fernanda--
podía costarle no poder terminar quinto año en el colegio al que
concurre desde los 5 años. Sin embargo, resolvió luchar para cambiar la
posición histórica del Instituto Santa Isabel con las chicas que
quedaban embarazadas. Y está a punto de ganar la batalla contra la
expulsión irremediable a la que siempre fueron condenadas las alumnas en
esa situación.
--¿Buscabas al bebé?
--No lo esperaba, pero pasó y
estuve feliz desde el primer momento. Mis padres lloraban mucho, pero
gracias a Dios me apoyaron y eso es muy importante. Sé que hay casos de
chicas que no saben qué hacer al entrar en esta realidad porque no tienen
el apoyo de sus padres y de su pareja y, como me pasó a mí, de la
institución donde están estudiando.
--¿Cómo tomó la noticia tu
novio?
--También muy contento. Obvio
que con miedos como adolescentes que somos porque nadie está preparado
para ser padre. De todos modos, me siento capacitada, y él también, para
asumir esta responsabilidad.
--¿En algún momento pensaron
en interrumpir el embarazo?
--No, nunca. Pero con la
actitud que tomó el colegio, indirectamente te lo están aconsejando. Si
yo hubiera abortado hoy estaría cursando el año sin problemas.
--¿Conocías la postura del
colegio con las alumnas embarazadas?
--Sí, porque hubo otros casos
antes que el mío y las chicas pidieron cambiarse de colegio. Pero con mi
mamá y mi papá decidimos empezar esta lucha porque, al vivir la situación
en carne propia, me di cuenta de lo injusta y discriminatoria que era. Es
una postura equivocada, sobre todo cuando la defienden en nombre de la
Iglesia, y de Dios.
--¿Por qué?
--Porque están juzgando lo que
se ve y no lo que no se ve.
--¿Querés decir que si no
hubieras quedado embarazada no se hubieran enterado de que mantenías
relaciones prematrimoniales y no hubiera pasado nada?
--Claro. Están como muy
cegadas en esa postura de soberbia, pero no pensaron en mí ni en el bebé.
Sólo se preocupan por el reglamento y el derecho de admisión. Hoy en día,
las chicas de mi edad mantienen relaciones prematrimoniales. Además, no
conozco otro colegio público o privado en donde pase lo mismo.
--¿Evaluaste que después de
este conflicto podrías sentirte incómoda en el Santa Isabel?
--Aunque no lo puedo asegurar,
no creo que cuando esté adentro vaya a sufrir algún tipo de agresión.
--Empezaste el año en otro
colegio. ¿Por qué decidiste volver?
--En el Colegio Gobernador estuve rebién, pero extrañaba mucho a
mis compañeras. El Santa Isabel es mi colegio desde los 5 años. Ahí están
mis amigas. Volví, además, porque si tomo la decisión de ir a otro
colegio esto va a quedar igual y creo que las hermanas tendrían que rever
su postura.
--¿Qué opinás de los padres
que abrazaron al colegio para que no fueras?
--La mayoría eran padres de
alumnas de la primaria. Lo único que puedo decirte es algo que me dijo mi
tío: tarde o temprano todos tenemos que pasarle cuentas de lo que hacemos
al de arriba. Para hacer ese abrazo tenés que tener autoridad moral y
poder tirar la primera piedra.
--¿En el colegio tienen
educación sexual?
--En los 12 años que llevó
estudiando ahí nunca hubo ni una materia ni un módulo que se dedicara al
tema educación sexual o sexualidad. En las clases de religión, tal vez,
pero haciendo hincapié en el repudio al aborto.
Por
M.C.
Acompañada por su abogada y
una hinchada de familiares y amigos, María Fernanda llegó a las 7.15 al
Instituto, en Avenida de Mayo y Padre Patiño, con la ilusión de retomar
sus clases de quinto año. "No puedo entender qué pasa. No le
encuentro explicación", repitió desconcertada, al descubrir
nuevamente las puertas cerradas del colegio. "Me apena mucho, como
católico, que en esta Semana Santa tengamos que estar con este problema
de discriminación y exclusión. Y acá nadie habla del bebé, de
misericordia, de amor. Es hora de que los católicos nos pongamos de
acuerdo sobre qué valores son los que vamos a defender, debe haber una
sola línea, porque esto es sumamente discriminatorio, anticristiano y
antievangélico", se quejó José Luis Alloi, el padre de María
Fernanda.
En una carta abierta titulada
"Por encima de todo, el amor", el obispo de Formosa señaló que
"la obediencia a las autoridades civiles y al cumplimiento de la
leyes humanas es deber de los cristianos y de los demás ciudadanos
siempre y cuando estas disposiciones sean legítimas y honestas". No
fue el único apoyo que recibió María Fernanda ayer. Aunque con otro
tono, sus compañeras de curso le enviaron una carta donde calificaron de
"hipócrita" la posición de las monjas (ver aparte).
"Este desafiante y en
parte triste acontecimiento ha puesto al descubierto lo que hay en
nuestros corazones; anhelos nobles y también miserias", sentenció
monseñor Conejero. Desde que se desató el conflicto en el Instituto
Santa Isabel, ubicado en el centro de la ciudad de Formosa, el obispo no
había emitido palabra. Ayer, aunque con cierta ambigüedad, objetó la
decisión de las monjas de excluir a María Fernanda por el hecho de
esperar un bebé. "Dentro de una jerarquización de valores no cabe
la menor duda que el primero de ellos es el respeto a la vida
humana", afirmó el prelado, aunque más adelante aclaró que
"según la doctrina de la Iglesia este respeto a la vida humana debe
concebirse y acontecer dentro de la institución matrimonial legítima,
sin embargo en todo caso y circunstancia debe siempre respetarse como don
de Dios".
Las hermanas franciscanas que
regentean el colegio incorporado a la educación oficial recibieron un
fuerte tirón de orejas de la máxima autoridad eclesiástica local.
"Otro derecho es la educación de toda persona para su formación
integral", recordó Conejero. Y advirtió que el derecho de la admisión
de las instituciones privadas "será válido siempre y cuando no
perjudique la dignidad de las personas y sean salvaguardados los derechos
fundamentales de las mismas".
La joven, que cursa en el
establecimiento desde el preescolar, no pudo inscribirse en quinto año
por estar embarazada. Sus padres presentaron una demanda civil por
discriminación y el Superior Tribunal de Justicia, a través del recurso
del per saltum, ordenó que sea admitida, pero el colegio se resiste a
recibirla. Desde el miércoles, las clases permanecen suspendidas: primero
hubo dos "jornadas de reflexión", el viernes se "desinfectó"
y ayer se impuso un día de "confesión".
El Tribunal aplicó, además,
una multa de 100 pesos por día de incumplimiento, que el colegio se negó
a pagar. Y luego, promovió una causa por "desobediencia" contra
las autoridades de la escuela.
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