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Por
Alex Bellos
Cinco siglos más tarde, los
descendientes de los indios que dieron la bienvenida a los navegantes han
sido diezmados y pauperizados y viven en una franja de costa donde hoy hay
hoteles. Mientras el país se prepara para celebrar el 500º aniversario
de su descubrimiento con una semana de festejos, la controversia sobre el
destino de los habitantes indígenas de Brasil amenaza con arruinar la
fiesta. "No creemos que haya sido un descubrimiento. Fue una invasión,"
explicó Neusa Mattos Oliveira, un indio pataxó que vive donde los
portugueses pisaron por primera vez el suelo sudamericano. "Si entráramos
a su casa, nadie diría que yo la descubrí. En 500 años hemos perdido la
mayoría de nuestra cultura, y a muchos de nuestros parientes en la
lucha."
En el momento de la llegada de
los portugueses, la población indígena era de seis millones de
habitantes, comprendidos en 1400 tribus. Ahora quedan 350.000 personas
distribuidas en 215 tribus, de acuerdo con la Secretaría de Asuntos Indígenas
del gobierno. La mayoría vive con el mínimo de servicios sanitarios, de
salud y de educación. Muchos, como los 6000 pataxó, sobreviven vendiendo
harina y artesanías. La susceptibilidad sobre el tema creció porque los
dos lugares históricos más importantes del país, Monte Pascoal, la
primera tierra atisbada por los marineros, y Coroa Vermelha, donde se
celebró la primera misa, son puntos de fricción en la batalla entre los
indios y las autoridades.
Coroa Vermelha, un promontorio
a 10 millas al norte de Porto Seguro, es una reservación pataxó. Usando
la tierra como centro de las celebraciones oficiales, a las que irán 3000
dignatarios, incluidos los presidentes de Portugal y de Brasil, el
gobierno invirtió cuatro millones y medio de dólares para construir un
museo, un shopping y senderos hechos por paisajistas.
Pero la frágil paz entre el
gobierno y los pataxó se quebró este mes cuando la policía militar
invadió la reservación para destruir un monumento que los indios estaban
creando como contrapartida a una cruz de acero de 12 metros de alto.
"El acero no tiene nada que ver con nuestra cultura," dijo Paje
Hambe, el líder espiritual de la tribu. La acción de la policía puso en
apuros al presidente Fernando Henrique Cardoso, quien admitió, en una
reunión con los líderes indios en Brasilia la semana pasada, que no
debiera haber sucedido. Su jefe de seguridad ahora le aconsejó que
cancelara los eventos planificados en Coroa Vermelha. Entretanto, los Sin
Tierra ocuparon 55 haciendas en el interior de Brasil en solidaridad con
los indios y 2000 campesinos que manifestaban en Puerto Seguro fueron
urgidos ayer por la noche por las autoridades de Bahía a abandonar la
ciudad.
El Monte Pascoal, a 40 millas al sur de Coroa Vermelha, ha sido
reclamado por los pataxó durante generaciones. En 1980, el gobierno les
dio un poco más de un tercio del área y convirtió el resto en un parque
nacional. En agosto pasado, los pataxó invadieron el parque, expulsaron
al personal y tomaron los edificios. Alrededor de 1000 personas viven
ahora en ese sitio. Es como si un grupo de indios norteamericanos hubiera
tomado Plymouth Rock, el lugar donde llegaron los padres peregrinos
puritanos que desembarcaron del "Mayflower".
Los mayores opositores a los
pataxó no son los propietarios de la tierra, sino los ecologistas, que
sostienen que la selva amazónica que cubre el monte Pascoal debería
estar protegida de toda interferencia humana. "Bien, así que los
indios estaban aquí antes que el hombre blanco. Pero la selva estaba aquí
antes que llegaran los indios," sintetizó Carmen Florencio, la jefa
expulsada del parque nacional. "Nuestro objetivo es mantener la
biodiversidad para siempre. El problema no es que sean indios". Traducción: Celita Doyhambéhère.
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