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"Esperamos que se abra una
nueva fase, y que no se caiga en el teatro de los políticos
romanos", advirtió Berlusconi. Quien fuera premier en 1994 y que
actualmente acumula varias sentencias judiciales en primera instancia en
su contra se manifestó contento de que se haya premiado "la fórmula
liberal". "No creo que este gobierno pueda legítimamente seguir
gobernando --continuó Berlusconi--, el resultado es inequívoco. Hay que
restituir al pueblo su soberanía." Los aliados de Berlusconi
elevaron aún más el tono. El líder de la secesionista y xenófoba Liga
del Norte, Umberto Bossi, dijo que "D'Alema debe renunciar", y
aprovechó para llevar agua a su molino. "Nuestras regiones van a
pedir ahora al gobierno central que le devuelva más poderes al
Norte", dijo Bossi. Y el dirigente de la postfascista Alianza
Nacional, Gianfranco Fini, responsable de la victoria de la derecha en el
Lazio, espetó que "cada día que pasa con D'Alema al gobierno es un
insulto a la soberanía del pueblo".
Del lado de D'Alema, la
resignación era más que evidente. "Estimé justo desde el punto de
vista político y no como deber institucional renunciar como primer
ministro después de la dura derrota electoral de la coalición
gubernamental en las elecciones regionales del domingo", declaró. Se
reunió con el presidente Ciampi, y luego manifestó que de todos modos
"sería un gran error disolver ahora el Parlamento". Es en el
Congreso donde D'Alema debe obtener el apoyo necesario para seguir en el
gobierno. En este sentido, el premier volvió a declararse a favor de una
reforma de la ley electoral "que permita una mayor estabilidad y un
gobierno con mayor autoridad". Desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial, Italia ha tenido la friolera de 56 gobiernos. El próximo 21 de
mayo se celebrará un referéndum sobre la reforma electoral.
La derecha, además de sus
tradicionales bastiones de Lombardía (Milán), Piamonte (Turín) y Véneto
(Venecia), conservó la presidencia de Apulia (Bari, en el sur), ganó en
Liguria (Génova) y le arrebató al Olivo las regiones de Lazio, donde está
Roma, y también, sorpresivamente, las regiones sureñas de Basilicata
(Potenza) y Calabria (Reggio). Incluso donde el centroizquierda mantuvo
las presidencias regionales, en el centro del país y en la sureña
Campania (Nápoles), también perdió votos frente a la derecha. "Es
una derrota política inequívoca y clara. Ninguno ha sido capaz de
percibir lo que estaba pasando, de reconocer los cambios de una sociedad
que ha aprendido a viajar por su cuenta", reconoció el secretario
general de los Democráticos de Izquierda (DS, el partido de D'Alema),
Walter Veltroni.
Ahora, el destino del gobierno
italiano está en los pasillos del Parlamento.
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