Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


JUAN LEYRADO, DE PANIGASSI A CYRANO DE BERGERAC
"Los dos son unos románticos"

Después del boom de "Gasoleros", el actor vuelve al teatro para interpretar al célebre  personaje, con dirección de Norma Aleandro.


Por Silvina Friera
t.gif (862 bytes) El mameluco está guardado y el taller mecánico definitivamente cerrado. Panigassi se ganó un lugar en el corazón de los espectadores que siguieron a "Gasoleros" y popularizó una larga serie de muletillas como "una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa", "en la tapa del disco de Alta Tensión soy el que está debajo de la T" o "me agarra un hachazo en el pecho". Pero a partir de hoy Juan Leyrado se pondrá en la piel de Cyrano de Bergerac, y el personaje que lo hizo popular ya es todo pasado. "El Cyrano", como se lo conoce, es en rigor una notable obra de teatro, escrita por el francés Edmond Rostand en 1898, que en esta versión sube a escena con dirección de Norma Aleandro. Inés Estévez e Iván González completarán en escena uno de los tríos más célebres de la historia de la dramaturgia. El drama de este "narigudo y altanero" espadachín, llevado al cine por primera vez en 1950, con el actor portorriqueño José Ferrer, como el mítico personaje, fue filmado en los noventa por Jean-Paul Rappeneau, con Gérard Depardieu en el protagónico. "Si no hubiera tenido esa nariz tan grande no hubiese vivido lo que vivió. No sería tan romántico. Su relación con esa imperfección me pareció muy profunda y como la punta de la madeja de su ser y de lo que le pasa. La verdadera protagonista de su historia es la nariz", cuenta Leyrado en la entrevista con Página/12.

  --¿Qué desafíos asumió para interpretar a un personaje como el de Cyrano?

  --El de bucear en mi sensibilidad y exponerla cada vez más en estos momentos que por ser contemporáneos nos cuesta tanto expresarnos. Tenemos tanta vergüenza de mostrar lo que sentimos y lo que nos pasa, que el afortunado desafío que me plantea Cyrano es comprometerme con esa personalidad, con sus emociones y sensibilidades.

  --¿Cyrano tiene un significado especial para esta época, tan alejada del romanticismo?

  --Estaba pensando en eso. Ahora que faltan los últimos detalles empecé a descubrir una faceta mucha más profunda del personaje. En definitiva, más allá de lo atractivo que significó para mí Cyrano desde lo actoral, lo hacemos en una época donde prácticamente desaparecieron la poesía y el romanticismo. Y es lo que más me está gustando, esto de tener una platea con seres humanos recibiendo el romanticismo, la calidez y el vértigo de este personaje. Ahora siento que esto es el verdadero motor que me impulsa a venir todos los días a hacerla.

  --¿Qué aspectos del texto de Edmond Rostand lo impactaron?

  --Me llegó mucho todo el tema de la privacidad de Cyrano, su soledad. Esos momentos los trabajé mucho, para que se sienta que es un tipo solitario. Y en el texto aparece esa lucha amorosa constante que tiene con su imperfección, su nariz, esa pasión descontrolada por enojarse con la fealdad. Esa contradicción entre la fascinación y el rechazo, que produce su fealdad, fue lo que más me atrajo. Si Cyrano no hubiera tenido esa nariz tan grande no hubiese vivido lo que vivió. No sé si sería tan romántico. La nariz, esa gran compañera que llega un cuarto de hora antes que la persona de él a cada lugar, su relación con esa imperfección me pareció muy profunda y como la punta de la madeja de su ser y de lo que le pasa. La verdadera protagonista de su historia es la nariz.

  --Hay un contraste entre la apariencia de Cyrano y su riqueza interior...

  --Sí, la gran ventaja de esa época es que el romanticismo se permitió sacar las cosas afuera. Nuestras fealdades y deformaciones, entre comillas, están metidas en recovecos intelectuales, ubicados en sensaciones, detrás de determinada parte del cerebro y para sacarlos hay que ir al psicoanalista. En una puesta como la de Norma, nos propusimos contar la historia y no profundizar intelectualmente sobre eso.

  --¿Cómo se siente dirigido por Norma Aleandro?

  --Trabajé con ella en La señorita de Tacna, en los años '80. Mi personaje se enamoraba de ella. Me deslumbraba como actriz, no paraba de mirarla. Es una persona que conoce mucho el teatro. Para interpretar a Cyrano fue fundamental poder tirarme a la pileta y con Norma cerré los ojos y me mandé, porque sabía que había agua. 

  --¿Extraña a Panigassi?

  --Sí, lo extraño pero lo llevo conmigo en todos los viajes que hago. A la gente le pasa lo mismo. Es el día de hoy que me paran en la calle y me dicen "te veo", como si yo estuviese todavía haciendo ese personaje en televisión. Fue importante trabajar en "Gasoleros" porque internamente tuve un crecimiento muy grande. Panigassi hablaba desde el corazón. Al igual que Cyrano, Panigassi es un romántico.

 

PRINCIPAL