Por M. G.
Por primera vez una decisión de Fernando de la Rúa provoca críticas abiertas de tres ministros y la oposición pública de Raúl Alfonsín, presidente de la Unión Cívica Radical. El gobierno argentino votó ayer contra Cuba en las Naciones Unidas y, aunque lo matizó con una crítica al embargo norteamericano, no pudo evitar una lectura simple: la Alianza repitió el voto de Carlos Menem, quien había inaugurado las condenas al régimen cubano en 1991 en plena época de relaciones carnales con George Bush y, sobre todo, con la Fundación Cubano Americana de Jorge Mas Canosa.
En la Comisión de Derechos Humanos de Ginebra la Argentina votó junto con Chile y sin Brasil, que se abstuvo, una resolución que �exhorta de nuevo al Gobierno de Cuba a asegurar el respeto de los derechos humanos y las libertades fundamentales�, a que cumpla �su compromiso para con la democracia y el respeto de los derechos humanos� que contrajo en la Cumbre de Santiago en 1996 y, entre otras cosas, �reitera su preocupación por la continuada represión de los opositores políticos y por la detención de disidentes�.
El proyecto fue patrocinado por 14 países de los 53 que forman la Comisión: Albania, Alemania, Australia, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Hungría, Letonia, Nicaragua, Polonia, el Reino Unido, República Checa y Suecia. A ellos se sumaron siete países más, incluidos la Argentina y Chile. Las abstenciones, donde además de Brasil se enrolaron Colombia, Ecuador y México, recogieron 14 votos. Votaron en contra del proyecto 18 representantes, entre ellos China, Perú, Venezuela y Rusia.
La decisión provocó malestar dentro del gabinete (ver aparte) pero luego varios diplomáticos extranjeros consultados por este diario terminaron sorprendiéndose por un hecho inédito desde el 10 de diciembre, que fue la oposición de Federico Storani, Ricardo Gil Lavedra y Graciela Fernández Meijide. Tan dura fue su posición que el mismo De la Rúa debió respaldar a su canciller. �Fue la decisión correcta�, dijo.
Ex presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores cuando era diputado en tiempos de Alfonsín, Storani fue el más directo.
Mientras rescataba que Chile y la Unión Europea condenaran el embargo, dijo que �si punto de vista personal es que hubiese sido mejor la abstención argentina, tal como hizo Brasil�.
En cuanto a Gil Lavedra, se mostró disciplinado señalando que �la postura argentina fue informada por el canciller en la reunión de gabinete de esta mañana�, siguió en línea al considerar �auspiciosa la condena al embargo de Estados Unidos�, mantuvo aún más el orden cuando recordó que la decisión argentina �fue tomada en consulta con el Gobierno chileno y acompañó al bloque europeo� y, al fin, se permitió un gesto de disidencia: �A título personal, me hubiera resultado mejor, más simpática, la abstención, como hizo Brasil�.
Fernández Meijide se expresó a través de un vocero. Dijo que valoraba el embargo pero hubiese elegido la abstención.
A favor de su autoridad sobre el gabinete, De la Rúa debe computar que ninguno de los ministros planteó su divergencia pública antes de que la votación en Ginebra fuese un hecho consumado. Los tres hablaron después.
Y su vice, Carlos �Chacho� Alvarez, se mostró partidario de la abstención. Pero de otra, la suya: �Me abstengo de opinar sobre el voto en sí, pero de ahora en adelante se debe trabajar en un voto Mercosur, en un voto en bloque�, dijo sin apoyar una decisión presidencial, abriendo la puerta a una sintonía con Brasil más que con Chile.
Alfonsín, en tanto, fue parco pero duro. �Yo hubiese votado la abstención�, dijo con cara de enojado delante de los periodistas, por la tarde. También aseguró que nadie le había informado antes sobre la decisión. �Yo soy presidente del partido y me acabo de enterar�, se quejó.
El ex Presidente tiene historia propia en el tema cubano. En 1988 Alfonsín, su canciller Dante Caputo y su director de Derechos Humanos, Leandro Despouy, se opusieron a una resolución impulsada por el cubano, nacionalizado norteamericano, Armando Valladares, para condenar a Cuba sin ninguna investigación previa. Por iniciativa argentina el grupo latinoamericano de países copatrocinó otro proyecto. En lugar de prejuzgar, recogía una invitación de Fidel Castro a la ONU para visitar la isla. La moción triunfó, ante el tremendo enojo de Valladares, y ese mismo año una comisión especial recogió 1700 denuncias. Su informe las registró pero no incluyó recomendaciones ni conclusiones, con lo que atenuó la crítica posible a Cuba.
Menem cambió el voto en 1991, el mismo año de su primera visita de Estado a George Bush en Washington, cuando hizo un alto en Miami para hablar a los cubano-americanos y recibió a Jorge Mas Canosa en el Waldorf Astoria de Nueva York.
Por eso ayer no dudó en alegrarse. �Esto no hace más que continuar el voto que había venido teniendo el gobierno anterior en este tema�, dijo el ex Presidente, mientras su hermano Eduardo reivindicaba la abstención.
Desde Ginebra, Despouy buscaba diferencias. �No caemos en el alineamiento automático del gobierno anterior�, dijo sobre los lazos con los Estados Unidos. �Prueba de ello es que en este período de sesiones la Argentina no copatrocinó la resolución sobre Irak�, explicó, y agregó que �debido a que tampoco se han registrado cambios sustantivos en la situación de China �país con el que tenemos estrechas relaciones diplomáticas y comerciales, acentuadas en los últimos tiempos�, hemos decidido, por ahora, nuestra abstención con la esperanza de que el año próximo no tengamos que debatir en el seno de la Comisión un nuevo proyecto de resolución�.
Manifestación en La Habana
Al grito de �Traidores, lacayos, marionetas, a Cuba se respeta�, unas cien mil personas convocadas por el Partido Comunista y su organización juvenil desfilaron ayer ante la Embajada de la República Checa en La Habana, en protesta por la iniciativa de ese país de condenar a Cuba en la Comisión Internacional de Derechos Humanos de Ginebra. El gobierno afirmó que la �corrupta� Comisión de Derechos Humanos de la ONU no tiene derecho moral alguno para juzgar a Cuba y que la iniciativa no es más que una �maniobra dirigida por EE.UU. y secundada por la hipocresía y el racismo de Europa�, según expresó un comunicado oficial que calificaba de �miserables lacayos� a los gobernantes checos. Fidel Castro calificó el lunes de �infame� el proyecto de resolución y dijo que �11 millones de compatriotas saben que la revolución ha sido generosa y respetuosa del ser humano�. |
opinion
Por Martín Granovsky |
Con pánico de irritar al Big Brother
En la condena argentina a Cuba hay muchos votos, pero dos sobresalen de los demás. Uno, la Argentina votó sin cambiar en lo sustancial la postura de Carlos Menem. Otro, el Gobierno votó contra Cuba con la cabeza puesta en la entrevista de Fernando de la Rúa con Bill Clinton el 12 de junio.
Los dos motivos se resumen en uno solo: Adalberto Rodríguez Giavarini no quiso agenciarse una razón para irritar a Washington.
¿El Departamento de Estado realmente se enojaría con la Argentina? Por supuesto. Si no lo hiciera, miles de votantes cubanos anticastristas se lo demandarían, y ese rechazo no le cae simpático a Al Gore antes de las elecciones.
¿El enojo norteamericano tendría efectos negativos palpables sobre la Argentina? Probablemente no. El Gobierno mantiene el sistema de economía de mercado, honra la deuda externa y participa con Estados Unidos en misiones de paz. Es cierto que la Argentina no termina de modificar la ley de Patentes, pero nadie cree que ése sea el principio de un movimiento antiimperialista con sede en el Congreso de la Nación. El balance, entonces, es tan armónico en las relaciones con la Casa Blanca que no solo permite descartar un castigo de Bill a Fer: también autoriza a que el argentino pueda mostrarse díscolo en un punto porque el resto de la agenda transpira concordia.
Funcionarios del Gobierno esgrimían ayer una defensa doble para su voto. Por un lado decían que, de otro modo, la Argentina hubiera quedado aislada. Por otro, que fue la Argentina la responsable de imponer en la discusión la crítica al embargo contra Cuba.
El primer argumento se apoya en que De la Rúa esperaba que Chile, gobernado por el socialista Ricardo Lagos, encabezara, al menos, la abstención. La esperanza que iba por debajo apostaba a que Chile no iba a mantener su posición autónoma de condena a Cuba o que, como mínimo, resistiría un embate de los Estados Unidos. El lunes por la noche De la Rúa se comunicó con Lagos y ya supo que Chile no cambiaría su voto. En rigor, no hacía falta esa conversación para intuir la posición de Lagos. En Chile los pinochetistas de corazón representan el 30 por ciento del electorado y el Gobierno aún sufre ataques que recuerdan un inexistente plan cubano de entrenamiento de milicias armadas en la época de Salvador Allende.
Argentina, al final, votó con Chile, pero no con Brasil, su principal socio del Mercosur, un país que, es justo decirlo, no se apasiona por las discusiones de derechos humanos.
El segundo argumento, sobre el embargo, asegura que cuando el representante argentino en la votación, Leandro Despouy, comenzó a menear el tema del bloqueo económico contra Cuba, despertó una inquietud en europeos y chilenos. �La Unión Europea piensa que el proyecto de resolución debió haber incluido una referencia a las consecuencias negativas del embargo económico�, dijo antes de votar el representante de la UE, haciendo mención de una iniciativa española. �Estamos preocupados por el impacto del aislamiento económico de Cuba y lamentamos que la redacción que propusimos para este tema no haya sido reflejada en el proyecto de resolución.�
�No compartimos ninguna medida que promueva el aislamiento de Cuba�, dijo el representante de Chile, que vendría a ser el vocero de la Argentina. Y añadió este concepto: �Entendemos que Cuba se encuentra en una situación excepcional, afectada por un bloqueo económico que ha producido un fuerte impacto en el desarrollo de ese país. Pero cometeríamos un muy serio error si pensáramos que hay que posponer los sistemas de protección o el goce de los derechos básicos para después del desarrollo económico y social�.
Funcionarios argentinos afirmaron ayer a Página/12 que Washington no agradecerá jamás la introducción del embargo en la agenda, porque el añoque viene la cuestión podría terminar incluida en un nuevo proyecto con redacción europea.
El resultado de ese vaticinio podrá medirse recién en el 2001. En cambio son actuales el voto y su efecto de cimbronazo sobre el Gobierno. Tan grande fue el sacudón que, además del cuestionamiento público, generó los primeros pases de facturas. Un ejemplo: funcionarios de la Cancillería están irritados con el ministro de Justicia porque Gil Lavedra critica el voto pero concentra, dicen, el veto a las extradiciones de Baltasar Garzón.
El huracán cubano recién ha comenzado. Y ésa, chico, es tierra de huracanes. |
otras voces |
Carlos Escudé
(Ex asesor de Guido Di Tella)
�El voto argentino es una demostración que hemos logrado alcanzar relativos consensos interpartidarios que nos permiten hablar de la existencia de políticas de Estado, muy importantes para la estabilidad, continuidad y confiabilidad de la política exterior argentina. En su sustancia el voto me parece correcto porque es cierto que en Cuba han habido violaciones masivas de derechos humanos. Si queremos que la globalización de la justicia sea una cosa seria, debemos ser tan estrictos con violaciones perpetradas tanto por gobiernos de izquierda como por gobiernos de derecha.�
Juan Pablo Lohlé
(PJ, presidente del Centro de Estudios Políticos Internacionales)
�Respecto de la gestión justicialista, en el voto sobre Cuba se percibe una continuidad en la cuestión de fondo, y un cambio en los modos, la forma y la estética de la política. En el tema de fondo, desde la lógica del gobierno cubano, pareciera que hay derechos que se pueden ejercer y derechos que no se pueden ejercer. Y desde una lógica estrictamente argentina, el derecho a elegir y ser elegido forma parte de la identidad política de nuestro país. La Argentina está diciendo que lo que es bueno para adentro del país también debiera ser bueno para el resto de la región.�
Manuel Gaggero
(Candidato a jefe de Gobierno, Frente de la Resistencia)
�Durante el �menemato�, desde la Cancillería y desde la Presidencia se definían como �carnales� las relaciones con los Estados Unidos. Menem, haciendo tabla rasa con la tradición independentista del peronismo, acompañaba a Washington en la �ejecución� de las políticas imperiales. Luego del 10 de diciembre, el actual gobierno redefinió, supuestamente, los vínculos con el país del Norte, y por boca de su ministro de Relaciones Exteriores calificó a los mismos como �adultos� o �normales�. Pese a esta �adultez�, las últimas decisiones de la cartera exterior, compartidas por el Presidente, son reveladoras de la absoluta sumisión con que se elaboran.�
Mario Cámpora
(Ex asesor de Eduardo Duhalde)
�Cuba es una cuestión que se enfoca hoy con criterios de la Guerra Fría, cuando ésta ha terminado hace más de diez años. Se pretende una uniformidad ideológica instantánea cuando lo que debe propiciarse es una evolución que tenga en cuenta toda idiosincrasia nacional, que en el caso cubano está altamente sensibilizada por el histórico intervencionismo de los Estados Unidos. Los países de América Latina tendrían que ser comprensivos con esta situación particular que ha de ser vista con criterios fraternales entre pueblos de una misma raíz cultural�.
Dante Caputo
(Ex canciller)
�Cuando tuve que decidir, decidí, y mi posición es conocida. Hoy en razón de la función que ocupo, y por mi convicción, mi respuesta es el silencio�.
Vilma Ripoll
(Candidata a legisladora por Izquierda Unida)
�El gobierno de la Alianza, al votar contra Cuba en la ONU, demuestra que está dispuesto a seguir con las mismas �relaciones carnales� de sumisión a las potencias extranjeras que iniciara el menemismo. Es vergonzoso que De la Rúa condene a Cuba por �violar los derechos humanos�, cuando en nuestro país defiende las leyes de obediencia debida y punto final que dejó en libertad a centenares de genocidas, se niega a extraditar 48 militares requeridos por España para que sean juzgados en ese país e intenta pasar a la Justicia militar las causas por el robo sistemático de bebés�.
Eduardo Jozami
(Legislador porteño de la Alianza)
�El voto contra Cuba en Ginebra representa la continuidad de la política de alineamiento automático con los Estados Unidos, que siguió el gobierno menemista, y contradice los postulados programáticos de la Alianza que planteaban una política exterior independiente y otorgaban prioridad a la relación con el Mercosur�. |
El día que la mitad del
gabinete dijo que no
La decisión presidencial de mantener el voto contrario a Cuba en la ONU, aunque matizada con críticas al embargo norteamericano, provocó una tormenta dentro del propio Gobierno y originó las primeras críticas públicas desde el 10 de diciembre.
Fernando de la Rúa y Adalberto Rodríguez Giavarini, en sintonía.
�Perdimos una ocasión de diferenciarnos de Menem�, dijo Storani. |
|
Por José Natanson
�La posición del radicalismo siempre ha sido otra �dijo Federico Storani, en tono calmo.
�No fue una decisión casual. Votamos igual que Chile �replicó Adalberto Rodríguez Giavarini.
�Es cierto. Pero Brasil se abstuvo �agregó Ricardo Gil Lavedra.
Fue el momento más tirante de una tensa reunión de gabinete. Mientras Fernando de la Rúa permanecía callado, cinco de los diez ministros cuestionaban la decisión argentina de votar a favor de la condena a Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU. La crítica, a la que después se sumaron otros dirigentes, marcaría unas horas después la primera disidencia pública de un sector del Gobierno con una postura oficial.
Como todos los martes, los funcionarios llegaron a la Casa Rosada a la nueve de la mañana, dispuestos a conversar sobre la leve mejora de los indicadores económicos y las jubilaciones de los empleados del Estado. Sin embargo, a los pocos minutos el voto argentino en Ginebra se impuso como el tema central del encuentro.
El ministro del Interior lideró la protesta. Storani recordó que fue presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de Diputados. Mencionó la posición histórica de la UCR contraria a las sanciones a Cuba. Y esbozó otro argumento:
�Acá también hay que tener en cuenta el costado político. El menemismo apoyó sin matices todas las mociones contra Cuba propuestas por Estados Unidos. Nosotros ahora hicimos lo mismo y perdimos una excelente oportunidad de diferenciarnos de la gestión anterior �dijo el funcionario.
Se refería a la política de alineamiento automático de Carlos Menem. En marzo de 1991, poco tiempo después del envío de tropas al Golfo, el Presidente justicialista rompió el consenso regional para evitar cualquier condena al gobierno de Fidel Castro: la Argentina, por primera vez desde 1983, votó contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.
Ante los argumentos de Storani, Rodríguez Giavarani buscó con los ojos a De la Rúa, que permanecía callado. El canciller se vio obligado entonces a defender la decisión de la Cancillería de prolongar la posición menemista.
�No es lo mismo. Nosotros marcamos una diferencia porque condenamos el bloqueo y las sanciones económicas �explicó el ministro.
Se impuso un largo silencio, que rompieron Rodolfo Terragno y Nicolás Gallo para respaldar los cuestionamientos con argumentos similares a los de Storani y Gil Lavedra.
El canciller volvió a explicar:
�Acá lo que hay que entender es que la decisión no se tomó porque sí. El informe de derechos humanos de la ONU sobre Cuba es muy claro.
�No se trata de eso �replicó Terragno�. Desde ese punto de vista tendríamos que condenar a otros países que también violan los derechos humanos.
Carlos �Chacho� Alvarez y Jorge de la Rúa no estaban en la reunión. El Presidente seguía callado, igual que Alberto Flamarique, Juan Llach, Ricardo López Murphy, José Luis Machinea y Héctor Lombardo. Lo mismo ocurría con Dante Caputo, aunque en el gobierno nadie duda de que su postura se encuentra más cerca de la Storani que de la Rodríguez Giavarini: al fin y al cabo, durante su gestión como canciller Caputo lideró la estrategia de Raúl Alfonsín de complicar en los foros internacionales las sanciones a Cuba impulsadas por Estados Unidos.
�Tendríamos que haber optado por la abstención �dijo Graciela Fernández Meijide. Fue la última intervención antes de que De la Rúa decidiera por fin cambiar el eje de la charla.
Pero las críticas continuaron durante la tarde. Visiblemente enojado, Raúl Alfonsín criticó la posición asumida por la Cancillería y aclaró que no había sido consultado. Y anoche, once diputados de la Alianza �entre ellos el radical Luis Brandoni y los socialistas del Frepaso Alfredo Bravoy Jorge Rivas� difundieron un comunicado expresando su �desacuerdo� con el voto argentino en Ginebra.
Las críticas de los funcionarios del Gobierno consultados por Página/12 se concentraron en Rodríguez Giavarini, pero todos admitieron que el ministro jamás habría tomado una decisión de este tenor sin consultarla previamente con De la Rúa, que anoche salió a respaldarlo (ver aparte).
El apoyo del Presidente a su ministro tiene una explicación. El voto argentino en Ginebra marcó por primera vez la resistencia de la mitad del gabinete (cinco de los diez ministros) a una decisión oficial: ni el impuestazo, ni el ascenso de los militares cuestionados ni la reforma laboral generaron tantas resistencias dentro de la Alianza.
|